Editorial #266: El 7-D

La mejor herramienta es la verdad

 

 

Llegamos donde teníamos que llegar. No nos puede sorprender, no fue por falta de aviso. Los meses de interminables colas frente a mercados y hasta saqueos como consecuencia de niveles de escasez nunca antes vistos, la inflación más alta del mundo que se traduce en precios que suben diariamente y son hoy casi inalcanzables, la inseguridad que hace de Venezuela uno de los países más violentos del mundo, y todo el deterioro que encontramos por donde miremos, es producto  de un modelo fracasado que ha quebrado al país económicamente, socialmente y moralmente.

 

No son solamente los índices los que cuentan nuestra terrible historia, son también las historias las que mejor dibujan el trágico panorama que hoy vivimos. Como la denuncia que la semana pasada hizo Lumay Barreto, alcaldesa del municipio Páez y separada de su cargo por el Tribunal Supremo de Justicia, en la que afirmaba que después de la tragedia que golpeó a los habitantes de Guasdualito, funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana estaban vendiendo a los damnificados la comida que llegó como ayuda para aquellos que perdieron todo a causa de las inundaciones.

 

O como la historia de Julio César Palomo, un hombre de 36 años que murió como consecuencia de los golpes, cuchilladas y quemaduras que le propinó una poblada en el barrio 8 de Diciembre de San Cristóbal. Los habitantes del lugar lo hirieron, luego lo rociaron con gasolina y le prendieron fuego. Oficiales de la Policía Nacional lo encontraron cuando aún ardía. Solo en junio, se reportaron seis linchamientos de presuntos delincuentes, un síntoma no solamente de la inseguridad, sino también del hastío de una sociedad que no cree ni en los cuerpos policiales ni en la justicia.

 

Tenemos elecciones parlamentarias dentro de pocos meses. Ese puede ser un hito importante en la lucha que se viene dando desde el año pasado y de diferentes formas. Pero creer que la cita electoral, incluso en el mejor de los escenarios, será la solución a todos los problemas, no es realista. No votar sería tan ingenuo como creer que solamente votando saldremos de esta pesadilla de la que aún no podemos despertar.

 

La oposición tiene elementos suficientes para ser optimista de cara a las elecciones del 6 de diciembre. Nadie duda hoy que es mayoría y tampoco creemos que existan dudas sobre la disposición de los ciudadanos para acudir, una vez más, a votar. Sin embargo, tampoco deberíamos dudar de que el gobierno no está dispuesto a perder el control de la Asamblea Nacional, porque sabe muy bien lo que eso significaría. Sería menos costoso para ellos hacer el fraude más grande que hayamos visto, o incluso suspender las elecciones, antes de perderlas. Entonces, ¿cuál es el plan de la oposición para el día siguiente de las elecciones? Mejor comenzar preguntándonos, ¿hay un plan? Acaso, ¿más salsa y cacerolas?

 

El 7D es tanto o más importante que el 6D. Es por eso que, ante esa importante contienda, la oposición debe exigir desde ahora cinco condiciones electorales: i) Auditoría independiente del Registro Electoral; ii) Observación internacional; iii) Contar el 100% de las papeletas; iv) El cierre de las mesas a las cuatro de la tarde por seguridad; y v) Tinta indeleble auditada el día de la instalación.

 

El camino que nos llevará a recuperar la democracia y salvar lo que queda de república no está hecho, debemos hacerlo al luchar. La mejor herramienta es la verdad.

 

De cara a las elecciones del 6D, la verdad es que debemos empezar a pensar en el 7D.

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

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