Que no triunfe el vil egoísmo

Por Jilmer Valera

@Jilmir_Valera

 

 

 

Mucho hemos escuchando ante tanta incertidumbre y desasosiego que para no cometer los errores del pasado debemos conocer dichos errores, y no hay manera de cumplir con la premisa sin estudiar nuestra historia. Historia que nos refleja el accionar de grandes personas que sirvieron en primer lugar, para construir las cosas que tiene nuestro país y el hilo conductor de nuestra República; y en segundo lugar, ver esos errores que se cometieron y dieron paso a esto que hoy en día tanto lamentamos y cargamos como una cruz a cuestas.

 

Uno de los grandes errores que vemos en nuestra historia es el silencio. Sí, silencio. A pesar de ser tan alegres y conversadores, los grandes errores marcados en nuestros años han sido el callar las verdades y ante los abusos, no decir nada o decir muy poco. En definitiva, a parte de la bondad y solidaridad que caracteriza al venezolano, una gran cuota de permisismo completa nuestro desempeño. Además, somos expertos para cumplir órdenes subliminares porque pareciera que estamos atentos a las cortinas de humo que lanza el régimen, para prestarle completa atención y dejar pasar como “Pedro por su casa” las decisiones políticas, económicas, sociales y demás que el fantoche ejecutivo está tomando.

 

El 2015 ha sido un año experto en sacar esos rasgos a flote y remarcar la incertidumbre y la desidia que desde hace poco más de 16 años nos arropa. Un régimen totalitario hegemónico que se ha encargado de burlar de una manera extraordinaria nuestro accionar y ha entendido como doblegar utilizando el psicoterror para lograr mantenernos sumidos a sus decisiones, trabajando para sobrevivir y tranquilos en nuestras cuatro paredes mientras sus rasgos totalitarios se afilan; a través del miedo inserto en la sociedad con resoluciones como la 008610 donde se le coloca la medalla de asesino a aquel que algún día juró por su patria y está subordinado a un inepto como el Ministro de Defensa.

 

Continuamos viviendo esa eterna lucha del bien contra el mal. Lucha en la cual identificamos personas inocentes y culpables de bando y bando. Vivimos esa eterna lucha entre el positivismo y el iusnaturalismo o derecho natural; esa lucha en la cual el positivismo busca sustituir el bien que por naturaleza expone y defiende el iusnaturalismo. Entonces, ¿hemos vuelto al pasado? ¿Hemos vuelto a lo peor del siglo XX o a lo peor del siglo XIX? Pues son los acontecimientos que se incrementan a diario en el país lo que nos hace expresarnos y gritar lo que muchos otros han callado. Al parecer, somos fieles a Sócrates y hemos asumido sufrir la injusticia sin cometer injusticia alguna. Nos hemos resignado a aceptar un régimen que maneja la justicia planteada por Trasímaco, y le damos carta blanca para que haga el bien a sus amigos y el mal a lo que ellos consideran sus enemigos, que no son más que venezolanos pensantes. En resumidas cuentas, hemos perdido nuestra capacidad de asombro, nuestra sensibilidad. Nuestra idiosincrasia, nuestra venezolanidad.

 

Es imposible que se nos haga fácil permitir que nos vulneren nuevamente nuestro derecho a la elección secuestrando de manera arbitraria al Alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma, quien primero lo apresan y luego brotan los cargos. Perdimos la sensibilidad y volvemos al auge político por la muerte de un joven de tan solo catorce años quien murió demostrando lo solidarios que somos los venezolanos. ¿Hasta cuándo permitimos que esto siga pasando?

 

Es hora de responder ante nuestra cuota de responsabilidad. Es hora de despertar y darnos cuenta que el país no avanzará hasta que nosotros no accionemos en función de detener a los asesinos que se intentan perpetrar en el poder. Mencionábamos al inicio de estas sentidas líneas la tarea de conocer la historia para entender lo que pasa, no tropezar con los errores anteriores y tomar las cosas buenas que nos han dejado nuestros antepasados compatriotas. Como fue expresado el por el Dr. Jorge Olavarría, de manera excelsa:

“Es la hora de hacer verdad el himno que hoy cantamos. Es la hora de hacer como ellos. No de hablar de ellos, porque si no, seguiremos cantando, que el vil egoísmo otra vez triunfó”.

 

Es momento de colocar nuestras frustraciones políticas y electorales a un lado y utilizar esa esperanza que aún queda en cada corazón venezolano y de manera constante conseguir el éxito.

No podemos dejar morir nuestra República.

No podemos dejar morir a un venezolano más.

Recuperaremos nuestra democracia. Reconstruiremos nuestro país.

 

“¿Qué más se puede decir para sacudir a los venezolanos que me escuchan y sacarlos de su apatía, de su conformismo, de su cobardía cívica? Para alentarlos  de lo que puede suceder y va a suceder si se deja pasar lo que se está diciendo y haciendo”

Jorge Olavarría

5 de julio de 1999

Congreso Nacional

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