El compromiso

Por Alfredo Yánez Mondragón

@incisos

 

 

 

Se reconoce el esfuerzo, y con ello se establecen expectativas respecto a lo que puede ser el futuro político de un país que se ha empeñado en lo inmediato; entre otras cosas porque pierde la memoria y olvida que frente a una estrategia tan ambiciosa como la que se acaba de presentar es necesario activarse en función del seguimiento, la participación y la solicitud de rendición de cuentas.

 

Los pasos dados; todos con alto nivel de importancia, no tendrán la relevancia requerida si llegado el momento, los referentes se escurren entre excusas, recurren a argumentaciones rebuscadas y, en definitiva, se deslastran de los acuerdos, porque la coyuntura cambia.

 

Lo escéptico del comentario viene dado por los más recientes eventos de trascendencia nacional; de estructura; de dinámica histórica: Las 100 soluciones para la gente, la victoria parlamentaria de 2010, la ambición de 2011, los lineamientos para un gobierno de unidad nacional; el llamado informe Hospedales y la decisión de selección de candidaturas para los comicios legislativos de 2015.

 

Cada uno de esos momentos estuvo enmarcado en una coyuntura histórica y, lamentablemente, ninguno respondió a las expectativas generadas. Las buenas intenciones se diluyeron, se esfumaron, se maquillaron en medio de un chantaje “necesario” y una victimización bien vendida; que al final no supo satisfacer las necesidades de un país esclavo de una ideología y en buena medida cómplice por indiferencia.

 

El compromiso que los referentes políticos acaban de asumir solo tendrá los resultados que los venezolanos de buena voluntad desean, en la medida que esos mismos venezolanos asuman también un compromiso de contraloría, un compromiso de criterio republicano, un compromiso de seguimiento constante y reclamo efectivo.

 

La política venezolana se ha empeñado en lucir enlodada, porque se divorcia con asombrosa facilidad de la realidad de la gente; precisamente por eso la gente ve con escozor a la política; y esa es la principal razón por la que debe asumirse un nuevo pacto social, un nuevo compromiso.

 

Los documentos anunciados y presentados por la Mesa de la Unidad Democrática, vinculados a la tarjeta, comando, campaña y trabajo unitario e procura del triunfo y su aplicación en la Venezuela que ha de venir; han sido el compromiso entre los partidos políticos que hacen vida en la MUD. Corresponde ahora hacer permear esos acuerdos hacia la sociedad; hacia otros actores, hacia el país.

 

El tiempo por venir no es -ni será- agradable; por eso es clave que entendamos que estos compromisos entre los políticos pueden o no tener resultados; y que ellos asumirán o no sus consecuencias. Sin embargo; el compromiso propuesto, con sus expectativas y esperanzas, necesariamente tendrá consecuencias para la sociedad. En ese sentido; esos compromisos deben –con todo el tono de obligatoriedad posible- involucrar a la gente, de manera que cualquier desvío sea denunciado de inmediato; a fin de que el nefasto prontuario de olvidos no se repita jamás.

 

El compromiso de la sociedad no se circunscribe a ir a votar el 6D. Va mucho más allá. Si eso se entiende; entonces la historia aplaudirá lo que acaba de ocurrir en el seno de la MUD; si por el contrario, se repite la historia de transcripción de letra muerta; entonces seguiremos sufriendo las consecuencias de la irresponsabilidad colectiva de dejar todo en manos de aquellos que firman cualquier cosa; sin tener la capacidad de asumir, como venezolanos, el tamaño del compromiso que se les presenta.

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