EDITORIAL #211: «Patriacidio»

 

El Teatro Nacional de Caracas fue escenario de un show el miércoles de la semana pasada, cuando los miembros del alto mando político de la revolución y la plana mayor del chavismo acompañaron al alcalde del municipio Libertador, Jorge Rodríguez, a denunciar a la diputada opositora destituida María Corina Machado por “tramar un plan de magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro”.

 

El acto estuvo rodeado de la parafernalia que una acusación tan grave amerita, con la presencia de muchos medios de comunicación y una “cadena voluntaria” de radio y televisión a la que se sumaron, durante hora y media, varios canales. Sin embargo, esta nueva denuncia por parte del oficialismo, tuvo como única prueba unos correos electrónicos entre María Corina Machado y algunos otros personajes de la vida política del país.

 

Pocas horas más tarde, María Corina calificó las acusaciones de “infamia”, además de afirmar que “cada una de las palabras” escritas en esos correos era falsa y que este tipo de actos demostraba la “desesperación” de un gobierno que, ante los graves problemas reales, se ve obligado a inventar algunos imaginarios para desviar la atención de la gente. Un día después, la exprecandidata presidencial demandó a los funcionarios que la vincularon a este supuesto plan.

 

Hay evidencia suficiente de que Machado podría tener razón. Al gobierno le sobran motivos reales para preocuparse. Entre ellos, que el mismo día que presentaban la denuncia de intento de magnicidio contra Maduro, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó un proyecto de Ley que prevé sanciones a funcionarios venezolanos involucrados en violaciones a derechos humanos desde febrero pasado.

 

Pero los problemas más graves del oficialismo se encuentran dentro de nuestras fronteras. Hace pocos días, el Instituto Nacional de Estadística presentó las cifras más recientes sobre pobreza, que confirman que en el último año ésta creció de manera significativa. Desde que Maduro es presidente, existen 737.364 personas más que viven en pobreza extrema, incrementando el total a 2.791.292 venezolanos que hoy viven en esa condición.

 

A esta cifra tan reveladora de lo que ocurre en el país en materia social, se le agregan problemas económicos como la inflación -60% en los últimos 12 meses- y la escasez -30% en el mismo periodo-. Así mismo, la inseguridad sigue siendo una de las tragedias más grandes de nuestra sociedad: como ejemplo, solo en mayo ingresaron 422 cadáveres a la morgue de Bello Monte. Además, las colas en los mercados son cada vez más largas y la gente encuentra cada día menos productos a precios más altos. Los servicios también sufren fallas mayores, haciendo padecer a los venezolanos racionamientos eléctricos y de agua.

 

Hoy, al gobierno se le ven todas sus costuras. Lo que en la actualidad vivimos no es solamente consecuencia de la gestión del último año, es resultado de un modelo político, económico y social agotado, que en la última década ha convertido a un país petrolero con el precio del barril en 100 dólares en promedio en una nación prácticamente quebrada que cuenta con solo 1.600 millones de dólares en reservas líquidas, recursos que apenas alcanzan para financiar cerca de una semana de importaciones.

 

Ninguna evidencia seria indica que exista un plan de magnicidio en marcha. Si algo está en desarrollo hoy en Venezuela es un plan de destrucción total de la república, sus instituciones y su economía, y la pulverización absoluta de cualquier posibilidad de progreso.

 

En todo caso, y con un aura de alarmante impunidad, hoy unos pocos llevan a cabo algo que muy bien se podría definir como un “patriacidio”.

 

 

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

 

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