Orgullo como lija

orgullo

Nos enseñaron mal, somos pocos los que después de tener una pelea con alguien, regresamos al ser amado de buenas maneras para solventar los problemas, y por ser amado no me refiero solamente a la pareja, pues incluye a todos nuestros seres queridos, mamá, papá, hermanos, amigos entre otros. Sí, en este momento seguro estás pensando en todas las veces que has sido orgulloso/a, y que aun queriendo comunicarte sin pizcas de rabia,  resentimientos, y querer disculparte, hablar desde el fondo de tu corazón sin herir a nadie, fueron muchas misiones fallidas o intentos que acabaron en una nueva discusión.

Literal, me pasa… A todos nos pasa, y la vida nos pone de frente con estas situaciones y es como que » Y ahora qué piensas hacer». Salir corriendo no es una opción, hacer silencio tampoco, las cosas que no se dicen terminan tapando las soluciones a los problemas que no desaparecerán, sino que reaparecerán en algún momento,  es solo una bomba de tiempo, en el que es una total catástrofe y muy  mala idea, esperar a que se acumulen todas esas cosas y sacarlas  al sol con todo aquello que en su momento no se habló, por sentir el calor de necesitar drenar.

Lidiamos con el yo, con el ego, es una guerra que Freud conocía muy bien,  que  para entendernos habrá que emprender bastante camino sobre el psicoanálisis.  Me acuerdo cuando era niña, los montones de veces en los que por diferencias con mis vecinos o por no tolerar la crítica, terminaba molesta y agarraba mis llaves y me iba a casa, algunas veces me perseguían y me quedaba,  otras no podía con la rabia y lograba el objetivo de alejarme, entonces cuando creces te das cuenta que en tu vida de adultos no puedes huir a las situaciones, ni a los problemas. Confieso que todavía me cuesta, pero lo he mejorado, nada como hacerse consciente de las cosas y transformarlas.

Pero la única esencia que no se aparta de mí, es la sensibilidad, para poder llorar, drenar conmigo misma, es que me sale tan natural y yo no creo que llorar sea malo, aunque no me gusta llorar, pero es algo necesario para  todos, aunque lo reneguemos, porque de qué manera se saca el dolor si no es llorando.  Llorar es  malo solo cuando nos acostumbramos a hacerlo por todo, cuando dejamos que los problemas nos afecten tanto, que nos controlen, cuando nos aferramos a la tristeza y al sufrimiento, eso sí es un problema.

Yo que fui años adicta a llorar, (Quienes me conocen lo saben), ahora soy más madura emocionalmente, lloro cuando es necesario, y disfruto de mis lágrimas de felicidad, aprendo de cada situación, busco mirar otras perspectivas, me conozco, como buena curiosa busco saciar las respuestas a mis interrogantes y aquí estoy todos los días en una historia de descubrimiento constante, que se siente bien, es exquisita.

Basurita en los ojos

Y a mí también se me ha atorado una basurita en los ojos

De esas que te ponen a meditar y a pensar mientras caminas, mientras lees, mientras estás acostada en tu cama escuchando mantras y nada parece más depresivo que llorar por nada y a la vez por todo.

Sabes que estas atada cuando una persona domina tus emociones y sabes que no hay nada que puedas evitar para no sentirte así pues el amor es involuntario, nace en los ojos y se queda en el pecho por eso los ojos lo expresan todo, la alegría, la rabia, el hambre, el gusto, el deseo y la tristeza, siendo esta más evidente gracias a la «Basurita».

Hoy no quiero ser poeta, hoy soy más humana y menos rara, yo también lloro, yo también me enojo, yo también me equivoco y que me perdonen mis versos que hoy son bastante grises, pero estoy segura que de la nostalgia también nacen flores.

También nacen pensamientos, también nacen poemas, también me nacen las ganas de llorar sobre su pecho y quedarme en silencio en ese silencio que dice (lo siento).

El orgullo no es bueno, como te jode cuando no te lo tragas, pero puede resultar tan amargo después de haberlo tragado y obtener resultados tan ásperos como las lijas para las maderas que cuando era niña veía usar a mi papá, venían por números o eso creó y eran bien gruesas.

Debo admitir que en mis momentos oscuros también escribo bonito, y me gusta, me gusta tanto, como su mal genio y sus defectos y debo admitir que cualquiera de mis letras tristes o contentas le llaman.

Debo admitir que nada es más triste como dejar ir, así que si tenemos que saborear el mar que sale de mis ojos, y hacerme más fuerte lo haré,  estoy aprendiendo a dar mi brazo a torcer, a veces quisiera comprenderlo todo de una vez pero la experiencia me dice: » calma no tan deprisa, mejor llegar fresca que cansada a la cima».

Todos los días es una nueva oportunidad de evolucionar y crece y yo me enamore de su oscuridad que a luz apagada me brilla también.

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