Corto y sin romanticismos

Por Alejandro Pacheco

 @alejanco2001

 

 

 

A propósito del juicio de López, quiero acotar que por primera vez en la historia, el 11 de septiembre y el tema de los ataques terroristas a las torres gemelas se vieron empañados por una de las decisiones más retorcidas en la justicia, recordemos a la justicia desde su concepto como el principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde.  Según los principios generales del derecho, La Justicia se encuentra representada por una mujer erguida en unos casos, en otros sentada, es una estatua elaborada de mármol con rasgos definidos y muy imponente, en una mano la balanza, en la otra empuña una espada y lo más representativo es que lleva en su cara un tipo de pañuelo o venda que le impide ver a las personas, evidentemente esta simbología tiene su significado, profundo además, de respeto al que no caben las comparaciones de ningún estilo. Las vendas en el rostro, nos hace pensar en la justicia igualitaria, enfocada a los hechos, la balanza, en un lado las pruebas y del otro los argumentos para lograr así un equilibrio y la espada expresa que la justicia castigará con mano dura a los culpables.

 

Creo que la descripción de la imagen de la justicia es claramente discutida en los primeros años de la carrera del Derecho, donde es necesario encaminar al bachiller a lo que se va a dedicar el resto de su vida, por lo menos en teoría, Hemos vistos casos controversiales en la vida política de nuestro país, una de ellas fue la destitución del Presidente Pérez en marzo de 1993 cuando un atrevido Fiscal acuso al Presidente de la República por el delito de peculado doloso y malversación, sus consecuencias fue la inmediata destitución siguiendo los parámetros legales y con una interpretación jurídica, por parte de la Corte Suprema de Justicia para la época, correcta ejemplarizante al mundo entero. Así fue la justicia, donde la venda, la balanza, y la espada cumplieron un lugar determinante en la moral, la ética y en el fortalecimiento de las instituciones democráticas.

 

Posteriormente, algunos años más tarde, ya se escuchaba por los pasillos de los tribunales existir mafias dedicadas a borrar expedientes, sobornar a los fiscales, parrandear con los jueces, y salió por allí, un joven valiente, que se atrevió a denunciar a los jueces que por sobornos cambiaban las decisiones, y los resultados fueron incalculables hasta hoy, siendo este joven, ampliamente conocido y ahora es víctima de su propio libro. Allí comenzó la descomposición de la justicia  hacerse pública y poco confiable. Sin detenerme a desglosar al atentado terrorista de Danilo Anderson.

 

En este momento, puedo asegurar que esos quienes hoy administran justicia, no fueron a la primera clase donde explicaban sobre la imagen de la justicia, es más, les puedo asegurar que ellos comenzaron a ver a esa tipa cuando llegaron al poder, preguntándose tímidamente entre ellos quien será esa vieja, seguro es la dueña de esta casa tan grande, refiriéndose al Tribunal Supremo de Justicia. Tan evidente que nunca la habían visto, mucho menos entienden de moral ni de ética. Ya para este momento la imagen de la justicia tenía la venda descubierta en un solo ojo.

 

Actualmente la justicia está representada por una mujer, que dice que estudio derecho, no lo quisiera dudar, pero las decisiones de su interpretación jurídica me hacen pensar otra cosa, me la imagino bastante deteriorada, sin vendas en su rostro, con unos ojos saltones de miedo, sus venas brotadas y rojas como si tuviese tiempo sin dormir, ojeras grandes, unos cachetes escurridos, el pelo grasoso consecuencia de la escases, una mirada inquieta y con poca concentración. En una mano, lo que en un tiempo se llamó espada, ahora un tanto oxidada, sin cacha, apuntando hacia el piso, porque el transcurrir de los años y la pérdida de peso, ya casi que ni puede alzar la toca esa. En esa mano se le puede ver las venas verdes, gruesas y salidas de la piel curtida de sus luchas, unas uñas largas y negras. En su otra mano, no se ve claramente que es lo que tiene, parece un arma blanca, filosa en la punta, no es un cuchillo pero hace la función, pudiera pensar que es un objeto contundente. Se le nota inquieta, nerviosa y que por dinero sería capaz hasta de aceptar un consulado para cambiar cualquier decisión, probablemente Chile sea un buen destino dijo, le ofrecieron villas y castillos pero muy hábil les recordó que esas huellas que tenía en su rostro no eran de gratis, y si querían cualquier decisión, primero debería tener la aceptación de sus credenciales en cualquier embajada o consulado, y así fue, sus deseos fueron órdenes. Y su sentencia fue conocida por el mundo entero: trece años y nueve meses. Esa es la imagen de la justicia en Venezuela.     

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