Ta’ barato

Por David Uzcátegui

@DavidUzcategui

 

 

 

Con la frase que titula este artículo, no nos referimos a que los venezolanos encuentren algún artículo a buen precio. Sea en el país o en el exterior, todo se ve costoso desde una inflación que supera al 60%. Estamos hablando de los precios del petróleo, que se abaratan progresivamente y parecen no detenerse.

 

Es para preocuparse, ya que el petróleo aporta 96 de cada 100 dólares que ingresan al país. Con la bonanza petrolera que ya se comenzó a alejar, resultaba mucho más fácil importar que producir. Ahora, cuando la tabla de salvación de nuestra economía debería ser la producción nacional, el aparato productivo luce desmantelado.

 

El gobierno nacional está haciendo lobby en la Organización de Países Exportadores de Petróleo para convocar a una reunión urgente, en la cual tratar la caída de los precios. La propuesta no ha encontrado eco y, muy por el contrario, voceros de Arabia Saudita han sentenciado que Venezuela debe acostumbrarse a que los precios permanecerán bajos por un buen rato.

 

En resumen, volvemos a aquella emblemática frase de Arturo Uslar Pietri, “sembrar el petróleo”, para darnos cuenta de que no lo hicimos, de que una vez más desperdiciamos como país una oportunidad literalmente de oro.

 

La economía mundial se desacelera y baja el consumo de hidrocarburos, Estados Unidos se convierte en exportador y a Arabia Saudita le interesa que los precios bajen para que los nuevos productores y exportadores cuenten con menos recursos. En medio de este complejo panorama internacional, la voz de Venezuela sencillamente no se escucha.

 

Hay otra realidad que se superpone a todo este panorama: PDVSA ha perdido su capacidad de incrementar la producción ante la falta de personal especializado y el deterioro de las instalaciones. No es que no quiera, sencillamente no puede.

 

Fue un ejercicio de arrogancia el pensar alguna vez que la OPEP bailaba al son venezolano. Los intereses de la administración venezolana de una década atrás coincidieron con el escenario geopolítico de entonces y pareció que Venezuela movía el mercado energético mundial. Es como correr en la dirección del viento para poder decir que nos acompaña.

 

Es difícil ser optimista, cuando el panorama luce sombrío y las vacas flacas tocan a la puerta. La única manera de ver el vaso medio lleno, sería pensar que esta circunstancia empujará a un viraje de fondo en la manera de conducir al país. Una vez más, la pelota queda del lado del gobierno.

 

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