Puntadas firmes: despedida indefinida

Por Madeleine Navas

@madenavas

 

 

 

Hola…

Quizás han pasado varios días desde que todo terminó…

Aún no he podido despedirme como pensé que lo haría.

Tampoco he aceptado esto como debería.

 

Así como me despido de ti, también me despedí del valor de volver a verte, de explicarte lo que todavía me queda por explicarte, aunque eso no cambie nada. Me despedí de nuestras canciones, nuestros sobrenombres cursis, nuestra lista de cosas por hacer…

 

No sé cómo es que se supone que deba empezar.

Eso también es difícil: comenzar el final.

Sé perfectamente que el fin de una guerra persigue un fin.

Esto debe tener un fin que sea favorable para los dos,

de otra manera no entenderé por qué es que después de tanto amarnos, me toca escribirte una lúgubre despedida, que ni siquiera puedo hacerte llegar.

 

Nos fuimos y todo se hizo trizas… al menos aquí todo está así.

Por primera vez no voy a escribir para que vuelvas o para que te quedes…

Te escribo para despedirme… o despedirte.

Para decir lo que está de más… lo que ya nada va a cambiar.

Pero quiero ser breve y precisa:

 

Puedo mirarme en tus ojos y descifrar que ya no existe en ti lo que antes sí…

Y sentir cómo se rompen esas cuerdas que anteriormente me ataban a ti.

No hay lugar que soporte esta soledad y esta nostalgia ahora que nos hemos ido.

 

Se repite una y otra vez el “Quédate que te quiero”… y no causa el mismo efecto que antes me hacía retornar a ti. No quiero que las culpas nos atraviesen el corazón.

 

No sé si seguir escondiéndome de nuestras promesas, que no dejan de preguntarme qué pasó… de nuestros sueños y planes. Tengo las respuestas… pero aún no las termino de digerir, es como un veneno que acaba con todo cuanto queda, que lo apaga todo.

 

No opuse resistencia cuando decidí dejarte ir… bajé la guardia para no morir en el intento. Para no escuchar lo que tanto duele, lo que siempre intenté cambiar para que tu elección fuera siempre quedarte conmigo. Y yo intentaba apagar la mecha que estaba acabando con lo nuestro… pero hoy, declarándome en derrota aprendí que apagar una llama no significa haber vencido el incendio…

 

Quizás no lo hice todo, quizás me equivoqué demasiado… pero ahora sé que si quieres volver me quiero ir… aunque eso duela más.

Por mucho tiempo fuimos valientes… no tuvimos miedo a las recaídas… aún sin fuerzas nos manteníamos…

Y terminamos amenazando nuestra historia, hasta el punto de acabarla.

 

Y te anclé hasta más no poder… y hablamos de lo que no se hablaba… a menos que se fue a cumplir. No hay lugar en mi mente, ni cabe en estas palabras, todo el daño que nos hicimos por precipitarnos a lo malo… y no aguardar a lo que nos convenía.

 

Te puedo decir muchas cosas…

Pero prefiero que te quedes lejos… eso de estar y no estar conmigo… me agotó.

Quizás nuestros nombres no cabían en nuestros caminos… que intentamos fundir y rompimos todo cuanto encontramos.

 

Se escapó de nuestras manos esto que ya no nos queda, desde hace mucho… y que por tu cobardía a rendirte remaste en contra de la corriente. Y tantas veces dijiste que eras siempre… y hoy estoy rodeada de este silencio que está lleno de ti… de mí, de todo.

 

El miedo a perderte siempre ha estado, ahora más que un miedo, es una realidad que debo enfrentar… desde hoy dormiré a la orilla de un “quizás”… y terminaré por dejarte ir… aunque todavía escuche dentro de mí un “inténtalo una vez más”.

 

Repudio esta incertidumbre, esta única opción de estar sin ti.

Lo que está claro: no era para ti y siempre lo supe, aunque no lo acepté.

Quise ignorar que nuestro viaje estaba próximo al fracaso… desde su inicio, desde que pensamos en intentarlo.

Aún no encuentro un buen sitio para dejar todos tus recuerdos… quizás mientras tanto no los deje ir…

 

Tengo un sinnúmero de apuntes que hablan de ti… aunque me despida de ti,  de tus insuperables abrazos y tus chistes que calaban en mi ternura y sentía que cada vez que me hacías sonreír me convencía que aunque lloraba demasiado por ti, tenías que ser tú el hombre que me recibiera cada mañana.

Por muchos días me diste demasiados motivos para quedarme a tu lado… pero hoy, me los quitas.

 

Finalmente enfriaste mi corazón con tus manos, ahora somos un pasado breve. Somos frío y calor. Dibujaste futuros en mis pupilas que ahora me dejan sin vista.

 

Es por eso que no insistiré más en que te quedes… por ahora aprenderé a marcharme del todo porque, aunque lo intenté, no aprendí a quedarme contigo…

(Visited 270 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras