¡Venezuela merece valientes!

 

Joan CamargoLa movilización de la sociedad civil con fines de manifestar su descontento o apoyo ante una gestión determinada no es más que el ejercicio de los derechos civiles y políticos establecidos en la Constitución venezolana.

En Venezuela parece que para ejercer dicha justicia hay que sortear por una especie de cacería de brujas. Cada vez se evidencia como el Gobierno, en su afán evitar lo inevitable, se hace de todos los mecanismos a disposición del Estado para usarlos con fines coercitivos contra el pueblo venezolano, que, aunque está cansado de tantas calamidades, sabe cuál es la única solución al problema.

Las medidas utilizadas para limitar o restringir el derecho de los venezolanos de transitar libremente por el territorio nacional, con el único fin de reducir la entrada de manifestantes a Caracas, solo demuestra la desesperación de un Gobierno que ve en la fuerza y en la confrontación, la única salida al atolladero a donde el mismo llegó.

Las amenazas del Gobierno es la última munición que les queda ante la imposibilidad de generar conexión y empatía con el pueblo venezolano. El chavismo tradicional perdió la vinculación con el gobierno actual, dado que el crítico y autocrítico terminan siendo traidores puesto que no expresan lo que los jerarcas quieren escuchar.

Ellos saben que el pueblo, los de a pie, los de los cerros, ya no ven en su fracasado modelo, la solución a los problemas. Ya el venezolano no se llena con discursos retóricos, porque mientras ellos se jactan de decir que “tenemos patria” hay niños y ancianos muriendo de mengua y desnutrición.

La magnitud de una movilización, dentro del espacio social, se mide por la capacidad de movilización que se genere. Las imágenes hablan más que mil palabras y aunque se trate de cercar a nivel comunicacional, los ojos del mundo estarán puestos en Venezuela.

Es el tiempo de los héroes, de la juventud restauradora. Venezuela no merece más calamidades, nuestra gente merece vivir en armonía, recuperar la felicidad que nos caracteriza. Es momento de recuperar lo que nos corresponde, la hegemonía no domina mentes ni espíritus con ganas de cambio. De manera pacífica toda Venezuela tiene que hacerse escuchar, Y si el despotismo levanta la voz, ¡Seguid el ejemplo que Caracas dio!

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Guayoyo en Letras