Gracias a la vida

Por Tulio Álvarez

@tulioalvarez

 

 

 

Nunca imaginé que una publicación en Facebook me trajera tantos comentarios. Fueron cientos. Me limité a publicar la hoja de nómina del salario que devengo como profesor en FACES y en la facultad de Ciencias Juridicas y Politicas de la UCV, después de más de 30 años de servicios y con la más alta categoría en el escalafón universitario. Invité a todos mis amigos a un “open house” para celebrar que, al fin, se normalizaba mi situación laboral reconociendo mi condición de tiempo completo.

 

Lo insólito fue la respuesta recibida. Nadie preguntó fecha y hora de la reunión. Parece que  todos asumieron que yo era un insigne jodedor que se estaba burlando de sí mismo. En unos casos, el comentario reflejaba cierta lastima; en otros, rabia, porque no se trata de una situación individual sino la de un colectivo colosal que sobrevive a pesar de todas las dificultades. Mis amigos de Facebook son familia o las relaciones que hice en las universidades, lo cual resulta la misma vaina.

 

La elevada filosofía que acabo de reflejar viene al caso porque la magnífica Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela acaba de aprobar un Acuerdo en el que se plantea la designación de una Comisión de Juristas para demandar a los cuentadantes de las universidades nacionales por perjuicios contra el Estado Venezolano, al tiempo que “sugiere” la intervención del Ejecutivo sobre la base de la ejecución de un paro ilegal y una auditoria sobre recursos utilizados para “cancelar sueldos y salarios a personas que no han trabajado”.

 

En ese momento se despertaron mis adormecidas neuronas y se comenzó a formar una idea, al mejor estilo Homero Simpson, sobre la posibilidad remota de que ese Acuerdo se inscribiera en una estrategia de cercar económicamente a la Universidad para cercenar la Autonomía Universitaria, una vez impactado su funcionamiento. Pero, inmediatamente, despejé tan mal pensamiento porque me pregunto: ¿Qué necesidad tienen estos parlamentarios de colaborar en un proceso dirigido a neutralizar y anular un escenario de debate y de ejercicio de la libertad de pensamiento? No tiene sentido en Democracia.

 

En mi Escuela de Derecho, la situación ya era grave antes de la decisión del Ejecutivo Nacional de imponer el ingreso de nuevos estudiantes en forma directa y sin la realización de la prueba interna de admisión. El efecto de la decisión ha sido la imposibilidad de comenzar actividades, en forma inmediata, dada la carencia de aulas y la necesidad de infraestructura no satisfecha ya que la facultad no tiene sede propia. Inclusive, nuestras autoridades se han visto obligados a requerir aulas de otras facultades de la universidad, en calidad de préstamo, para impartir clases a sus estudiantes fuera de la sede natural.

 

La asignación directa de estudiantes que no han realizado la prueba de admisión interna, solo en Derecho, implica la apertura de más de 30 secciones en el primer año de la carrera. De acuerdo con la normativa interna de la universidad y la legislación nacional, la selección de nuevos profesores debe realizarse con un concurso que implica previa convocatoria, consignación de credenciales y un proceso serio de entrevistas dirigido a una selección adecuada que se corresponda con la calidad de la enseñanza que se pretende impartir.

 

Esta selección no puede ser ejecutada sin cumplir los lapsos prefijados bajo pena de nulidad del nombramiento. Igualmente, la convocatoria de unos concursos de credenciales o de oposición sin que exista partida presupuestaria y menos disponibilidad de recursos, el nombramiento de los profesores que correspondan bajo tal situación, podría considerarse una irregularidad administrativa e, inclusive, podría tipificar un delito. Menos mal que en el Ejecutivo hay gente muy decente que jamás se atrevería a abrir juicios a los responsables de contratar a profesores sin presupuesto.

 

Es por eso que me resulta inexplicable que ni uno solo de los parlamentarios tenga esta información. También me extraña que un cuerpo tan relevante a la institucionalidad democrática como lo es la Asamblea Nacional no haya tenido el suficiente cuidado en la redacción y el suficiente tino para verificar lo procedente en derecho. Específicamente, no es competencia del Tribunal Supremo de Justicia “abrir juicio a cuentadantes” de las universidades nacionales. También resulta grotesca la enumeración de suposiciones contenidas en dicho instrumento y los falsos supuestos que restan seriedad y credibilidad a las afirmaciones contenidas en el mismo.

 

Eso de que la situación deriva de la caída de los precios del petrolero, como si el problema de la universidad hubiera surgido este año, puede sentirse como una burla dirigida a seres que no tienen la capacidad de comprender la entidad de una mentira tan evidente. ¿Qué no decir del anuncio oficial de manipulación de la Justicia y violación del debido proceso, utilizados como arma política?, implícitos en el Acuerdo.

 

De repente me entraron ganas de lanzarme a la Asamblea Nacional para debatir decentemente este y otros muchos temas, mientras unos energúmenos me golpean o atentan contra mi vida en cadena nacional. Pero como no soy rompe grupos y tengo muchos amigos que son candidatos prefiero que sean ellos, en esta oportunidad, los que pongan la sangre en el parlamento porque, por los vientos que soplan, vamos a necesitar mucha fuerza en el seno de la universidades nacionales para contener lo que se nos viene encima.

 

Por lo demás, y esto es para mis amigos de Facebook, por no tomarme en serio y ser ellos insignes jodedores, se perdieron mi fiesta. Yo si celebré mi ajuste de sueldo con una caja de Laurent Perrier Rose que compré con la primera quincena. Bebí el champaña que me gusta desde siempre acompañado con Frida. Ella también tenía que celebrar. Como mis hijas recién graduadas ganan más que yo, gracias al capitalismo salvaje, los bonos de hijo, equivalentes a 742 bolívares súper fuertes mensuales, los voy a utilizar para comprar una cajita de galletas en Don Perro. Y lo haré inmediatamente, antes de que la semana que viene cueste el doble.

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