Justicia para pocos

Por Jorge Flores Riofrio

@floresriofrio

 

 

 

En la mañana del miércoles 6 agosto, a primera horas del día, ya medios locales notificaban el descubrimiento del cadáver de una mujer joven, con el torso descubierto y signos de quemaduras en su piel, al lado de la carretera vieja Yaritagua—Barquisimeto, noticia que fue evolucionando, hasta que ya en la tarde se sabía la identidad de la víctima, Ángela Medina, modelo y estudiante de la Universidad Yacambu en el estado Lara, había muerto y su cuerpo había sido abandonado en un monte por su asesino, que al otro día, tenía nombre y apellido, David Ramírez, el novio, cantante y bailarín, quien confesó haber estrangulado a su pareja.

 

La pronta reacción de los cuerpos de seguridad en este caso de Medina, que le dieron rápida resolución a tan espantoso homicidio, no es la regla en los diferentes hechos de sangre, que llegan a los escritorios del CICPC, ya que alrededor del 90 % de los asesinatos que ocurren en el país, no culminan con la aprensión de los culpables, según el Observatorio Nacional de la Violencia, sino que quedan en la impunidad, dándole a los delincuentes la sensación, de que pueden cometer diferentes delitos sin pagar por ello. Ante el contraste de la veloz actuación policial en el asesinato de Ángela Medina y los demás miles de sucesos violentos que quedan sin resolver, es natural que nos preguntemos ¿Por qué este caso fue resuelto en tan poco tiempo? ¿Qué lo hace diferente? ¿Acaso los cuerpos detectivescos del Estado, no tienen los recursos técnicos y humanos para darle resolución a los otros homicidios en Venezuela?

 

Es ingenuo concluir, que los cuerpos policiales no tienen la suficiente experiencia y preparación, para armar un caso de homicidio, nuestros funcionarios tienen la técnica y la habilidad, para determinar hechos al estilo CSI, así que no es por falta de inteligencia, que la impunidad reina en el país, tampoco podemos asumir, como muchos han opinado en diferentes análisis, que el código penal es demasiado blando y por eso, quienes delinquen reinciden en el delito. El problema fundamental se encuentra en la moral venezolana, no en fallas en el sistema judicial, el cual es consecuencia de la forma de actuar, de nuestro pueblo que avala el soborno, compra robado y saquea camiones. Venezuela tiene buenas leyes, pero malvados aplicadores de las mismas.

 

Yo no creo como muchos durante las protestas de este año, que saliendo de los “enchufados” del PSUV, se resuelva la grave crisis social, que se traduce en miles de asesinatos, pues hay corruptos rojos, azules, amarillos y blancos, sentados en sus escritorios de caoba, contando el dinero producto de sus sucios negocios. Hay que decir las cosas como son, esto no es político. Nos estamos convirtiendo en una nación perversa y para revertir esa realidad, es necesario aceptar, que ningún gobierno puede lograr hacer nada por nuestro país y que una constituyente es tan inútil para nuestro mal, como “La Salida” fracasada, hasta que no haya una reforma en nuestra conciencia.

 

En el caso de la modelo, la justicia se movió a plenitud, por la presión de la opinión pública, que inmediatamente señaló al ineficiente gobierno nacional, indolente ante las miles de muertes que ocurren cada año, además, que haya sido una mujer bonita, clase media e hija de un ex comisario de la DISIP, fue determinante, para que los mecanismos penales se movieran como lo hicieron, demostrando que el asunto de la impunidad, no es más que la consecuencia de la falta de voluntad del Estado y de la ausencia de presión, por parte de nosotros como venezolanos, que deberíamos ser enfáticos en protestar, no solo cuando muere una Miss, sino por cada una de las personas, a las que se les arrebata la vida y se les mata los sueños en este país agonizante.

 

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