Editorial #220: «El futuro de la Unidad»

 

La Unidad no dependió, ni dependerá, de una sola persona. Está en manos de cada uno de los ciudadanos.

 

 

La renuncia de quien, desde el año 2008, ejerció como Secretario General de la Mesa de la Unidad, Ramón Guillermo Aveledo, abrió las puertas a un debate que un importante sector de la población exigía desde hace tiempo. La MUD, en el momento de su creación, fue concebida con un objetivo claro: viabilizar los mecanismos para enfrentar los diferentes procesos electorales que se tenían por delante, aglutinando a las fuerzas opuestas al gobierno.

 

No se puede desconocer algunos logros en ese sentido que, en parte, se obtuvieron gracias al trabajo de Aveledo, ni tampoco subestimar lo complicado que puede ser alcanzar acuerdos y consensos entre partidos políticos con ideologías e intereses tan diferentes. Su personalidad permitió que en estos últimos años la mayoría de los factores de oposición efectivamente se ponga de acuerdo en temas complejos.

 

Sin embargo, tampoco podemos ignorar el hecho de que se fracasó en conseguir el objetivo más importante que cualquier oposición debe tener: ser gobierno. De nada sirve avanzar un poco para luego retroceder si al final del día no se llega al poder. Existen algunos dirigentes que parecen conformarse siendo los jefes de la oposición. Una oposición que no quiere dejar de serlo, no merece ser gobierno.

 

Especialmente en los últimos meses, en su afán de convertirse en un ente político y no solo electoral, la MUD terminó pareciéndose más a un comando de campaña que buscaba mantener en el liderazgo a algunos dirigentes que no entendieron que su momento había pasado y que están más preocupados en mantener sus parcelas de poder que en salir de esta crisis que nos agobia a todos, algo que generó un gran rechazo de los ciudadanos.

 

Es por eso que la salida de Aveledo abre una gran oportunidad. El debate no debe centrarse en quién lo reemplaza en la MUD, sino más bien en qué se hace con una organización que ha demostrado su incapacidad para liderar políticamente a la oposición. El reto está en elegir a figuras legítimas para una lucha que recién comienza. Ya no es momento de candidatos, sino de líderes.

 

La Unidad no dependió, ni dependerá, de una sola persona. Cueste lo que cuesta hay que salvarla, porque va más allá de los partidos y sus intereses. Los ciudadanos han entendido en estos últimos meses que son arquitectos de su destino y están dispuestos a involucrarse y participar en su construcción.

 

El futuro de la Unidad, y de Venezuela, está en sus manos, especialmente en las más jóvenes, y es eso lo que nos permite respirar esperanza.

 

 

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

 

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