El efecto Lucifer en Venezuela

Por Daniel Gonzalez

@GonzalezGDaniel

 

 

 

“Cuando el poder se alía con el miedo crónico, se hace formidable”

Eric Hoffer

Es posible que en algún momento fueron bebés hermosos, con miradas tiernas y expresiones sublimes. Hoy algunos de estos tienen aterrorizado a un país entero y han hecho del crimen una fábrica eficiente de producción de cadáveres. Quizá en el país, hoy, ellos fabriquen más muertos que autos las ensambladoras. En una sola semana tres hechos fueron noticia. Ya en Venezuela no se usa ese cliché de estremecieron a la opinión pública, se llega al fueron noticia. Son tantos los muertos y tan frecuentes las noticias sobre ellos que para el venezolano ya es tan normal como hacer la cola para comprar el papel tóale. Nadie se horroriza. Nadie se espanta. Todos somos cómplices desde el silencio y el miedo. Hace semanas asesinaron a un Polichacao, respondía al nombre de Daniel Serrano y le dispararon en la cabeza. Hace pocos días las cámaras de seguridad del Centro San Ignacio captaron el momento en que un delincuente descargaba su arma contra un conductor y recientemente unos bandidos asesinaron a un mayor del ejército en el estacionamiento del Gama Express en Chuao.

 

¿Qué hace que ese adorable niño, de rebosantes cachetes y tierna mirada, se convierta en un asesino? Phillip Zimbardo en el libro El efecto Lucifer da unas pistas. Ante la pregunta ¿el mal es fijo e interno o mutable e interno?, la respuesta es que “nuestra naturaleza puede virar hacia el lado bueno o el lado malo del ser humano. Según esta perspectiva incremental, las cualidades se adquieren mediante la experiencia o la práctica intensiva o por medio de una intervención externa, como el hecho de hallarse ante una oportunidad especial. En otras palabras, podemos aprender a ser buenos o malos con independencia de nuestra herencia genética, nuestra personalidad o nuestro legado familiar”. Es decir, el entorno puede moldear esa sonrisa infantil hasta convertirla progresivamente en un rostro que proyecta odios y ejecuta sus resentimientos; en un ser capaz, por ejemplo, de disparar unas nueve veces a alguien a plena luz en el Centro San Ignacio, salir de la escena del crimen como si nada y burlarse de la oficial de policía a quien le dice dónde está el muerto. ¿Cómo? A través de un entorno familiar con despotismos y carencias; en muchos casos donde los niños ven y son víctimas de abusos, y donde no se imponen reglas ni se diferencia entre lo socialmente aceptado como bueno y malo. Pero la deshumanización también puede alcanzarse por otras vías.

 

Recuerdan ustedes los casos de Kluivert Roa y de Marvinia Jiménez. La respuesta de cómo se llega al asesinato de Kluiverth pasa por el tratamiento dado por las autoridades al caso de Marvinia. Marvinia fue agredida con brutalidad el lunes 24 de febrero 2014 en el sur de Valencia por una manada enardecida de funcionarios de una cosa llamada la Guardia del Pueblo. En una entrevista publicada en el portal Runrun.es, se asegura que la sargento segunda Josneidy Nayarit Castillo Mendoza, vista por el mundo entero protagonizando el brutal hecho y con orden de aprehensión desde el 2 de marzo del año pasado, no se ha presentado y se le ha visto por la calle como si nada. ¿Hace falta que le explique cuál es el mensaje que este tipo de aberraciones judiciales transmiten a uniformados y colectivos que reciben su diaria dosis, en cadena nacional, de que “los otros”, entre los que orgullosamente me incluyo somos apátridas, pelucones y que no volveremos? Un año después, Kluiverth, un muchacho de apenas 14 años fue asesinado por un funcionario de la PNB en la carrera 15 del Barrio Obrero de San Cristóbal.

 

El mismo Zimbardo explica que la deshumanización “es uno de los procesos centrales de la transformación de las personas comunes en victimarios indiferentes, incluso sin sentido del mal”. Esto fomenta la percepción de que las otras personas son menos que humanos y hace que algunos vean a otros como enemigos que merecen torturas, tormentos o -peor aún- la aniquilación. El detalle está en que este proceso no solo se construye en hogares disfuncionales. El Estado y su aparataje pueden propiciarlo como ya he señalado. En la Alemania Nazi, Julius Streicher, editor de un periódico semanal, tuvo la idea de presentar en su periódico propaganda antisemita que luego fue transferida hasta los libros escolares que leían los niños alemanes. El objetivo de la propaganda educativa era presentar una concepción deshumanizada de los judíos. Por estos días, la propaganda oficial venezolana se empeña en mantener al aire algunas imágenes donde se menosprecia por sus ideas a dirigentes de la oposición y en consecuencia, a las personas que le siguen.

 

La deshumanización quedó más que evidente en el programa En tierra hostil que se grabó en el país, cuando las periodistas entrevistaron a un hampón que sin temblarle la voz y con absoluta tranquilidad habló de asesinatos y secuestros como cualquiera de nosotros puede hacerlo del último viaje fuera del país y de lo lejos que vemos el próximo. Para esos monstruos somos menos que humanos, que solo merecemos estar vivos si ellos pueden obtener algún beneficio económico. Así está Venezuela, dominada por el efecto Lucifer.

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