Criollitos: Venezuela es un juego de béisbol

Por Danny J. Pinto-Guerra

@pintoguerra

 

 

 

¿Cómo arranca un juego de pelota? Con la expectativa de dos equipos que lo darán todo para imponerse el uno sobre el otro y ganar el juego.

 

¿Cómo arranca Venezuela? ¿Acaso ya no había dos beligerantes definidos  a partir del siglo XIX? Realistas y Patriotas dispuestos de dejarlo todo en el terreno para ver quién termina imponiéndose.

 

Así empieza normalmente un juego de pelota, con esas dos escuadras ya dispuestas sobre una tierra artificialmente situada pero que jamás podrán dejar hasta que uno haya vencido al otro. Elijo el béisbol sobre el fútbol porque ya de por sí el deporte rey bastante nos ha dejado insatisfechos y con ganas, mientras que la pelota (así le decimos porque es nuestra “pelota reina”) caló muy hondo en las mentes y sueños de los venezolanos desde muchísimo antes que los Pelé y los Maradona nos dejaran boquiabiertos. Es nuestro deporte sello, aun cuando nuestra temporada dure solamente escasos tres meses, en comparación con el fútbol argentino, el cual no descansa más de un mes durante el año ―a menos que haya otro evento deportivo, llámese Olimpíadas, o también Mundial de Fútbol y Copa América―. Para nosotros, el béisbol representa esa esencia del venezolano que desde pequeño se la pasaba entre caimaneras y chapitas, sin dejar de pertenecer en muchos casos a un equipo bien formado, buscando el sueño de ser grandeliga

 

Ahora, aquí es donde empieza lo interesante, cuántos no hay de los que dicen que jugaron béisbol de “chamitos”, o incluso que estuvieron a punto de firmar, o que jugaron para un equipo profesional pero nadie los conoce. Muchos de esos creen que hacer es hablar e imaginar, que la mente proyecta para que otro haga, o peor, ya hizo. Pero supongamos que sí, que fuiste jugador, y sí, fuiste muy bueno y estuviste a punto de ser firmado. Entonces, ¿cómo se veía el juego desde el terreno? ¿Había que tener una posición específica para verlo y participar de mejor manera? ¿Era más importante ser pitcher que cátcher? ¿Shortstop o centerfield?

 

Realmente, depende de lo que cada uno jugó, pues, al final todos -y enfatizo- TODOS son importantes en un juego de pelota. De nada servía ser pitcher y poncharlos a todos si tu equipo no bateaba, mucho menos tener un trabuco ofensivo y a la vez un cuerpo de lanzadores a los que le caen a palo limpio ni bien soltaron la bola. Aquí tendríamos otra diferencia sustancial con el fútbol. Puedes tener un equipo promedio, o simplemente muy malo, pero basta de un jugadón de un Cristiano o un Messi para sellar el marcador con una victoria más agria que dulce (si tu equipo jugó mal, claro). Y volvemos a Venezuela y su constante búsqueda de un Cristiano o un Messi, esa jugada individualista que nos resuelva el partido que venimos jugando y nos den aceptación aquellos que de lejos nos ven.

 

En estos tiempos entendemos que el juego se puede ver de dos maneras: desde dentro o desde fuera del terreno. Seguramente estemos viviendo la época migratoria más alta desde que somos República, y habrá que buscar datos oficiales que nunca aparecerán para ello, pero el equipo se está quedando sin jugadores y es eso lo que puede hacer la diferencia. En otros tiempos bastaba con ser pragmático y sacar al jugador que no te hacía el trabajo para que viniera otro y sí lo hiciera. Era así de simple. Y de hecho, de eso se trata el béisbol, aunque muchos dirigentes digan lo contrario; el béisbol es puro pragmatismo implacable, o eso mismo que en inglés se traduciría ruthless pragmatism, gracias a Frank Underwood. Nuestro actual manager, no sólo no saca a ese jugador que no hace el trabajo, sea lanzar, cubrir o batear, sino que lo rota de posición en posición a lo largo del partido; y quince años ya han pasado con un equipo plagado de utilities en el que ninguno hace el trabajo y llegado el noveno inning, jugamos como nunca, pero perdemos como siempre.

 

Por otra parte, tenemos a los espectadores, aquellos que saben cómo se juega la pelota (o al menos creen saberlo)  y que sólo pueden ver el juego desde las tribunas o a través de los medios, sin mayor participación que gritar y molestarse cada vez que tu equipo hace una mala jugada que termina costando caro. Si el equipo gana, lo celebramos todos, dentro y fuera del terreno, y se lo hacemos saber hasta al que no es fanático; pero si perdemos -he allí otra diferencia-, los espectadores aun cuando se molestan por la derrota se van tranquilos a sus casa, conscientes de que no era su juego, de que otro día ganarán, sin detenerse a pensar mucho que serán ellos, los jugadores en el campo, los que realmente ganarán, y que esa noche que han perdido también se van con la cabeza baja pero a sabiendas de que para levantar vuelo deben hacer algo por sus propios medios, mucho más que asistir al estadio o encender el televisor.

 

¿Y qué se puede hacer ahora que el equipo ha entrado en una vertiginosa racha negativa? Cambiar el manager no necesariamente sea la solución ni mucho menos dejarle todo el trabajo al “cuarto bate” del equipo. Ahora que quienes cubren el terreno están resignados a la derrota y quienes quieren jugar siguen banqueados, ahora que la dirigencia tiene los ojos puestos en concesiones y mantenerse como estrategas de un equipo en decadencia, es ahora que se necesita darle un giro a ese lineup y poner el cuadro a valer.

 

Muchos managers, carentes de tacto y juicio, les dicen a sus peloteros en momentos como éste que se dediquen a otra cosa, que se vayan a jugar a otro equipo si les da la gana, pero cómo sale un equipo adelante así. Quizás haga falta que un día alguien nos diga que no sigamos jugando más a ser venezolanos, sino más bien que los seamos y punto; que hagamos el trabajo desde las tribunas o en el campo, o quizás ya nos lo dijeron y no prestamos atención. Seguimos esperando los próximos entrenamientos primaverales y volvernos a juntar.

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