Imagina una vida…
Muchos se quejan sobre la maldad que progresivamente corroe nuestra sociedad, una verdad universal, presente en todo el mundo. Injusticias, maltratos, corrupción, hambruna, pobreza, intolerancia y muchas otras infecciones que corrompen la realidad que creamos. Sin embargo, todos amamos la vida, todos poseemos momentos que producen una luz que ilumina fuertemente entre tanta oscuridad. ¿Podrías imaginar un mundo sin esos momentos que le dan sentido a la vida? ¿Podrías soportar levantarte cada día en un lugar así?
Imagina una vida sin locura, sin esas estupideces que hacemos o que hacen quienes nos rodean, sin esas risas alocadas que producen la insensatez. Imagina una vida sin discusiones, conversaciones de temas profundos y bromas repentinas en cada una de ellas; una vida sin amigos, sin personas que compartan tus gustos o cuando menos los comprendan.
Imagina una vida sin color, las flores, las praderas, las puestas de Sol, el amanecer, las miradas, las obras de arte… todo en blanco y negro. Imagina una vida sin pasión, un gol sin el grito de un público eufórico, una victoria histórica sin lágrimas de alegría, una derrota sin despecho y esas inexplicables ganas de ver la revancha en un futuro. Imagina una vida sin los golpes que recibes, sin esos momentos tristes o situaciones difíciles, una vida sin esa obsesión por superar cualquier obstáculo y volverte más fuerte al levantarte una y otra vez, caída tras caída.
Imagina una vida sin música, sin la tranquilidad que produce el piano, la armonía de un violín, la adrenalina que causa un frenético solo de guitarra y sin el sentimiento que transmite una voz hermosa. Imagina una vida sin esas canciones que escuchas miles de veces sin cansarte, sin esas agrupaciones que producen ganas de comprar cuantos discos vendan, sin esos conciertos en los que harías una cola durante días para conseguir un lugar a kilómetros del espectáculo.
Imagina una vida sin distracciones, sin esos programas de televisión que has visto cientos de veces, pero que vuelves a ver con tal de no hacer algo que tienes pendiente; sin esas series que te atrapan e hipnotizan durante horas, sin esas novelas que todos critican, pero siguen viendo.
Imagina una vida sin baile, sin la sensualidad del Tango, la alegría del Merengue o la fiesta de la Salsa. Imagina una vida sin festejos, sin cumpleaños, sin fuegos artificiales, sin regalos, sin momentos en familia; imagina un pastel sin una velita a la cual soplar.
Imagina una vida sin amor, una vida sin obsesiones, una vida sin clichés, una vida sin esos pequeños momentos que se convierten en grandes recuerdos, sin esos pequeños detalles cotidianos que pasan a ser añorados cuando se van, sin esas personas que te aburres de ver, pero no logras imaginar un universo en el que no estén a tu lado… En pocas palabras, imagina lo aburrida que sería una vida sin vida.
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