¿Conoces las consecuencias de generalizar?

Todos generalizamos, establecemos creencias producto de cosas que han sucedido más de una vez asumiendo que se repetirá una y otra vez, es decir, le damos características de verdad fija e invariable que nos lleva a dirigir pensamientos, emociones y conductas en base a eso que creemos.

Y con estas verdades vamos estableciendo máximas de vida como “Todos los hombres son iguales” “Los jefes son autoritarios” “Tengo mala suerte en el amor” “Nací con tendencia a enfermarme”  y así con otros enunciados que van enquistándose en nuestra mente como verdades absolutas que marcan nuestra vida y no dejan espacio a excepciones.

Claro que las generalizaciones forman parte de nuestro programa mental ya que nos permite establecer una mayor rapidez en el procesamiento de la información, de hecho para eso es el aprendizaje que nos permite analizar y clasificar la información de forma más veloz y, ante el bombardeo de información que recibimos constantemente es muy útil ¿Cierto?, de otra manera, es decir, si analizáramos cada evento que ocurre de manera individual sin marco de referencia resultaría absolutamente agotador para nuestra mente.

De esta manera generalizar se transforma en una fórmula de supervivencia que nos lleva a actuar de manera efectiva pero, ¿Esto aplica para todas las circunstancias?

Hay casos donde esas convicciones o generalizaciones lo que hacen es transformarse en gríngolas que no nos dejan ver más allá. Un ejemplo típico es el de una persona que ha vivido varias desilusiones en el amor y se decreta con mala suerte o considera que no es para ella cerrándose la posibilidad de iniciar una nueva experiencia, colocándose una coraza de forma de evitar “El sufrimiento” pero será cierto que es mala suerte ¿Y si fueran elecciones inadecuadas? ¿Si selecciona desde sus carencias? ¿Si persiste en continuar una relación que de todas todas es tóxica? 

Otro ejemplo es la relación con el dinero, ¿Cómo progresar económicamente si creo que el dinero es malo o sucio? ¿Si creo que el dinero envilece a las personas? ¿Si creo que solo un grupo privilegiado puede vivir en abundancia? Esos paradigmas son los que dirigen nuestros pensamientos y por lo tanto nuestra conducta y nuestros resultados.

¿Qué hacemos?

Observarnos y cuestionar los beneficios de estas creencias en nuestra vida es el camino y por supuesto que el análisis incluya los beneficios o prejuicios que tienen esas creencias en nuestro bienestar. Entender que estas “verdades” son nuestras y no universales porque se refieren a la perspectiva con que evaluamos el mundo que nos rodea, es decir, son producto de nuestra particular interpretación.

Preguntarnos y cuestionar la validez de esas generalizaciones, y la responsabilidad que tenemos en los sucesos de vida más que atribuir esta responsabilidad a lo externo, como por ejemplo quien se da cuenta que no todos los hombres son iguales sino que es ella quien ha seleccionado el mismo patrón masculino sin aprender y enmendar de las experiencias previas.

Como dice la célebre frase de Henry Ford, si siempre haces las mismas cosas obtendrás los mismos resultados. La generalización quizás se deba a que soy yo quien siempre hace lo mismo más que generalizar las consecuencias ¿Lo ves?

Otro aspecto de gran utilidad es evitar a toda cosa los términos absolutos como los siempre, nunca, todos, ninguno y otras por el estilo porque cercenan la particularidad y la individualidad de los seres, es ir contra nuestra esencia.

La clave, es detectar esos pensamientos o paradigmas desde la apertura  a la posibilidad de sustitución por otro más sano y más ajustado al infinito abanico de posibilidades de la vida y su amplia gama de matices más que quedarnos estancados en los blancos y negros.

Liliana Castiglione
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