Anaqueles vacíos y periodismo ciudadano

Por Oliver Laufer

@OliverLaufer

 

 

 

El 12 de febrero de 2014 Bassil Dacosta fue asesinado mientras protestaba en La Candelaria, ocurrió en la esquina Ferrequín con Tracabordo. Sus asesinos eran funcionarios del Sebin, quienes intentando dispersar la protesta le dispararon por la espalda hiriéndolo en la cabeza. Dacosta cayó inconsciente en el piso hasta que otro manifestante lo llevó cargado hasta un lugar seguro.

 

Sabemos estos datos con precisión porque varios ciudadanos anónimos grabaron con sus celulares lo ocurrido y subieron las imágenes a las redes sociales. En el momento en que Bassil Dacosta fue asesinado, no había ningún medio de comunicación tradicional cubriendo el hecho. Se trató simplemente de la acción voluntaria y ciudadana de los testigos y vecinos presentes en el lugar. 

 

Lo mismo ocurrió el 19 de febrero cuando José Alejandro Marquez escapaba de funcionarios de la GNB en la esquina Candilito de La Candelaria. Los funcionarios que capturaron a José Alejandro no contaban con que un ciudadano anónimo estaba grabándolos con su celular desde una ventana cercana. Alejandro fue golpeado tan salvajemente que le fracturaron el cráneo y esto le originó una hemorragia que le causó la muerte. Gracias al video anónimo el CICPC logró identificar a siete funcionarios de la GNB por este suceso. 

 

Un día antes, un grupo de pistoleros vestidos de rojo dispersaba a tiros una protesta en la Avenida Cedeño de Valencia. La modelo Genesis Carmona recibió un impacto de bala que le causó la muerte. Sin embargo, los pistoleros no sabían que desde una ventana cercana un ciudadano anónimo los grababa con su celular. Tampoco sabían que sus imágenes se harían virales en las redes sociales y que en un ejercicio inédito de investigación ciudadana serían identificados -con nombre y apellido- por usuarios de Twitter.  

 

El 24 de febrero Marvinia Jimenez fue torturada y golpeada con un casco en la vía pública de La Isabelica por una funcionaria de la Guardia del Pueblo. Un reportero escondido en una ventana grabó el hecho y las imágenes le dieron la vuelta al mundo. Gracias a la viralización del material audiovisual en Internet, el Ministerio Público se vio en la obligación de imputar a la funcionaria involucrada, quien días antes había sido identificada por ciudadanos en las redes sociales. 

 

Estos son solo algunos ejemplos de cómo periodistas ciudadanos anónimamente pueden registrar importantes violaciones a los derechos humanos y registrarlas públicamente como evidencia directa de lo que vivimos. Sin las cámaras de estos ciudadanos, hoy no habrían responsables en los casos de Bassil, Jose Alejandro, Génesis y Marvina.

 

El gobierno se inspira en ejemplos históricos de represión que ejercieron otros países en el pasado pero estos ejemplos no contaban con el poder mediático del periodismo ciudadano. Pensaban que, como ocurría en el siglo XX, si controlaban los medios tradicionales, podían también controlar la totalidad del flujo de información. El socialismo no sobrevive sin elementos censores que regulan, editan y controlan la información que llega a la sociedad.

 

Cuando fusilaban a campesinos e intelectuales en la Cuba comunista no había internet, ni Twitter, ni celulares con cámaras. Tampoco existían estas herramientas en la Unión Soviética cuando desterraron, torturaron y asesinaron a millones de disidentes políticos y a sus familiares. Ni durante las hambrunas del estalinismo que cobraron millones de vidas en Ucrania y Europa del Este.

 

La dinámica de la información ha cambiado. La ciudadanía es más peligrosa que los medios tradicionales. Nuestro modelo informativo no se puede comprar con testaferros ni lo puede regular Conatel. El periodismo ciudadano es anónimo, no depende de editoriales, del músculo informativo de los medios tradicionales ni de la presión a la que son sometidos por el Estado. Si la información es buena e importante, se hará rápidamente viral en las redes sociales. 

 

Comenzando 2015 los ciudadanos nos enfrentamos a la censura en los supermercados, nuevamente no hubo institución estatal que pudiera impedir que las imágenes de largas colas y anaqueles vacíos le dieran la vuelta al mundo ni que fueran tendencia en las redes sociales durante tres días continuos. No tenían control de la situación.

 

No tener el control es algo que le preocupa sobremanera a los socialistas. Su ideología depende íntegramente del control: medios estratégicos de producción, economía, recursos naturales, información. Todo debe estar alineado, editado y maquillado para adaptarse a los estándares del modelo de Estado.

 

Nunca antes habían estado tan descubiertos y evidenciados. Hoy los ciudadanos tenemos una herramienta que ningún político, grupo de poder o potencia extranjera ha tenido antes. Podemos llevar al gobierno a nuestro campo de batalla: el de la verdad, y batallarlo desde ahí. Para una ideología que se sustenta en la mentira, batallar en el campo de la verdad representa una gran amenaza. 

 

Sigamos informando.

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