Una sociedad tan peligrosa como el gobierno

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Estaba en un establecimiento ubicado en la Francisco de Miranda y debía salir en retroceso y, a pesar de recibir la ayuda del personal que le pedía a la gente que diera chance para que yo pudiera retroceder, hacían caso omiso, parecían reproducirse y obviar el peligro de pasar por delante de un vehículo en retroceso, incluso con niños pequeños, haciendo gala de una sobredosis de egoísmo; ¿cuánto podía yo tardear retrocediendo?  ¿10 segundos? Parece que nadie estaba dispuesto y los empleados de la tienda me gritaban: -retroceda, no frene porque si no, no va a salir nunca-

Este es solo un ejemplo de esta sociedad enferma, una sociedad donde poner la luz de cruce no es un aviso de cambio de canal sino un alerta para el otro que acelere e impida que pases; una sociedad donde la desgracia ajena se transforma en una oportunidad de lucrarse; hay personas incluso que bachaquean mentiras, les quitan el dinero a otros sin entregarles jamás los productos; una sociedad donde impera el quítate tu para ponerme yo, donde el poder individual prevalece sobre el bienestar colectivo.

De verdad que no solo no hemos aprendido sino que seguimos desaprendiendo, desde esta maldad, desde el parecerme a quien me daña para sufrir menos, desde el dañar al prójimo,  desde la indiferencia, no es de extrañar que no salgamos de esta situación sino que cada vez nos hundimos más.

Esto  produce en muchas personas dolores  del alma, dolores que sabes no puedes resolver porque otras personas que pudieran acompañarte no lo hacen porque el egoísmo es quien lidera, donde cada quien busca su beneficio personal en lugar de ver como juntos podemos generar un camino mejor, porque se requiere de unión pero ¿dónde se ha visto unión en un terreno de intereses personales?

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Esos dolores amigos que hoy viven muchos venezolanos no son exclusivos de Venezuela, se viven y se han vivido en otros países y requieren de un temple espiritual inmenso que solo pueden encontrar aquellos que creen que pueden conectarse desde la fe, desde una fuerza superior para recibir la iluminación y guía del camino a emprender… De hecho, debe ser mucho más duro para aquellos que han perdido la fe.

Conéctate con la fe y por sobre todo ten cuidado en no transformarte en lo que te hiere, mantén intacta tu espiritualidad, tu bondad, tu altruismo, y estrecha tu lazo con aquello que crees (sea lo que sea) para desde allí estar atento a observar las señales que te mostrarán el camino a seguir; no te descuides, no te desvíes, y podrás salir de la forma que sea, incluso por sendas que  no habías considerado.

Liliana Castiglione
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