En Venezuela no hay interés en problemática de residuos electrónicos

Por Laura Andreina Rodríguez

@IsLarv

larodriguez@guayoyoenletras.com

 

 

 

Expertos estiman que para el 2016, el volumen global de residuos electrónicos generados llegue a 93,5 millones de toneladas

La mayoría de los aparatos electrónicos que se encuentran en cualquier hogar contienen: plomo (soldaduras), cobre (alambres), aluminio, hierro, níquel (baterías), litio (baterías), oro (microprocesadores), mercurio (bombillos ahorradores), plata (soldaduras), entre otros. Además de encontrarse en aparatos electrónicos como los teléfonos inteligentes, cámaras fotográficas o computadoras; estos elementos tienen otras cosas en común: no son renovables y constituyen un peligro para la salud. En pocas palabras, todo, desde un teléfono celular hasta una lavadora, al dejar de funcionar, si no se maneja apropiadamente, contamina el agua y el suelo, convirtiéndose en un problema de salud mundial, advierte el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

 

¿A dónde van a parar estos aparatos electrónicos una vez dejan de funcionar y se vuelven desechos? El periodista, creador del programa de consciencia ecológica y educación ambiental “Ecoprácticas”, Fernando Jáuregui, apunta a que la falta de políticas y acciones concretas en este ámbito en el país dificulta que empresas y ciudadanos comunes sepan qué hacer ante este tipo de desechos y terminen botándolos junto a desechos orgánicos o acumulándolos.

 

Por su parte, Marcial Barrios, Coordinador del Movimiento Ecológico de Venezuela, afirma que el tema de los desechos electrónicos es una grave preocupación ambiental. Agrega que, al menos en Caracas y Mérida, los vertederos se llenan de estos desechos sin ser clasificados y muchas veces se realizan quemas masivas en los mismos. “En estas quemas, los plásticos, baterías, pilas, bombillos con mercurio, y demás productos con metales pesados van a la atmósfera y esto lo respira la población o cae en forma de lluvia a los suelos. También los desechos electrónicos terminan en los ríos una vez que comienza la temporada de lluvia”, explica.

 

La Ley de Gestión Integral de la Basura, que salió en Gaceta Oficial en el 2010, prohíbe la importación de residuos peligrosos, categoría donde incluye a los “productos tecnológicos obsoletos”. En su artículo 35 se menciona la importancia de que los productos que generen residuos sólidos cuenten con programas que garanticen su reutilización en la cadena productiva o su reciclaje. En relación a esto, Barrios sostiene que en Venezuela no se cumple ese artículo debido a que pocos saben lo que se importa y los permisos de importación no cuentan ante la corrupción que impera en las aduanas. “Falsos importadores de turbinas de aviones que traían chatarra, la cotizaban como nueva para pedir Cadivi. Esta estafa a la Nación se daba porque simplemente no existen controles. Lo peor es que no hay detenidos y todos esos componentes electrónicos quedan en nuestra tierra sin ningún tipo de destino”, asevera.

 

Barrios añade que la importancia de las leyes se da cuando existe la disposición real de hacer los cambios pertinentes. Según este activista medioambiental, el problema radica en que el reciclaje no es política de Estado y que el Poder Municipal, encargado de la recolección de los desechos sólidos, tampoco le da la importancia debida.

 

Para Marcial Barrios existe otro problema que opaca a las leyes ambientales del país: la ausencia de un entramado empresarial suficiente y listo para aprovechar los desechos sólidos. Vitaambiente es una de las pocas empresas que se dedican al manejo de desechos peligrosos en el país y funciona desde el 2012. Madelein Díaz, una vocera de la empresa, explica que allí trabajan con bombillos ahorradores (que contienen mercurio), pilas y baterías y basura electrónica de la línea gris (que abarca a todos los productos de informática y comunicación). La empresa trabaja principalmente con compañías privadas. Sin embargo los bombillos ahorradores que recolecta en sus jornadas de acopio Ecoclick son procesadas a través de Vitaambiente en su planta en Cúa, estado Miranda. Igualmente sus contenedores para los bombillos se encuentran en las oficinas de Corpoelec, donde aquellos interesados pueden depositar sus luminarias. Vitaambiente cuenta con la permisología gubernamental para almacenar y reutilizar pilas y bombillos pero es este año que piensan que van a obtener los permisos para procesar declaró Díaz. En el 2014 manejaron 13 mil unidades de bombillos ahorradores, 1.8 toneladas de pilas y baterías y 1.9 toneladas de desechos electrónicos que son únicamente almacenadas. Según Oscar Gómez, otro vocero de la empresa, el 75% de los componentes de los bombillos y pilas son reincorporados como materia prima en otros procesos industriales y el resto se destina a vertederos.

 

Otras empresas privadas como Telefónica, por medio de Movistar, han realizado jornadas de recolección de desecho electrónico en eventos masivos organizados o patrocinados por la misma, tales como conciertos y estrenos de películas, en función de apoyar el reciclaje de este tipo de desechos. Sin embargo, esto no forma parte de una política de acción permanente de la empresa, corresponde iniciativas que surgen como alternativas para impulsar la reutilización del también denominado “e-waste” que eventualmente le dan la oportunidad a las personas de desechar correctamente la basura electrónica que ha acumulado pero no suelen ser constantes. El Coordinador del Movimiento Ecológico de Venezuela explica que, al menos ellos, realizan pocas jornadas de este tipo dado a que se les dificulta poner este tipo de desechos en alguna recicladora.

 

Acciones como estas nacen en respuesta a la evidente necesidad de un sistema de recolección de basura sometido a un proceso previo de selección bajo un criterio ecológico que le dé la oportunidad  de una segunda vida útil a los desechos que estén aptos para ello. Sobre todo en una sociedad en la que el tiempo de vida de un aparato electrónico es cada vez menor por muchas causas, entre ellas: la obsolescencia programada.

 

Fernando Jáuregui explica que esto se trata de una táctica que han venido empleando las empresas productoras y ensambladoras de dispositivos electrónicos, con la cual calculan, programan y reducen el tiempo útil de los mismos. “En el caso de las computadoras, celulares y cámaras es un problema doble: de hardware y de software porque desarrollan nuevos accesorios o software que no son compatibles con versiones viejas, entonces uno se ve forzado a renovar el equipo. Ahí es donde ganan las empresas, vendiendo productos nuevos”, profundiza al respecto.

 

“También ha habido una inducción a que la gente esté cegada por la última tecnología. Por ejemplo: yo me compro el último modelo de computadora porque es más rápido pero resulta que yo lo que uso son programas básicos, por lo que esa rapidez no aplica para el tipo de uso que le doy a esa computadora.”, advierte Jáuregui. Esto responde quizá al hecho de que, de acuerdo con un artículo del sitio web de estadísticas Internet Live Stats, en lo que va de año, a nivel mundial, ya se han adquirido más de 191 millones de aparatos (entre teléfonos inteligentes, tabletas y computadoras) que, al dejar de funcionar, se suman al volumen global de residuos electrónicos que, según los cálculos de la consultora estadounidense Markets and Marketsindican, va a llegar a 93,5 millones de toneladas en 2016.

 

En el caso concreto de Venezuela, es cierto que hay muy pocas opciones para que la ciudadanía practique el reciclaje en cualquiera de las cuatro “R”: reducir, reutilizar, reciclar y recuperar. El periódico Panorama publicó el año pasado unas cifras importantes: en el país se recicla sólo el 9% de todos los residuos producidos. Esto se debe a que, como afirmó Marcial Barrios, hay poco interés en el reciclaje de parte de entes gubernamentales y empresas privadas. Pero también hay una falta de educación ecológica, en el país no hay cultura de reciclaje. En la materia de educación ecológica, la iniciativa más importante que ha existido en el país son los “Juegos de Parques”, creado y coordinado por la presidenta de la Fundación Amigos de Juegos Ecológicos, Maritza Pulido. Para Pulido, la educación medioambiental debe ser un esfuerzo conjunto de las instituciones gubernamentales, las industrias privadas y la sociedad civil en pleno.

 

Por su parte, Marcial Barrios sostiene que el país se encuentra en un momento donde educar al respecto se hace fundamental para poder generar una consciencia ecológica. “El movimiento Ecológico desde hace años ha realizado talleres, foros, charlas, propuestas de leyes, etc., entre las cuales destaca un recurso de amparo ante el TSJ exigiendo la educación ambiental en todos los niveles como lo estipula la ley”,  manifiesta.

 

“Yo, en mi programa Ecopráctica, enfatizo que la salud va directamente asociada al ambiente. A medida que se deteriora el ambiente, también lo hace la salud. Porque una cosa es dar información y otra es que la gente se motive, uno tiene que darles elementos a las personas para que sientan que ese es un problema que les afecta directamente. Estamos hablando de sobrevivencia del ser humano”, declara Jáuregui.

 

El creador de Ecoprácticas, señala, además, que parte de la educación ecológica consiste en hacer ver que el reciclaje puede ser una ganancia, que no solamente es una cuestión romántica o de moda, como algunas personas pueden llegar a verlo; que se pueden generar una gran cantidad de empleos a través del reciclaje.

 

Vitalis Ojalvo, directivo de la empresa Vitaambiente, maneja el concepto de la minería urbana en el que contempla la idea de que, al reciclar, se obtiene un material que ya no se usa al que se le da un valor agregado para con él hacer un nuevo producto en el que se gasta menos en combustible, se ahorra el tener que ir a la mina, se soluciona el problema de la acumulación de estos desechos y se reducen gastos significativamente.

 

Jáuregui apunta también a que hay dos factores que deben trabajarse: el comunicacional y el legislativo. Explica que los medios que existen en el país, incluso los del gobierno, tienen muy poco espacio para hablar constantemente sobre la ecología y el medioambiente, enfocándose en campañas preventivas y de concientización. “Las campañas de ahorro de electricidad son un  ejemplo de esto, se desaparecen cuando hay temporada de lluvia y repuntan cuando hay temporada de sequía. Estamos hablando de algo que debería ser constante, como la publicidad, para que la gente lo internalice”, enfatiza. En cuanto al aspecto legislativo, comenta que las leyes, en este ámbito, se aplican muy poco. 

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