El último apóstol y el primer venezolano

Por Rafael Villegas

@rajovia

 

 

 

Haciendo memoria, por allá en el año 2013, en los inicios de la pre-campaña presidencial, quien en ese momento fungía como presidente encargado hizo un llamado a sus ministros (y ministras), gobernadores (y gobernadoras), y a todos sus revolucionarios (y revolucionarias), etc. (y etc.), a declararse, sentirse y convertirse en los “apóstoles” del legado, del proyecto histórico del comandante supremo Hugo Chávez, ya que en sus propias palabras espetó: “…no nos caigamos a engaños…NINGUNO DE NOSOTROS tiene la fuerza, LA INTELIGENCIA, EL CARISMA, de Hugo Chávez… No nos llamemos a engaños CHÁVEZ NOS HACE FALTA…” y por allí sigue la cosa.

 

Ahora bien, el término Apóstol, según la RAE, lo define como “cada uno de los doce principales discípulos de Jesucristo, a quienes envió a predicar el Evangelio por todo el mundo” y también como “el propagador de cualquier género o doctrina importante”.

 

Asumamos que el llamado del entonces presidente encargado, fue válido, ya que para su cúpula es de harta importancia mantener la doctrina del chavismo, y más en ese momento que se iniciaba el CHAVISMO SIN CHÁVEZ.

 

Más de un seguidor de Chávez, a través de los medios sociales y públicos, se autoproclamó  “apóstol de Chávez”, para seguir con la implementación a cualquier costo de la doctrina de su magnánimo y desaparecido líder.

 

Durante ese cierre de campaña del entonces candidato oficialista y presidente encargado de la República, hizo una declaración que, a cualquiera con dos dedos de frente y una pequeña ración de lógica, debe haberle causado perturbación,  el candidato sustituto elegido, ahora llamado el “hijo de Chávez”  declaró públicamente y consolidó lo que se sospechaba. La existencia de un último “apóstol” muy conocido por todos los venezolanos desde hace años, el hampa.

 

Haber declarado públicamente que conoce a un determinado número de esos nuevos “apóstoles” (unos 200 o algo así, para ese momento), que ha charlado y compartido con ellos, era para ponerse a pensar, y mucho más a dudar de toda lógica que pueda existir en quien considera que vive dentro de un sistema “democrático”.

 

En ese momento, ellos (el hampa) aseguraban que con él (maduro), “cambiarían seguro”, pero cómo creerle a alguien que se mueve en las sombras de las leyes del país, que iba a cambiar, y sobre todo imponiendo condiciones (sólo con maduro).

 

¿A qué se debió esa afirmación de parte del entonces candidato, presidente encargado, hoy presidente electo? ¿Fue un simple descuido o un intento de amedrentamiento dirigido a la oposición e incluso a los mismos oficialistas? Estas dudas, hoy día, a más de un año de ese acontecimiento, y con un aproximado de 5.000 muertes de venezolanos, en el primer año de gobierno de Maduro, en manos del hampa pareciesen estar más que claras.

 

Una cosa es segura, aún y cuando “el hampa esté y se mantenga con maduro”, ésta nunca ha estado, ni estará con el ciudadano de a pie, siempre ha estado contra él, sin importarle el color de su piel, su estatus social, su credo o religión, ni mucho menos el color del partido de su preferencia. Lo único necesario para que el hampa actúe en contra nuestra, es que por mala suerte nos crucemos en su camino.

 

Ya finalizando esa campaña hizo su aparición este último “apóstol” de la revolución bolivariana. Ya finalizada esa campaña hizo su desaparición (o aparición) a manos de éste último “apóstol”, el primer VENEZOLANO, en PDVSA La Campiña sólo por estar presente al celebrar el cierre de campaña del promotor de los nuevos “apóstoles”.

 

Si los apóstoles de Jesucristo, el Hijo de Dios, se caracterizaban por predicar a viva voz el Evangelio por todo el mundo, las predicaciones del “hijo de Chávez”, se hacen notar por practicar la violencia y la muerte por todo el territorio venezolano a “plomo parejo”, sin excepción para todos y cada uno de los venezolanos que se crucen en su camino de predicación.

 

Lo triste de la situación que se vive en Venezuela por causa de la delincuencia, es que muchos de los venezolanos votaron por esa promesa electoral de que el hampa cambiaría con maduro, que si miramos desde un punto objetivo, si se puede ser objetivo con las muertes sin sentido, es que el hampa si ha cambiado, ha cambiado su modus operandi, ya no es un “apóstol” anónimo que actúa a las sombras de las leyes y de las autoridades, ahora lo hace a plena luz del día en conchupancia y muchas veces con la venia del Estado.

 

De momento, a todos los venezolanos que transitamos por estas calles, sin una escolta que nos proteja, sólo nos queda pedir a Dios, que no nos encontremos de frente con uno de esos apóstoles del “hijo de Chávez”, para ver si cuando tengamos de nuevo la oportunidad de elegir, lo hagamos para el bien de nuestros propios hijos y su futuro, y no por el legado encomendado al “hijo” de un difunto.

 

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