Agonía del sistema penitenciario en Venezuela

Por Madeleine Navas

@EstadoVegetal_

 

 

 

Los antecedentes hablan por sí solos; la crisis penitenciaria que atraviesa Venezuela no es desde la gerencia del expresidente Hugo Chávez Frías, el país vive una profunda decadencia carcelaria desde hace varias décadas, y continúa en deterioro.

 

La cárcel es una institución de cumplimiento de penas donde la sentencia cumpla su función: la reinserción social del recluso, que además lo establece la legislación venezolana.

 

Según un estudio de The Economist (revista americana) somos el tercer país con sobrepoblación carcelaria (superación de la capacidad máxima de alojamiento), esto se calcula con la diferencia entre la capacidad de cárceles habilitadas y la cantidad de personas que se albergan.

 

Como lo registra la estadística: de 17.000 reclusos en el 2005, en el 2014 se calcula en 51.000. La capacidad carcelaria no es competente para el número de presos a nivel nacional, por lo que entonces se determina la situación como hacinamiento; violando así sus derechos. Pero además, hay que identificar los dos tipos de privados de libertad: están los procesados (los que aún no reciben sentencia) y los sentenciados (que ya recibieron condena y deben cumplir una pena).

 

Es insólito que el mayor porcentaje de reclusos estén en condición de procesados, sin recibir sentencia judicial, violando sus derechos y el debido proceso que debería funcionar constitucionalmente, es decir, con celeridad, eficiencia y eficacia.

 

Tras conocer las estadísticas más actuales y los motines que se han presentado en los diferentes centros penitenciarios del país, no es necesario conocer el artículo 272 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (el cual establece una serie de medidas destinadas a humanizar el sistema penitenciario), para concluir que los privados de libertad viven en condiciones deplorables, y que no hay una distinción entre los procesados y los sentenciados, la cual debería haber pues la población reclusa debe ser reubicada según la clasificación estándar: máxima, media y mínima peligrosidad.

 

En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en la Ley de Régimen Penitenciario y en el Código Orgánico Procesal Penal, se resguardan la integridad y los derechos humanos de cada recluso. Es necesario buscar alternativas para cesar tanta corrupción e indiferencia con esta realidad que en lugar de rescatar los valores en cada preso, lo que hace es magnificar su maldad, su falta de buen juicio y la muerte de la moral de cada ser humano que está en reclusión.

 

Si la institución que se encarga de penalizar delitos no soluciona el problema, va a seguir sucediendo que sean los privados de libertad los que tomen el control, porque humanizar es una cosa, pero ser permisivos es otra. Por ejemplo: la aceptación de la figura omnipotente del “pran” que opera con autorización de las autoridades, lo cual es gravísimo por permitir que esta figura exista y gobierne dentro del penal, estableciendo penas de muerte y cobrando cantidades de dinero a los reos por mantenerse vivos o por no ir a las peores áreas de la cárcel.

 

Por lo tanto, no se cumple con el objetivo fundamental del período de pena, que es la reinserción del recluso. Esto es caminar en círculos por horas, una cosa llevó a la otra, la permisividad, la carencia de medidas adecuadas para el buen vivir y la violación de las leyes es lo que acarrea que los sistemas penitenciarios del país lo gobiernen los mismos reclusos.

 

En conclusión, el sistema penitenciario de Venezuela es objeto de duras críticas, tristemente merecidas. Los privados de libertad son seres humanos, titulares de derechos fundamentales y trabajar para que se cumplan los derechos de los reos está bajo la responsabilidad del Ministerio de Sistemas Penitenciarios y su mayor representante, Iris Valera.

 

Las condiciones desalmadas que viven los reclusos están muy lejos de reinsertarlos en la sociedad, sumiéndolos aún más en la delincuencia, contrabando y delitos que generan mayor discriminación social. Entonces… ¿Qué se está haciendo en los centros penitenciarios? ¿Empeorar la situación? ¿Agravar la psiquis de cada recluso? ¿Aumentar su potencialidad de maldad? ¿Qué se está haciendo por esa parte considerable de la sociedad que está siendo recluida e ignorada, violentada y minimizada?

 

Para poder obtener estas fotografías que se presentan, tomadas por el reportero gráfico Sebastian Liste, el Pran le dio acceso pleno a la cárcel por más de una semana, dejando al descubierto la realidad de la prisión de Vista Hermosa, ubicada en el estado Bolívar.

(Visited 530 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras