¿Quién es Venezuela?

Por Sinay Medouze

@Smedouze

 


 

Vuelvo a escribir para ustedes, esta vez con la intensión de poder reflejar con palabras una breve descripción de lo que Venezuela es física, personal e intelectualmente para mí. Quizás cada quien se vea reflejado en una de estas comparaciones, o más bien se genere un debate con respecto a la apreciación que tenga del país, pero de eso se trata, de darle un vuelco a la imaginación y comenzar a darle forma a nuestro hogar.

 

Comienzo entonces a describir a ese pedacito de tierra que tiene forma de hombre, pero que deja al desnudo su feminidad:

 

Venezuela es una mujer alta, de piel tostada debido al fuerte sol de la tierra de donde proviene. Tiene los ojos medianos y oscuros que demuestran su fuerte carácter y al mismo tiempo reflejan la nobleza y la disposición de escuchar a quien lo necesita. Su cabello es tan oscuro como el ébano y tan lacio que el viento del Orinoco siempre aprovecha para atravesarlo y llevarse consigo el aroma a orquídea que se desprende de cada hebra.

 

Cada vez que él se acerca, ella sonríe. Aman las orquídeas.

 

De sus labios solo ves la dulzura dividida en dos grandes costas. El labio superior un poco más fino que el inferior, las comisuras siempre húmedas por la riqueza de su paladar y sus dientes tan blancos como perlas. Tan resplandecientes como la nieve andina.

 

No es delgada, ni es gorda. Más bien digamos que es una mujer esbelta, que llama la atención por sus majestuosas montañas que te permiten asomarte y observar la rica llanura de su piel, de allí se aprecia el sudor de su día a día, la muestra del tiempo y la cordillera de la vida. Si la vives, podrás darte cuenta de que recorrerás sus cuatro costados y nunca terminarás de conocerla. Dicen que cuando llegas a la cima del Tepuy y logras pararte a observar su vasto territorio, podrás ver todos los secretos que ella esconde, pero eso solo ocurre cuando la amas profundamente y, lamentándolo mucho, en los testimonios que logré recopilar, nadie la ha amado lo suficiente para revelarlos.

 

De espaldas, se ve maltratada, pero si te acercas bien, te das cuenta de que ella ha tratado de tapar esas cicatrices con un destello de Los Morros, el canto de El Turpial y un toque de humor.

 

Tiene un oído musical exquisito, en el que alaga cada detalle de quienes la rodean… Lástima que aún no se da cuenta de sus propias virtudes, de su potencial, de su riqueza cultural, de su inteligencia y nobleza. Me di cuenta de que Venezuela lo tiene todo, pero aún no ha escuchado su canto cada vez que se levanta en el horizonte, no ha visto cómo todos quedan atónitos cada vez que baila y sacude los relámpagos allá en el Catatumbo; no se da cuenta que con su arpa cuatro y maracas bien puestas puede retar hasta al mejor músico… Su ritmo nadie lo iguala. Lástima que aún no se fija en que quien la ve, la ama a primera vista porque ella es una mujer que lo tiene todo.

 

Sonará increíble, pero todo florece con tan solo percibir la calidez de su cuerpo, todo lo que ve lo convierte en una mina de oro, todo lo que toca lo transforma en una maravilla incomprensible a la ciencia.

 

Pude percibir que siempre va perfectamente maquillada con los colores del amanecer caraqueño, con la pintoresca travesía de Barinas o del azul intenso de sus mares. Las uñas siempre perfectas y sus manos reflejan el danzar de una Guacamaya: siempre alegres, colaboradoras y danzantes.

 

Venezuela no va vestida a ninguna parte, siempre se muestra al mundo tal cual como es…Quizás como muestra de sus atributos, quizás como reflejo de su inseguridad interna. Esto no le ha servido de mucho, puesto que cada persona que llega a su vida la utiliza, saca lo mejor de ella y más nunca vuelve. Pero ella igual se mantiene firme, con el espíritu valiente y siempre de pie. Una guerrera como ninguna otra.

 

Siempre se le ve luchando. Sonriente, pero luchando, ¿será que algún día descansará?

 

Sí, se enamoró muchas veces. Se enamoró de cada uno de los hombres que le prometió darle una mejor vida, pero ninguno cumplió con su palabra. Todos la hicieron sufrir. Todos tomaron algo de ella y se lo llevaron. La desgastaron. Se aprovecharon de su sonrisa.

 

¡Pobre de mi Venezuela!

 

¡Pobre de mí, Venezuela!

 

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