Los venezolanos sí somos racistas: Reaparición de nuestra sombra

Los venezolanos decimos con mucha frecuencia que somos personas muy amigables entre nosotros y con los extranjeros que vienen al país. En nuestra jerga, decimos que somos gente chévere. Por otro lado, establecemos también que en Venezuela no se produce el fenómeno de la discriminación racial y que nosotros no descalificamos a nadie por su color de piel ni sus orígenes.

Decir que los venezolanos no somos racistas es mentir, efectivamente hay racismo en Venezuela. Que no sea tan sonado y frecuente que en otras naciones puede ser cierto, pero eso no significa que sea inexistente. A nuestro modo, podemos discriminar a los otros con base a su color de piel y sus orígenes de raza.

 

  • El hecho

 

Ejemplo de esto son los comentarios referentes a la nueva Miss Venezuela, Isabella Rodríguez, una mujer de la Zona 7 del barrio José Felix Ribas, ubicado en Petare. A diferencias de otras representantes de la belleza femenina en el país, como Vanessa Goncalves, Isabella Rodríguez no tiene ascendencia europea. Sus rasgos corporales y faciales no están determinados sensiblemente por el Viejo Continente, sino que estarían más próximos a la vertiente africana que vino al país durante el proceso colonizador.

Cuando fue declarada ganadora, muchos comentarios en redes sociales hicieron referencia a su lugar de origen, un barrio, y a sus características físicas. Algunos comentarios la tildaban de “mono”, otros se construían a partir del relato de la criminalidad en zonas como esa; algunas personas expresaron su incredulidad respecto a cómo una “muchacha de barrio” podía ganar un certamen de belleza, y así.

 

  • ¿Qué es la sombra?

 

El rechazo y odio a una parte importante de nuestra historia se hizo evidente. Aquello que intentamos negar se rebeló frente a nosotros e hizo proferir insultos hacia una persona que cumplió los requisitos necesarios para ser coronada como máxima representante de la belleza de nuestras mujeres. En esta situación, la sombra de la sociedad venezolana volvió a surgir.

Me refiero con sombra al conjunto de opiniones, creencias, ideas, expresiones, modos de hacer y de pensar que una entidad individual o supraindividual esconde consciente o inconscientemente. La sombra reúne todo aquello que negamos por considerar negativo y contrario a la moral de la sociedad y nuestra ética de vida, no obstante, está ahí, y aparece en determinados casos con los estímulos adecuados.

La sociedad venezolana fue arropada por su sombra después del certamen de belleza más importante del país. La catalizadora del rechazo social hacia un episodio de nuestro recorrido y evolución históricos fue Isabella Rodríguez, una mujer que estuvo en el momento y lugar precisos para que algo así ocurriese. Nada hubiese sucedido si hubiese ganado una mujer afín a los estándares tradicionales de belleza de la sociedad venezolana, una mujer blanca cuyos rasgos no nos recuerden mucho a aquellos de un sector importante de mujeres venezolanas, una mujer en la cual se puedan rastrear características europeas que su apellido quizás nos adelante. Esto no fue así, y sucedió lo que sucedió.

 

  • Breve fundamentación teórica del suceso

 

El venezolano, y probablemente el ser latinoamericano en general, tiene un paradigma eurocéntrico muy sembrado en su conciencia individual y colectiva. Ese paradigma eurocéntrico nos hace ver que mucho de lo que se origina en Europa (especialmente Europa Occidental) es más desarrollado, sofisticado, o simplemente “mejor” de lo que se genera aquí. Esto se repite también con Estados Unidos.

La vulneración de valores y creencias euro-centradas relacionadas con la belleza, probablemente, fue un detonante principal para que la sombra societal venezolana resurgiese. El paradigma eurocéntrico y su incisión tan profunda está vinculados en el esfuerzo de los conquistadores europeos por afirmar que su civilización era superior y más desarrollada que cualquier otra, y que el camino del progreso y la felicidad era el suyo y ningún otro.

Muchos autores decoloniales y poscoloniales tratan este asunto con categorías tales como colonialidad del saber, colonialidad del poder, colonialidad de decir, división racial del trabajo, etcétera.

 

  • Conclusiones

 

La sociedad venezolana necesita hacer memoria histórica y resolver cuestiones con su trasfondo sociocultural para así superar la discriminación racial latente y manifiesta en ella. Debe también, además, abordar el estudio de sus valores y creencias de su consciencia colectiva y determinar en qué grado ellas son influenciadas y determinadas por modelos de desarrollo extranjeros que por un universo vastos de razones no pueden ser replicados. Mediante la aceptación y la educación, la sociedad venezolana puede lentamente deshacerse de su sombra, o al menos el aspecto racial de ella.

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