Sin calle no ganaremos el #6D

Por José Arcadio Hernández

  @arquiarc

 

 

 

La diatriba sobre votar o no votar siempre me ha parecido una estrategia fomentada y nutrida por el régimen. El maniqueísmo favorece a la dictadura, y también a la MUD, porque obliga a la gente a apoyar a uno u otro grupo, y elimina el libre albedrío. En Venezuela usted no vota por quien quiere, usted vota por quién le impongan, ya sea un Diosdado Cabello, o un Henry Ramos Allup: ambos grandes capos, independientemente de los colores de sus vestiduras.

 

El próximo 6 de diciembre iremos a las elecciones de diputados con una abrumadora mayoría en intención de voto, pero perderemos la contienda. Vivimos en un país donde ser mayoría no significa ganar unas elecciones. Muchos tenemos la certeza de que agentes conformantes de la MUD han incluso negociado varias curules, garantizando algunos representantes electos, pero jamás la mayoría necesaria para desplazar al chavismo del poder, y recuperar la democracia perdida hace quinquenios.

 

No basta la maquinaria electorera, la inyección milmillonaria en propagandas (¿con dinero sacado de dónde, señores políticos chavistas y opositores?), las movilizaciones populistas: el #7D en la madrugada saldrá Tibisay a decirnos que casi ganamos la mayoría absoluta, pero que nos faltó un poquito. Con este árbitro electoral es imposible pensar otro escenario.

 

¿Y saldrá la MUD a pelear los votos robados? Por supuesto que no. No hay plan para ello. Ni siquiera han sido contemplados esos escenarios, aún sabiendo que el fraude lo harán ¿Cómo confiar entonces en la MUD?

 

No es posible que sigamos viviendo vidas alegres reconociéndonos como mayoría, víctimas eternas de los fraudes del vendido Poder Electoral de Doña Tibi, y que no actuemos en consecuencia. No hay excusas para seguir siendo esclavos de la castro-dictadura que nos subyuga. No tiene perdón alguno nuestra pasividad ante las trampas sistemáticas de las cuales somos víctimas.

 

Tampoco se trata de salir a dejarle el pellejo a los esbirros, para que nos desuellen con total impunidad. La resistencia no violenta contempla estrategias de protesta que exponen lo menos posible a los ciudadanos, que nos permiten ejercer presión en las calles de la manera más segura. La resistencia no violenta es y siempre será una manera inteligente de combatir las dictaduras.

 

Lo estúpido sería hacernos los pendejos. Ir a votar obviando el nuevo fraude que se viene. Malgastar nuestros votos a propia voluntad. Ir por no dejar; creer que el encargo es sólo sufragar, y esperar en la madrugada del 7 de diciembre las malas noticias, y calarnos el fraude como si fuera un déjà vu más, una inevitable realidad. Esa es la trágica postura de Capriles, el derrotero que en los últimos 3 años sólo nos ha llevado a mayores sufrimientos.

No habrá victoria alguna el #6D si no tenemos planificada la estrategia del #7D. Es imposible entender el destino de la lucha en las urnas si no entendemos este proceso como un acto de resistencia continua contra la tiranía. El enfoque de la oposición oficial es el que está errado: suponer esto una democracia imperfecta se traduce en la parálisis que probablemente viviremos al día siguiente de las elecciones. La imperdonable complicidad de los factores mudistas será recordada siempre; pero nuestro deber ciudadano es prepararnos para hacer valer nuestros votos, porque finalmente los dolientes somos nosotros, y somos, y no los politiqueros, los depositarios de la verdadera soberanía.

 

¡La independencia posible será el 6, y el 7 también!

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