CHIKUNGUNYA – un brote que se extiende dentro de una Venezuela con epidemia de Dengue

Por Lilian Lucena

@LilianLucenaR

 

 

 

Desde diciembre de 2013, organizaciones internacionales y Estados del continente americano han prendido las alarmas en materia de salud tras la aparición de una enfermedad infecciosa no contagiosa llamada fiebre chikungunya, la cual se manifestó de forma autóctona en la isla caribeña San Martín.

 

Este virus, que se extendió rápidamente en territorios del caribe y algunos países de centroamérica, se presentó en territorio venezolano la primera semana del mes de junio, con un caso importado de una persona contagiada en República Dominicana.

 

Ante esto, el Director General de Salud Ambiental, Jesús Toro, rápidamente manifestó el típico discurso egocéntrico de “salve a la humanidad” aunado al de “véanme que sí trabajo” y aseveró lo siguiente:

 

“La detección temprana de este caso demuestra la actuación eficiente del gobierno bolivariano en la vigilancia epidemiológica de nuestro país”.

 

Ahora bien, este funcionario que habla de eficiencia, debería repasar un poco el escenario del país donde trabaja y darse cuenta que existe un gran problema previo a la chikungunya y es la EPIDEMIA DEL DENGUE.

 

Esta epidemia, la cual es más letal que la chikungunya, lleva una gran cantidad de años en el país y va en ascenso. Tan solo en el 2014, tuvo el contexto perfecto para crecer; el racionamiento de agua obligo a miles de venezolanos a acumular el líquido en pipotes y ante esto no hubo campaña informativa. Para hablar con cifras, en 2012 se manifestaron 46.010 casos de Dengue en el territorio venezolano, y para 2013, la cifra se elevó a 62.331. En lo que respecta a los nueves meses que han transcurrido del 2014, la cifra es poco alentadora, la cual casi supera a la anual del 2012 y aún falta un trimestre para que termine el año. Ascendiendo de esa forma, se espera que el presente año cierre con al menos 70 mil.

 

En este panorama, sería ilógico esperar la no presencia del virus chikungunya en nuestro territorio. Y es que desde el momento en que alguno de nuestros millones de mosquitos de la familia aedes aegypti y aedes albopictus pique a alguna persona portadora del virus, el mismo se vuelve transmisor.

 

Lamentablemente esa epidemia se ha ignorado y los ojos están en este momento, por defecto que todos hablan de esto, en esta fiebre menos letal pero igual de dolorosa, la cual tiene bajo gran preocupación a un país que producto de la escasez no consigue Acetaminofén, el cual sirve como tratamiento para aliviar los síntomas de la enfermedad que dobla al que la padece con los dolores en las articulaciones, muñecas, espalda y tobillos, más cefalea y fiebre.

 

Ahora bien, no solo la ineficiencia y poca convicción de resolver preocupa sino también la mentira de los voceros del Estado, como el de la ministra Nancy Perez, quien para reportar el virus solamente se valió de los casos confirmados por el Instituto de Higiene, aludiendo que en Venezuela solo se han registrado 398 casos de chikungunya desde junio hasta septiembre. Dicha declaración, emanada por la misma persona que dice que “no es política de Estado ocultar” no refleja lo que en verdad está pasando en los centros de salud del país. Para nombrar unos casos, solo el hospital Simón Bolívar de los Valles del Tuy recibe diariamente alrededor de 100 enfermos con el cuadro viral y en Vargas, por su parte, en el ambulatorio Alfredo Machado, atiende diariamente entre 20 y 30 personas con los síntomas del nuevo brote. Y es que después de 4 meses con el brote, ¿por qué se tiene que confirmar con el instituto de higiene la chikingunya en cada persona que ingresa con el mismo síntoma? o ¿Qué pasa con los que se automedican? Todos estos casos caben dentro de los sospechosos y reflejan un dato que tiene que mostrarse.

 

Lamentablemente, la manipulación de la información si es una política de Estado y aunado a la ineficiencia, es una panorama que preocupa sobre todo ante un brote que puede generar manifestaciones clínicas severas como: vómito persistente; petequias, hemorragia subcutánea o sangrado de mucosas; alteración del estado de conciencia; o secuelas, después de terminado el virus, como: la perduración del dolor por un tiempo prolongado, artritis o incapacidad.

 

Sin embargo, si esto no fuera poco, hace unos días el Hospital Central de Maracay, registró el fallecimiento de 8 personas que ingresaron con un cuadro febril y murieron tras severas hemorragias. Ante esto, el presidente del Colegio de Médicos de Aragua, alertó de la situación y la respuesta de dirigentes del PSUV fue tratarlo como terrorista y abrirle una investigación. Nadie sabe las verdaderas causas pero el episodio se repitió en Vargas y Caracas días después.

 

Así, ya entrando en la última semana de septiembre, la falta de información y la típica inconsistencia entre lo que las autoridades dicen y lo que realmente pasa, han creado un margen de confusión y probablemente el próximo problema que vendrá ocupará nuestra mente, sin que haya quedado claro qué fue lo que paso anteriormente.

 

Concluyo diciendo, que es una total irresponsabilidad ocultar lo que pasa, sobre todo en materia de salud, pero en nada me sorprende de las mismas autoridades que perdieron 25 mil millardos de $, de los que dijeron que su líder estaba bien y de los que devalúan cada año, cuando dicen que no lo harán (y un sinfín más).

 

Así, pues, tendremos chikungunya para rato en el país que ha descuidado, no solo la epidemia del dengue, sino la libertad de sus ciudadanos.

 

Preocuparse y opinar, NO es delito.

 

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