Caracas: juventud sin noche

Por Henyerson Angulo

@Heryens

 

 

 

“Venimos de la noche y hacia la calle vamos”

Manifiesto del grupo Tráfico

 

Caracas estableció su división en 1940 cuando fue inaugurada la Plaza Venezuela, pues, más allá de cualquier aspecto económico o social, se fragmentó en dos polos principalmente por razones urbanísticas. Cada lado de la ciudad fue haciéndose cada vez más ajeno al otro, y cada vez fue más frecuente la movilización de un sector clase media acomodado de Caracas hacia el este, lo que quizá fue desplazando a otro sector cada vez más “oestizado”, si se me permite el neologismo de Almandoz Marte, y desconocido por el otro lado del charco. Con esto los intereses del caraqueño, entendiéndolo ahora sólo en dos de sus vertientes, fueron cada vez más distintos.

 

Hoy día un lado de la ciudad cada vez más angustiado por una desenfrenada inseguridad, ha sido privado de hacer vida nocturna y de hacer calle como tradicionalmente se ha hecho en toda metrópolis; este lado se vio en la obligación de encerrarse en sus guaridas por temor. El otro lado, el del oeste, parece estar más acostumbrado a una ciudad con movimientos más rústicos, lo que quizá no impidió que se vaciara la calle con tanta facilidad, gran parte de este caraqueño siguió haciendo vida nocturna, usando así los espacios públicos; no obstante, cada vez esto ha sido menos frecuente, sobre todo para el joven de estos sectores.

 

Durante estos últimos días a la juventud caraqueña se le ve con muchos ánimos de celebrar la calle desde ella misma. A propósito de los eventos que justo se celebran durante estos días, el Festival de Lectura de Chacao de un lado y el Festival Suena Caracas del otro lado, se puede decir que se les ha permitido, desde el Estado, disfrutar de la calle a una juventud hambrienta por esta. Sin embargo, parecen ser estos eventos un permiso que el Estado nos da para ser “rebeldes”, entiendo a la juventud desde la rebeldía, dentro de unos espacios en específico. Es una élite quienes arbitrariamente han decidido dónde y cuándo podemos experimentar la calle y la nocturnidad de la ciudad, exigiendo a su vez aplausos por este caritativo permiso.

 

Así como estos eventos mencionados arriba, existen un montón más que el Estado nos “regala” para vivir a flor de piel el más pírrico espíritu callejero. La Ruta nocturna y el Por el medio de la calle, por ejemplo, son dos vertientes de un mismo concepto. No se dice con esto que no se deba asistir, pues si son de las pocas opciones que la juventud caraqueña tiene para liberar su natural rebeldía en la calle, tendrán que resignarse a limitarse, o esto es lo que parece demostrar una juventud poco acostumbrada a hacer ciudad, lo que también parece alienar al joven caraqueño a pensarse rebelde y callejero, desconociendo así que están siendo obligados a aplaudir este abominable permiso que se les da desde las élites superiores, pero es así como los populistas compran con sentimiento a un pueblo. La libertad queda al margen cuando es un Estado quien permite y limita la opciones del individuo.

 

Es sabido que, en efecto, hay una desbordada inseguridad en la calle caraqueña, sin embargo, mientras más enjaulados estén los de un lado y mientras menos frecuente sean en la calle los del otro, más vaciada y sola estará nuestra calle de Caracas, hospedando así a quienes han decidido patear calle en busca de lo ajeno, cazando la vida de los pocos valientes que han salido a esa olvidada noche de estas tristes calles.

 

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