Entrevista a Eliecer Paredes

Por Henyerson Angulo

@Heryens

 

 

 

No es un juego es una obra de teatro escrita por Carmen Oseches y dirigida por Eliecer Paredes. Con elenco del grupo de teatro universitario Chichón de la Universidad Central de Venezuela, Paredes monta esta producción teatral experimental. Se presentará en el teatro La Colmenita Bolivariana del 28 de junio al 20 de julio los sábados y domingos.

 

Eliecer Paredes conversó con Guayoyo en Letras sobre No es un juego.

 

Guayoyo en Letras: ¿cómo se originó este proyecto teatral escrito por Carmen Oseches?

Eliecer Paredes: No es un juego. Yo le pedí a Carmen, que es guionista para cine y reciente dramaturga -pues es esta su primera obra de teatro-, que me escribiera una obra de teatro. Dada la lamentable situación que sufrió mi papá, que lo secuestraron; parte del secuestro era para entrenar niños para matar. A mí papá eso le traumatizó mucho, porque mi papá tiene muchos años de haber fundado el grupo Chichón, que es teatro universitario para niños, y que fuesen niños que lo agredieran en ese momento, y él que ha trabajado para ellos durante tanto tiempo, fue una situación muy difícil. A mí también me tocó mucho y quise en ese momento tratar de transmitir algún mensaje, algún llamado de atención a ese sector, a las comunidades a donde nosotros vamos y queremos llegar. Porque es una realidad que está ahí y que mucha gente omite.

Dada esta situación yo le pedí a Carmen que me escribiera una obra y ahí es donde surge esta obra que se llama No es un juego. En un principio, hace ya dos años, nosotros comenzamos a hacer el montaje de esta obra con el elenco de ese momento. Por algunos inconvenientes la obra fue un proceso que se tuvo que detener. Pasados dos años, uno de los actores del grupo me dice que quería usar como tesis esta obra y decidimos retomar el montaje. Entonces, no está solo el origen social que llevó a cabo la obra sino que ahora también hay una tesis que motiva este montaje.

 

G.L.: ¿y de qué va este montaje? ¿Qué le agrega Oseches a esta idea tuya?

E.P.: Yo le comenté a Carmen sobre la experiencia. Ya habíamos hablado acerca del tema, habíamos conversado acerca de la problemática infantil nacional e internacional también. Ella se llevó esa propuesta y me trajo No es un juego. Son tres historias aisladas una de otra, digamos que no tienen nada que ver una con la otra pero que tocan en sí el tema de la violencia infantil, pero no desde el punto de vista del adulto, porque a veces el teatro hecho para niños tiende a plantearse desde la visión adulta, pero nosotros lo vemos desde el niño. Entonces, Carmen Oseches se dedicó por un momento estudiar este tema desde la postura del niño. De esas tres historias, la primera, El escondite, que son dos niños que en primera instancia creemos que están jugando al escondite y es que, a través del juego, ellos evaden una realidad que es acerca de la violencia y el maltratro en el hogar. Ellos se esconden de una figura mayor que maltrata; estos dos niños a través de esos juegos huyen de esa realidad.

 

Una segunda historia que se llama La niñera, en esta también son dos niños, acá pretendimos demostrar cómo la niñera, a través del tiempo, se ha ido transformando: antes era una figura externa a la familia que iba a cuidar a los niños cuando los papás no estaba en casa, ahora esa niñera es los videojuegos (el xbox, el playstation, etc.). Papá y mamá compran un juego y se lo dejan al niño para que halle cuidado en él. Además de que los videojuegos no son los mismos que nosotros jugábamos antes (Mario, etc.), son una cosa super violentas cargadas de adrenalina, de pistolas; tú conversas con cualquier chamo y es una cosa que le gusta. Entonces, los adultos no se dan cuenta de que los están dejando con esa niñera sin saber qué cantidad de información le está llegando en ese momento. Los chamos juegan esas cosas y hablan en línea de secuestro, muerte, matanza, ¿cómo eso influye en la educación de un chamo? En este caso es un niño llamado Luis, que es enviciado por estos juegos y su hermana Beatriz, que le gustan los estudios, leer mucho, etc. En el trayecto de la historia se va la luz y no saben qué hacer porque si están poco acostumbrados a interactuar ¿qué hacen si la niñera se queda sin corriente? Ahí vemos un poco la relación entre estos dos hermanos desconocidos uno por el otro. Ese es el tema eje de la segunda historia.

 

Una tercera y última historia que se llama Entre nos que tratar acerca de la falta de comunicación entre padres e hijos. Al igual que las otras, se trata la violencia pero ya desde el punto de vista psicológico, digamos que para muchos la adolescencia es una etapa muy difícil, y todo creo que se basa en la comunicación. En esta historia tratamos mucho eso: es un adolescente que pone en juicio a su mamá, la cuestiona, le pide atención; él no exige que se reduzca la relación madre-hijo a sólo el “toma dinero”, “puedes ir”, etc., él no desea una amiga, porque ya las tiene, él quiere una mamá. Todo esto en un tono de enfrentamientos, en esa situación que uno tiene con los padres de adolescente. En esta historia el joven invita a la mamá a conocerlo, a hacer un juego donde por cada respuesta mala le da un golpe; le pregunta una cantidad de cosas sobre él que la mamá desconoce. Se trata un poco ese tema, que la relación con la familia es muy importante, la comunicación, sobre todo. Más allá de que sabemos que los entornos sociales son difíciles siempre debe estar la comunicación, padre-hijo e hijo y padre.

 

Digamos que esas son las tres historias que componen la obra en sí con una propuesta también muy teatral, primero porque, siendo un tema tan difícil y un montaje experimental, quise plasmar dentro de la obra el hecho teatral, el tema es muy fuerte y uno se deja llevar mucho por la obra emocionalmente. Entre escenas hay transiciones: desde la desconstrucción de la escena y de los personajes a la construcción de la escena y los personajes de la siguiente historia, todo siempre a la luz del público. Son dos actores nada más, tienen un vestuario base, pero cambian la escena, la construyen y deconstruyen todo a la luz del público para permitirle al público un salir de un estado emocional y de un golpe, de un shock, darle un tiempo de respiro y poder entender cada historia.

 

G.L.: hacer teatro infantil debe ser un reto, ¿cómo un chamo digiere estos temas?

E.P.: yo me he formado en el teatro infantil, en el grupo de teatro universitario el Chichón que ya tiene 36 años. Creo que una de las principales cosas que nosotros hemos tenido dentro del Chichón y con lo cual formamos a nuestros actores es que en ningún momento hay que subestimar al niño. Hace muchos años atrás se montó una obra llamada Hasta el domingo de una argentina que se llama María Inés Falconi, que trataba acerca del divorcio, también desde el punto de vista del niño; era un tema muy delicado y el niño sabía digerirlo, porque también es una realidad y a muchos niños le pudo haber pasado en ese momento, quizás ayudábamos hasta cierto punto a mediar en esa situación.

 

Con esta obra en particular, a pesar de que no la hemos estrenado, yo he hecho un par de ensayos para el elenco, sobre todo el último que ya ha sido más un ensayo general. Ahí hay jóvenes de 16 años, de 20, 17, 18; por lo menos para ellos en esa edad fue muy difícil digerirla y generó en ellos la necesidad de ir a la familia. Yo recuerdo que en ese ensayo me generaba mucha preocupación el estado emocional de los chamos que estaban viendo la obra, muchos estaban llorando fuertemente. Al finalizar el ensayo yo hice un break para conversar sobre la obra, y había muchachos que me decían que lo que querían era salir de ahí para ir a abrazar a su hermana. Entonces, quizá es fuerte, pero llega el mensaje; igual yo siento que esto mismo puede ocurrir con los más pequeños: un chamo de 8 años tiene la capacidad de razonar y entender muchas cosas. Pero lo importante de esta obra también es que no se intenta mostrar una resolución a los conflictos, no se intenta un final feliz ni un final triste; simplemente se muestra la realidad, y cada espectador verá en qué medida le llega o no y digamos que ese es realmente el aporte de esta obra. El chamo que sufre de violencia doméstica, por ejemplo, ve la obra y se da cuenta que no es sólo él quien lo vive.

 

Antes de este montaje yo hablé con psicólogos a ver si no estábamos haciendo un daño mostrando todo esto, pero lo que me decían era que el chamo que sufre de la violencia doméstica lo oculta ante sus amigos y el resto de la gente, siempre cree que es el único que le pasa. El hecho de verlo en una escena y de darse cuenta de que no es el único al cual le ocurre eso le da un respiro o una pequeña motivación al saber, y ver que hay una posible solución, sólo que hay que buscarla. Igual en los otros caso: la relación mamá-hijo de la tercera historia. Sirve para reflexionar como esa figura materna o paterna. La obra quizá ayuda a que se genere un acercamiento entre padres e hijos.

 

G.L.: A pesar de ser teatro infantil, ¿puede ser entonces una obra para todas las edades, no?

E.P.: Yo creo que esta es una obra para todo público. Carmen en estos días me decía el otro día que esta obra es de mucho interés para educadores y padres, sin duda. Y, en efecto, es cierto que esta obra no es única y específicamente para niños, es una obra todo público con la característica que ahorita nosotros nos vamos a enfrentar por ser estreno y experimental vamos a dirigirla a personas de 8 años en adelante porque quizás un niño de 6, sin menospreciarlo ni cuestionarlo, está en un proceso formativo; entonces no sé hasta qué medidas podamos influir en esa formación. Ya un chamo de 8, 10 años, ya tiene como algo ya establecido.

 

G.L.: No es un juego se va a presentar en el teatro La Colmenita, y tengo entendido que se puede trasladar a otros lugares. ¿Cuáles son las intenciones que tienen para trasladar la obra a otros lugares? ¿Qué lugares?

E.P.: Claro, nosotros vamos a tener una temporada en el teatro La Colmenita, el antiguo teatro Tilingo que está ahí en la av. Andrés Bello. Vamos a estar del 28 de junio al 20 de julio, con excepción del 5 de julio que es feriado y no tenemos función. Vamos también a participar en un festival de teatro La Azulita, en Mérida. Creo que la intención siempre ha sido, de mi parte, llevar esta obra a muchos sectores: comunidades, escuelas. El mensaje está hay que mostrarlo. Yo no me voy a limitar a hacer una temporada porque no es es un hecho egocéntrico o ególatra, esto va más allá. Se intenta transmitir un mensaje, y por ende quiero que esta obra se difunda mucho. En gran medida siempre fue así, por eso fue concebida la propuesta estética minimalista en su totalidad para poder ser transportada a cualquier sitio; el mismo hecho de que fueran sólo dos actores, para poder llevarla sin problema alguno a cualquier sala, cualquier espacio convencional y no convencional. Aquí lo que realmente se resalta es el texto y el trabajo actoral, aquí no se pretende deslumbrar a nadie con efectos, con luces ni con magia ni colores. Esto es algo más tabú, es un tema tabú y una propuesta tabú. Nosotros hicimos dos años, en el Chichón, un taller de tabú infantil, y creo que eso acá en Venezuela no se trata. Pero el chamo está tan preparado que es necesario que ya se le hable; temas como la sexualidad. Por ese tabú hay un montón de niñas embarazadas, por ejemplo. Esos temas los chamos ya los conocen, pero por qué no tratarlo en el teatro, también. Si lo ven en las novelas, lo ven en el cine, por qué no en el teatro infantil.

 

G.E.: ¿Se pretende, entonces, presentar en colegios?

E.P.: Esta temporada digamos que es un ensayo general, quizás. Estamos preparando para que salga a la perfección, pero nos vamos a encontrar con la reacción del público, sobre todo el público infantil. Quizás en esa medida también podamos ir haciéndoles adaptaciones a la pieza. Ya se conversó con la red del circuito de teatro de Caracas para meterla dentro del circuito, pero queremos primero estrenarla acá para ver el feedback del público para ver cómo la vamos a manejar. Es una obra que se va a montar tanto en unidades educativas como en festivales. Tengo algunos contactos afuera en el festival de Argentina, y creo que es una obra que puede exportarse y presentarse fuera del país.

 

G.E.: Bien. A ver, entonces este proyecto ya está es por presentar y ya, todo está montado. ¿Qué otros proyectos tiene el Chicón?

E.P.: Nosotros estamos actualmente en la red del circuito de teatro de Caracas presentando otra obra de autoría de un mexicano que se llama Jesús González Dávila, que también dirijo yo, que se llama Polo pelota amarilla, que también es otra obra diferente. Es una feria de un circo en donde vemos cómo un master controla todo y dirige todo. Es un circo un poco surrealista, con personajes disparatados. Siempre en el Chichón trabajamos un tema social, entonces aquí vemos cómo se maneja todo por una figura autoritaria. Estuvimos en el Teatro Nacional con Polo pelota amarilla y vamos a estar tres domingos de julio en distintas salas del circuito.

 

Tenemos para el 19 de julio un espectáculo bastante chévere en el cual vamos a estar acompañando a la Orquesta Sinfónica de Caracas, en un evento que ellos están organizando. Van a ser canciones tradicionales venezolanas versionadas por la orquesta y el teatro universitario para niños va a estar escenificando muchas de esas piezas. Todo lo que es el mes de junio y julio vamos a estar con No es un juego, Polo pelota amarilla y La suite sinfónica infantil venezolana. Paralelamente está, constantemente, el taller de formación en el teatro universitario para niños Chicón, que ahorita acaba de iniciar su nuevo proceso; se hicieron unas audiciones y seguimos recibiendo gente para empezar los talleres de formación, que una vez terminados forman a ser parte del grupo.

 

El grupo también tiene otras áreas: el Chichoncito, que es un taller para niños de 6 a 16 años. Ellos también están montando obras constantemente. Ellos van a estar presentándose ahorita en junio en el encuentro de teatro ucevista, que por cierto No es un juego también va a estar en ese encuentro.

 

G.L.: Bien. La universidad venezolana está experimentando una crisis, ¿cómo le afecta eso al teatro universitario, tanto el infantil como el no infantil?

E.P.: Sí, claro, le afecta. Obviamente se ve afectado ante la situación país en la que estamos atravesando. Han habido tantos paros, tantos conflictos, tanto de profesores como empleados. Nosotros por formar parte de la Universidad Central de Venezuela nos afecta eso directamente: nuestro local, nuestra sala de ensayo, nuestro espacio de creación a veces está cerrado por cualquier evento que requiera cerrarlo (paros, conflictos afuera o adentro de la universidad, etc.), y a veces no tenemos dónde ensayar. Nos ha tocado ensayar en otro sitio, en algún parque, por ejemplo. Eso sí influye en el desarrollo del teatro universitario para niños, para adultos, en cualquiera de las áreas. Sin embargo, nosotros tenemos que tener una noción clara de que el teatro venezolano en sí está teniendo un momento interesante, en donde de unos años para acá el teatro ha aumentado en salas de teatro, en obras de teatro, comerciales y no comerciales, pero ha aumentado; y eso es muy bueno, porque el público se está nuevamente acercando a las salas de teatro. El número de gente que va al teatro es mayor, pero también a medida de que eso va creciendo nosotros, creadores, debemos darle más al público, porque demanda más. No siempre vamos a poder dar lo mismo porque llega en momento en donde el público se cansa y ya sabe qué se le ofrece.

 

Uno tiene que innovar, y el teatro universitario tiene la capacidad de innovar porque, primero, es gente joven. El universitario de por sí es gente que quiere comerse el mundo, y que tenemos la posibilidad de equivocarnos, porque es algo experimental. En la universidad, en el área escénica, uno puede probar, experimentar, problematizar. Entonces eso es un poco lo que le hace falta al teatro universitario en general. No es que estemos mal como teatro universitario, yo siento que no estamos mal, pero creo que tenemos que arriesgar un poquito más. Debemos reinventarnos, no ir por lo seguro, que ya sabemos que eso está en la calle, que como ya hay figuras reconocidas en una obra comercial el público va a asistir. Nosotros no tenemos esa ventaja, por eso debemos arriesgarnos más.

 

Por ejemplo, con este proyecto yo no me siento seguro de lo que vaya a pasar, probablemente mucha gente criticará la obra y al grupo, porque no es una obra grata. Pero el teatro también tiene mucho de eso. Es como que el teatro comercial está y debe estar, y me alegro de que hayan tantas obras comerciales en el mercado, porque eso aumenta el volumen de espectadores; eso es maravilloso. Pero también tiene que estar la otra parte. Hay que arriesgarse en el teatro, hay que innovar.

 

 

 

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Guayoyo en Letras