Paz mundial

Por Paola Sandoval

@PAOSandovalM

 

 

 

Enero me recibió con un brote de lechina razón por la cual estuve gran parte de las primeras semanas acostada, apartada del ritmo rutinario y la velocidad a la que estamos sometidos diariamente. Esto me permitió también revisar algunos archivos, videos y observar con mayor detenimiento el quehacer cotidiano.

 

Al encender la televisión, History Chanel pasaba un programa especial sobre las guerras mundiales. Se veía en una fotografía a los presidentes de aquel momento reunidos para resolver los problemas entre estados y los acuerdos que llevarían a los acontecimientos posteriores. De la misma forma, siguió otro programa en el cual explicaban acerca de la teoría del plan Nazi de conquistar Latinoamérica y cómo muchos de ellos quisieron refugiarse en estos países después de cometer sus atrocidades. Días más tarde me encontré con un documental titulado “Bowling for Columbine” realizado por Michael Moore, acerca del escaso control de armas en EE.UU a propósito de la tan famosa masacre. Cabe destacar que recibimos el año con dos noticias horrendas; la matanza en Nigeria y el ataque al periódico Charlie Hebdo en Francia.

 

Lo interesante de esta situación es que nunca dejé de ver algún episodio agresivo a mí alrededor. Así me aislara de los medios de comunicación y de las redes sociales, siempre llamó la atención alguna circunstancia feroz como por ejemplo cuando salí a prender el carro unos días después y consigo encima de mi capó un niño sentado a lo cual le llamo la atención por obvias razones. Sus compañeros, entre ocho y once años en lugar de defenderlo me decían para mi sorpresa que lo podía “moler a patadas” si lo encontraba nuevamente, con toda la normalidad del caso.

 

Hay algo que me parece interesante: en nuestro subconsciente colectivo está instalado un arquetipo común: el ferviente deseo de la paz mundial. En múltiples videos podemos observar la consabida escena de la Miss Universo respondiendo a la pregunta más famosa de todas: ¿Cuál es su deseo para el mundo?: – Por supuesto que la paz mundial – responde ella muy sonriente y así como este popular cuadro tenemos otros más; la Virgen María libre de mácula, los ángeles en el paraíso y el dar la otra mejilla (cosa que nadie haría por la calle si viniera un extraño y lo cacheteara por mucho cristianismo que profese).

 

Echando un vistazo a mi realidad, me doy cuenta de algo fundamental: jamás ha habido paz. Este plano de existencia pareciese que estuviera construido a favor de la violencia. Todos estos sucesos recientes me generan varias interrogantes. ¿Está en realidad el ser humano preparado para la paz mundial? ¿Ha estado el hombre alguna vez en un verdadero estado de paz? ¿Ha dejado de haber algún conflicto en el mundo durante un día por lo menos? ¿Acaso la violencia se debe a los videojuegos y al estilo de vida del siglo XXI o nuestra naturaleza violenta viene desde tiempos lejanos? ¿Es genético? ¿Será producto del pecado original? ¿O acaso vinieron los marcianos a experimentar con monos y lograron que la especie evolucionara pero se les escapó el gen de la violencia?

 

Si miramos a nuestro alrededor y ahondamos un poco en los sucesos de nuestra historia nos daremos cuenta que hemos permanecido millones años en un estado permanente de guerra: desde la prehistoria creando armas, cazando animales, esclavitud egipcia, Esparta, opresión a los cristianos, invasiones germánicas, hunos, inquisición, guerras mundiales, bombas atómicas, guerra de Vietnam, guerra de Irak, terrorismo, opresión en Corea del Norte, y un largo etc.

 

De la misma forma, si analizamos nuestra vida cotidiana nos damos cuenta que el sexo mismo sería un acto de violencia, al parir se violenta la mujer de cierta manera, los niños sin criarlos son como animalitos crueles que destruyen cosas a su paso y también comemos, hablamos y pensamos con violencia.

 

Sin embargo las generaciones cuando llegan a determinada edad comienzan a pensar que en “sus tiempos” todo era más pacífico, no existían sucesos “tan feos” y todos éramos felices. ¿Acaso será una sensación característica de la madurez? ¿Nos hemos ido poniendo más violentos con el tiempo o siempre ha sido igual? ¿No hemos evolucionado nada entonces? ¿Es necesaria la violencia?

 

Quizás podría ser el mismo plano de existencia que requiere de la violencia para la evolución espiritual. Quizás está genéticamente incluida en la raza humana y el objetivo es canalizarla en obras más sublimes. El problema es cuando se une esta genética a la lucha por el poder, a las organizaciones que buscan la dominación de las masas a toda costa y todo se transforma en una fuerza de tal contundencia, que tiene consecuencias desastrosas. En el plano metafísico la violencia es una energía más, que hay que utilizar con cautela para generar resultados coherentes. Quizás permanezcamos otros miles de años tratando de manejarla correctamente.

(Visited 64 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras