TECHO, una experiencia más allá de la pobreza

Por Mónica Duarte

@M0n1k1ta

 

 

 

¿Te imaginas una casa con piso de tierra, a la que solo puedes llegar caminando, donde no hay agua, ni un baño? Y si te digo que esa casa queda a pocos minutos de Caracas y no en medio África ¿lo creerías?. Este es un pequeño ejemplo de las realidades que intenta superar TECHO para lucha contra la pobreza extrema en nuestro país. Una organización no gubernamental que más allá de construir casas de madera, por lo cual es muy conocida, TECHO tiene una visión no de ayuda y asistencialismo sino de empoderamiento. Dar una oportunidad de superación a quien nunca tuvo una. TECHO busca unir realidades con una sola meta concreta: construir una nueva realidad.

 

Guayoyo en Letras tuvo el placer de conversar con Irina Amengual, Directora Social de Techo Venezuela, quien nos comentó todos los detalles que hay detrás de esta organización.

 

Guayoyo en Letras: ¿Qué es TECHO y cómo llega a Venezuela?

Irina Amengual: TECHO es una organización no gubernamental latinoamericana presente en 19 países del continente. Su misión es superar la pobreza a través de un trabajo conjunto de jóvenes voluntario, normalmente universitarios, y las mismas familias que viven en situación de pobreza. En Venezuela, somos la última oficina, los más jóvenes, hemos logrado construir 199 viviendas transitorias principalmente en tres grandes sectores, Turgua, Mariche y Charallave, todas en el estado Miranda. Hemos trabajado con 15 comunidades aproximadamente. Pero además de esto ya hemos comenzado a formular una intervención más sostenida, hemos hechos 3 proyectos comunitarios de infraestructura: un parque infantil, unas caminerías y un contenedor de basura. Este año estamos tratando de abrir otra fase que se llama “Habilitación social”, básicamente lo que se hace es conformar comités comunitarios donde hay líderes, representantes de la comunidad, y voluntarios de nosotros que se reúnen periódicamente. A partir de esa mesa de trabajo se van generando programas a largo plazo y otros proyectos que no sean de infraestructura. La idea de todo esto es apuntar a soluciones definitivas.

 

G.L.: Anterior a esas mesas de trabajo ¿Cómo hacían el contacto con las comunidades?

I.A.: En nuestro modelo de intervención el primer paso es una detección, que es hacer una visita a la comunidad y levantar una ficha social. ¿Cómo llegamos hasta allá? nosotros tenemos un plan de expansión y cobertura, nos sentamos a pensar hacia que zonas queremos crecer tomando en cuenta transporte, seguridad del voluntario y necesidad de la comunidad. Luego, levantamos información previa de estos sectores que tenemos identificados, a través de institutos que ofrezcan indicadores claros y vemos que comunidades son potenciales.

 

G.L.: ¿El contacto con los entes oficiales es por parte de ustedes o de ellos?

I.A.: El deber ser es que hacemos una investigación previa, pero muchas veces pasa que la gente se acerca a nosotros. Últimamente pasa mucho, nosotros estamos trabajando mayoritariamente en la zona de Charallave y hay muchas comunidades que son vecinas, comienzas a trabajar con una, la otra se entera y te llaman, así vamos creciendo. Y ya sea por investigación previa o porque alguien nos contacta se cuadra la primera visita.

 

Esa primera visita se levanta la ficha social que permite tener una visión general de la comunidad, a partir de ahí caracterizamos esa comunidad, si es una comunidad en pobreza extrema sí se beneficiaría de que TECHO trabajara, o no porque ya tienen cosas cubiertas y hay comunidades que están peor. El segundo paso son asambleas informativas. Convocamos a toda la comunidad y explicamos que hacemos y a que apuntamos, si las familias están de acuerdo se postulan, firman un documento que nos abala a que la familia quiere trabajar con nosotros. Luego, viene el proceso de encuestamiento, levantamos información socioeconómica por cada núcleo familiar, hacemos una especie de censo. Después, seleccionamos las familias con las que trabajaremos a través del índice de vulnerabilidad y del criterio del voluntario. El próximo paso es la asignación, no solo vamos a construir sino que adquirimos ciertos compromisos con las familias y ellas con nosotros. La familia se debe comprometer a preparar el terreno, descargar los materiales y construir con nosotros y a pagar un porcentaje de la vivienda, no más de 10%. Este pago es simbólico, tiene que ver con que la gente participe de las cosas y, por otro lado, aumenta las probabilidades de que cuiden y mantengan la vivienda aun cuando es transitoria. La idea es que luego de la construcción un equipo de voluntarios de terreno que mantienen el vínculo a largo plazo con la comunidad.

 

G.L.: ¿Y de ese vínculo han surgido otros proyectos?

I.A.: El parque infantil se realizó en la primera comunidad en la que construimos. Allí se construyeron 15 viviendas y luego de un año hicimos el parque. Ahora con esa misma comunidad hacemos un proyecto para llevar agua a esa comunidad. En otra habíamos contruido 10 viviendas y luego fue la caminería, y después el contenedor. La vivienda te permite solucionar una urgencia al mismo tiempo que hace que la gente confíe en ti y quiera trabajar contigo. La idea es complejizar e ir generando proyectos y programas a largo plazo, de capacitación de oficios, reforzamiento escolar, microcréditos, cualquier otra cosa que sea una necesidad pero requiera un trabajo mucho más estable.

 

G.L.: ¿Esos datos que ustedes recogen los hacen llegar a algún ente oficial o los publican?

I.A.: Nosotros manejamos distintos tipos de encuestas. La que hacemos su único objetivo es la asignación de viviendas, pero tenemos otra “caracterización de hogares” esa no solo es con las personas que tienen problemas en su vivienda sino que se le pasa a toda la comunidad y se hace un muestreo representativo que permiten generar comités comunitarios. Y luego, existe un proyecto de investigación que es el “Catastro” que es un match entre información geográfica e información específica socioeconómica, donde lo que se hace es levantar mapas de las comunidades irregulares. El catastro se hace con el estado, porque el fin último de esa investigación es incidir en políticas públicas. Ahora estamos trabajando con la alcaldía de El Hatillo en Turgua. Incluso buscamos hacer procesos de devolución de la información a los consejos comunales porque muchas veces ellos mismos no manejan la información de su comunidad.

 

G.L.: ¿Cómo es el proceso de obtención de los materiales para las viviendas?

I.A.: Los materiales los compramos acá, tenemos unos proveedores de madera. La casa utiliza compuestos fenólicos, que es como la chapa que va por fuera, madera de pino y zinc, todos esos materiales se compran aquí y se llevan a una carpintería que tiene las medidas de la casa y prefabrican según el modelo. Pero al no poder recibir financiamiento de afuera tampoco podemos traerlas.

 

G.L.: ¿Cómo es el financiamiento de TECHO?

I.A.: Nuestra principal boca de entrada es la empresa privada. Tenemos programas de voluntariado corporativo, donde la empresa dona el dinero y sus empleados construyen la vivienda o pintatones. También hay aliados anuales para otro tipo de proyectos. Normalmente nuestro grueso de ingresos viene de ahí pero también hacemos eventos como colectas.

 

G.L.: ¿Cómo es la selección de los voluntarios?

I.A.: Para ser voluntario lo único que necesitas es querer ser uno. Siempre decimos que el rango de edad es entre los 18 y 28 años pero no porque sea excluyente sino porque esa es la edad en que la gente tiene más energía, más tiempo y dedicación para este tipo de actividades. La vivienda está diseñada para ser construida por gente inexperta. Nosotros capacitamos a un grupo de voluntarios que ya ha construido para que sea Staff, quienes velan para que toda la construcción logística, constructiva e informativamente sea adecuada, ellos se encargan de enseñarle al voluntario nuevo qué debe hacer.

 

G.L.: ¿Y necesitan algún tipo de dedicación especial para TECHO?

I.A.: Tenemos dos tipos de voluntarios. El masivo, que va, participa en la actividad, se regresa y no necesita hacer más nada. Y el voluntario permanente, que ahorita son alrededor de 600, que ya se piden en cada una de las áreas, y sí tienen reuniones periódicas, responsabilidades puntuales y forman parte de la operación de la organización. Es alguien que está mucho más comprometido y dedica más tiempo.

 

G.L.: ¿Cuándo van a trabajar la gente no se muestra renuente?

I.A.: Sí, es lo más común. No es por mal, la gente está muy acostumbrada a que le prometan cosas y no se las cumplan. La comunidad siempre está recelosa y pregunta quienes somos, si le vamos a dar algo a cambio de votos, si venimos de un partido. Es algo que tiene que ver con la historia de cada comunidad y que cambia al final del día con nuestro trabajo.

 

G.L.: ¿Cuál es la mejor experiencia que has tenido con TECHO?

I.A.: He tenido muchas pero hay una en particular, la construcción del parque en diciembre de 2012. Ese fue un año horrible para nosotros, súper duro, nada más pudimos construir 31 viviendas por el tema de elecciones y el país, económicamente estábamos muy mal. Y decidimos, en medio de la crisis, hacer un proyecto distinto a la construcción de viviendas. Fue muy bonito, porque nos sentamos con la comunidad, diseñamos un parque desde cero, algo que ninguno realmente sabía hacer, e involucrar a comunidad a que nos ayudara, cortando bambú, haciendo las mesas, batiendo cemento, etc. Y fue un ejemplo de que sí se puede complejizar. Para mí eso me permitió ver las capacidades que nosotros mismos tenemos para sobrellevar toda la frustración y todo lo que pasa en Venezuela que no es fácil, y por otro lado a compenetrarnos con la comunidad y lograr cosas más complejas, fue muy motivante.

 

G.L.: ¿Y qué es lo que más te ha sorprendido de las comunidades a las que han ido?

I.A.: Creo que el tema de los servicios básicos es lo que más le pega. Uno está acostumbrado a un baño, tubería regular, un grifo de agua para bañarse. Cuando llegas a una comunidad y te das cuenta que hay gente que tiene una letrina en el mejor de los casos es sorprendente. Es algo impactante la primera vez que lo ves. El tema de la luz no regularizada, el transporte, no tener vías asfaltadas, gente con techo de tierra. Uno piensa eso en África pero aquí también existe. La gente piensa en pobreza y piensa en comunidades urbanas, en un rancho de bloque, no en pobreza extrema.

 

G.L.: ¿Por qué vale la pena formar parte de TECHO?

I.A.: Es una oportunidad de conocer una realidad muy distinta de primera mano y no desde el prejuicio o lo que te pueden decir. Es una ventana a entender por qué nuestra sociedad es como es y porque tenemos los problemas que tenemos, a entender nuestro país. Creo que es uno de los pocos lugares donde puedes unir dos realidades tan distintas y con una meta en común. Es una gran oportunidad como país de aprender lecciones de humildad, comprensión y unión.

 

 

 

Si te gustaría ser parte de TECHO, puedes acceder a su página oficial e inscribirte en la colecta de este 8 de agosto www.techo.org/venezuela 

 

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