La anti-mujer: “Rompiendo paradigmas”

Por Mario Guillermo Massone

@massone59

 

 

 

“Con esto estamos rompiendo paradigmas. Se están acabando las mafias que existían en las universidades, no solamente con la venta de cupos; sino con la venta de la persona. Porque muchas veces, las jóvenes tenían que asumir y entregar parte de su cuerpo para la garantía de un cupo…” Luisa Ortega Díaz

 

El viernes 15 de mayo, en un acto en el que se usurpó la autoridad natural de la universidad a gobernarse a sí misma, del conocimiento de decidir sobre sí mismo, en libertad, la fiscal general pronunció estas palabras. Estas otras, las palabras mías, se dirigen a la afrenta en contra de nuestras mujeres universitarias.

 

Mi primera impresión

Como hombre venezolano y cercano a la universidad, mi capacidad de asombro fue asaltada a mano armada. El espectáculo televisado en el que se destruía a la academia, fue acentuado por la afirmación de la fiscal en ofensa a la mujer venezolana universitaria.

 

Mi primera reacción fue una carcajada. Reí a gritos un buen rato. El absurdo mezclado con la mentira siempre pueden producirnos ciertas sensaciones. En este estado de ánimo, imaginaba preguntarle: “¿Y tú, cuál parte de tu cuerpo diste cuando eras joven, para garantizar cupo en la universidad? ¿Y a quién se la diste? ¿Fue a más de uno? ¿O una? Y por cierto: ¿Qué parte fue? ¿Una mano? ¿Una pierna? ¿Los pies?…”

 

Luisa Ortega y El Mercader de Venecia

Luego, pensé que eso de que “las jóvenes tenían que asumir y entregar parte de su cuerpo para la garantía de un cupo” me recordaba a El Mercader de Venecia de Shakespeare. Si nos tomamos en serio las palabras de Luisa Ortega, aunque sea para complacerme un instante con lo que sigue, ella habla en lenguaje jurídico. Habla de contratos y garantías, ilegales por su causa, ¡de cajón! La venta de cupos y la de personas. Habla de personas, tópico esencial del derecho. E incluye a las garantías. En resumen: afirma hechos sobre materias legales.

El deudor debe pagar la obligación al usurero, o entregar partes físicas de su cuerpo, previamente pesadas en una balanza en compensación. Como castigo. Esa es la médula de la obra de Shakespeare. Lo que propone Luisa Ortega, si la tomásemos en serio, es que la garantía, cual arras, para asegurar un cupo universitario era para las jóvenes venezolanas entregar una parte de su cuerpo. Cuando nos referimos a que una mujer se entrega sexualmente, solemos decir: “Entregó su cuerpo”. Nunca: “Entregó una parte de su cuerpo”. Además, uno se pregunta: “¿Una vez graduadas les devolvían sus partes? Nunca he visto un título universitario con un muslo femenino enmarcado con el título. Y: ¿Cómo se negociaba cuáles partes se entregarían?

 

Contacto con lo femenino

Admiro a la mujer valiente. Determinada. Creo en la superioridad femenina, como creo en la masculina. Cada cual a su manera. Somos superiores, mujeres y hombres, al resto de la biología terrícola.

 

Soy un enamorado confeso de la feminidad. Es muy agradable conversar con una mujer hermosa e inteligente. Uno, como hombre, observa. Siempre observa, hasta cuando no lo hace. Y las venezolanas, las mujeres venezolanas, tienden hacia la inteligencia y la belleza. De modo que como espectador de lo femenino, e interlocutor, no recuerdo haberme encontrado ni cruzado,  de tantas universitarias que conozco, que le falten partes de su cuerpo que no sea por una enfermedad o accidente. Pero así, de manera gratuita, no. Si eso hubiera sucedido en el pasado, veríamos a diario a mujeres con título universitario, profesionales, ejecutivas, mochas. Mujeres mutiladas. Con una sola oreja. Sin un dedo.

 

Sé lo absurdo que resulta este ejercicio. Y es precisamente el absurdo, a su máxima reducción, lo que quiero resaltar. Ahora, dejando de lado la posibilidad de seriedad jurídica o de cualquier índole, el que una mujer universitaria, y fiscal general, afirme que era una práctica que las jóvenes bachilleres de Venezuela se entregaban sexualmente para asegurar sus cupos en la universidad, es algo de enorme importancia, y que trasciende a la mujer venezolana y llama a la feminidad global a alzar su voz ante esta infamia. Porque eso fue lo que Luisa Ortega le endilgó a la mujer, en particular, a la venezolana.

 

Pudo haber dicho: “Las mujeres universitarias, en Venezuela, son unas putas.” Pero no parece conveniente, pues la misma Luisa Ortega es una mujer universitaria venezolana. Me pregunto si Luisa Ortega afirmó esto por un asunto que solo ella vivenció.

 

Libertad y los logros femeninos

En la noche de ese día, conversando con mi amiga Libertad sobre el hecho me dijo: “Luisa Estela sin duda entregó el cerebro para poder estudiar. Eso está clarito. Y además, a mi criterio, si lo dijera, ganaría credibilidad.” Es la respuesta de una mujer venezolana y universitaria. Una mujer que se afirma y reafirma en su feminidad. También me dijo: “Ese discurso de Luisa Ortega atentan contra los logros femeninos.”

 

Esos dos comentarios de Libertad me revoloteaban en la mente. En justicia, el reconocimiento de la mujer en la historia no ha sido cosa espontanea. Ha sido una larga lucha, para que a estas alturas de la civilización, venga a decir una mujer, u hombre si hubiere sido el caso, que parte de los logros de la mujer venezolana se debe a su “prostituibilidad” o “prositucionalidad” (no creo que existan estas dos palabras, pero como dijo Unamuno: “Es como se oye, no como se lee”). Estos, en todo caso, no son atributos de nuestras universitarias. Ni de las de hace algún tiempo, ni de las de hoy. Las y los prostituidas y prostituidos moral y legalmente, ostentan cargos con signo totalitario.

 

La destrucción del conocimiento sigue en marcha en Venezuela. Ahora, aunado a ello, Luisa Ortega pone bajo sospecha la integridad de la mujer venezolana que ha ido o está en la universidad. Al menos las coloca bajo sospecha en su propia mente.

 

Luisa Ortega ha querido romper un paradigma de nuestra idiosincrasia; arraigado a nuestro acervo cultural: el paradigma de la mujer venezolana luchadora que se supera por su propio esfuerzo. Por su propio trabajo. ¡Y mérito! Un paradigma que no es sino reflejo y reflexión de la realidad femenina en Venezuela.

 

La anti-universidad. El anti-conocimiento. La anti-mujer. 

(Visited 114 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras