Socialismo y…
Existen dos imaginarios que gravitan la vida del venezolano y que han marcado el destino del país. El primero, tiene que ver con lo militar y el segundo, con el modelo político-económico. Era común escuchar antes de este desastre llamado Socialismo del siglo XXI: aquí lo que hace falta es un militar. Y ahí tuvimos a Chávez. Ahora en plena hecatombe, los venezolanos no terminan de aprender y suspiran anhelando un ángel con charreteras que los saque del infierno y se siguen escuchando frases como: ¿cuándo es que se van a pronunciar los militares? Y continuamos a la espera del mesías verde oliva. No superamos la heroicidad del General Simón Bolívar cuando liberó a Venezuela de la monarquía española, para amarrarla luego a la bota militar y no sólo eso, queremos repetirlo en la figura de cualquier personaje de boina y uniforme. Y cuando digo que Bolívar nos amarró a la bota militar estoy recordando la seguidilla de presidentes de Venezuela provenientes del ejército y fieles al imaginario guerrerista, no sólo en el siglo XIX sino también en el XX, sin contar que en el XVIII Venezuela era Capitanía General, gobernada también por un militar a las órdenes del Rey.
Un siglo tiene cien años y en el siglo XX Venezuela estuvo gobernada nada menos que 51 años por hombres de armas, siendo los más emblemáticos los dictadores Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez.
Pero Venezuela siguió equivocándose en su búsqueda de la ley y el orden y en el siglo XXI, aparece el bueno de Chávez, con una narrativa sentimentaloide tipo música de rockola que atrapó a los venezolanos y los lanzó al barranco; por un lado, un muchacho pobre, que logró entrar a la academia militar con mucho sacrificio, y luego, el héroe que sacó del poder a los malhechores corruptos de la cuarta, en alegoría a Jesús cuando sacó a los ladrones del templo.
Toda esa mezcla de narrativas que Chávez supo manejar muy bien para colocarse en el poder, son las que todavía mantienen a los venezolanos en la búsqueda de un superhéroe, pero sin cambiar de traje: uniforme y fusil, o, un Terminator que destruya con un rayo al estilo de la guerra de las galaxias, todo el mamotreto que construyó Hugo Chávez pero mientras tanto, la República debilitada, hundida, enferma y la gente todavía queriendo darle la medicina menos apropiada: el militarismo.
El otro imaginario instalado en la conciencia colectiva venezolana es el Socialismo. Cuando el grifo petrolero estuvo abierto, los venezolanos pensaron que el socialismo era chorros de dólares para bañarse en ellos como Rico MacPato, tampoco se imaginaban que el socialismo real, llegaría una vez que se acabaran los dólares y de allí, un pasito hacia el comunismo: racionamiento de comida, pobreza, falta de medicinas, asistencia médica genérica sin especializaciones, vivienda sin título de propiedad, cero educación de calidad, cajas CLAP, etc.
El socialismo era una especie de quimera, y también una esperanza. Todos creían que con ello se acabarían sus problemas porque íbamos a ser iguales y la igualdad en la mente del venezolano tenía que ver con el ascenso social y la generación de riqueza. La ilusión de cada venezolano era ser rico igual a fulano, ser importante igual a mengano, porque el socialismo promueve la igualdad (en el papel) el problema es que esa igualdad tenía letras pequeñas: igualdad hacia abajo; igual de pobre, igual de miserable, igual sin oportunidades.
Estamos en el momento cumbre de este relato nacional con saldos escandalosos; pobreza, desempleo, destrucción de las ciudades, de las vías, destrucción de la productividad, enfermedades, presos políticos, injusticias y sobre todo muertes. Pero ¿qué más podía salir de la combinación militares + socialismo? Obvio que nada bueno, conceptualmente, los militares conviven con los civiles pero no viven la civilidad y el socialismo, se mete en las sociedades para destruirlas. Sí es verdad que existen socialistas/comunistas prósperos: los de caviar. Son los chupadólares del Estado, esos que ostentan riquezas inimaginadas a costa del dinero que corresponde para salud, educación, etc. Socialismo y comunismo, caimanes de un mismo pozo, porque el comunismo es el capitalismo de unos pocos, una élite de depredadores que se empoderan política y económicamente para destruir a los ciudadanos.
Finalmente Chávez tuvo razón con el lema que introdujo en las FFFAA excepto por una palabra: ¡Militares, socialismo y muerte!
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