Sociedades al límite

Por Liscar Bonilla G.

@liscarbonilla

 

 

 

Uno de los conceptos que más he pensado últimamente; ha sido el de sociedad. Su carácter polisémico permite que sea asociado a un sinnúmero de ideas y significados; pero en esta ocasión nos enfocaremos en la delicada relación que existe entre las comunidades y los procesos intrínsecos de colaboración, comunicación, reglas y responsabilidades dentro de su entorno.

 

En ese sentido, quiero plantear una serie de aproximaciones sobre cambios tangibles e intangibles que están viviendo las sociedades en muchas partes del mundo y que nos presentan a la luz de los hechos-cotidianos-, cambios de paradigmas que desafían incluso la racionalidad de algunas acciones que hace algunos años atrás resultaban poco probables o muy esporádicas. Pero la realidad es otra y en resumen lo que leemos en las noticias da miedo y decepción.

 

Mucho miedo y decepción. Atentados premeditados contra niños, secuestros de jóvenes, brutales desapariciones, terrorismo doméstico e internacional, asesinatos múltiples, violaciones de DDHH, prevalencia de gobiernos “democráticos” prolongados, crímenes de lesa humanidad, abusos de autoridades, presos políticos, activistas que destruyen. Innumerables situaciones como éstas son las que inundan las redes y medios de comunicación a todo nivel. ¿Cuál es el límite de las sociedades sometidas a tales calamidades? ¿Cuál es el resultado de una exposición desmedida a la violencia y a la incertidumbre? ¿Cuáles son los efectos y en qué se traduce el convivir y llegar a aceptar tales comportamientos?

 

La respuesta no la sé. Sin embargo, mi idea es que estas sociedades que están siendo llevadas al límite por gobiernos o por sus propios ciudadanos, pueden estallar de un momento a otro. La mezcla desigual de las fuerzas sociales, culturales, religiosas, económicas y políticas e intereses individuales tal y como los conocemos hoy, no está dando resultados. Hemos fallado en el propósito de fomentar y mantener sociedades en paz, libres, productivas y tolerantes. ¿Es que acaso no hay límites?

 

La destrucción masiva de los valores es lo que hay que detener. Es allí donde está el dilema de muchas sociedades que hoy las sentimos exhaustas y maltratadas. Y una sociedad cansada simplemente no tiene fuerzas para enfrentar cambios, tampoco para generar soluciones y menos para apostar por procesos de cambios estructurales positivos. Hoy el mundo está agotado de todo. Es responsabilidad de cada uno de nosotros, dar un nuevo paso al frente, tener una actitud distinta; volver a la ética, a la creatividad y a la verdad, a la moral. Pero, ¿Es posible lograrlo?

 

Es un reto que conlleva tiempo. Plantear la redimensión de un nuevo concepto de sociedad debe comprender elementos tecnológicos, antropológicos, incluso filosóficos que va desde los sistemas de información actuales hasta el análisis de los problemas ambientales a los que nos enfrentamos. Equilibrar la relación entre nuestras sociedades es un trabajo delicado, y el punto de no retorno parece estar cada vez más cerca. Es deber de gobiernos y ciudadanos acercarnos como sociedad para promover el entendimiento, el respeto, y la colaboración. Quizás podemos ir alejándonos poco a poco del abismo de la hostilidad y la indiferencia. Posiblemente allí; no tendremos límites.

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