Las criptomonedas, igual que el ferrocarril, se encuentran entre las principales innovaciones del milenio
Estás a punto de leer una historia ingeniosa, a medias, basada en la reseña de Stuart Hylton sobre «la creación de la Gran Bretaña moderna» y mi interpretación del impacto de la blockchain en el mundo actual. Me pareció fascinante cómo la descripción de la tecnología de vanguardia de la era industrial se asemejaba al asombro y al miedo a la blockchain en los tiempos modernos. Algunas citas son tan relevantes que si se cambiara «compañía de ferrocarriles» por «protocolo blockchain» se obtendría el mismo impacto.
Después de varias «burbujas» (en realidad, ocho hasta ahora) y algunos grandes anuncios —¿recuerdan a Libra y TON? —pensé que era un buen momento para acuñar (juego de palabras) la historia de la tecnología emergente que podría ser la mayor innovación de los últimos 500 años.
Una comparación intrigante
¿Por qué molestarse? Luego de transcurridos dos siglos, es difícil captar o incluso creer el impacto que debió tener el desarrollo del ferrocarril a principios del siglo XIX. De forma similar, el observador común se encuentra entre un evangelista de bitcoin (BTC) que predica el fin del dólar y un escéptico de las criptomonedas de los grandes bancos. De hecho, no hay una tendencia clara de lo que se puede esperar de la tecnología de registros distribuidos en las próximas décadas.
El impacto físico de los ferrocarriles fue dramático: «grandes caballos mecánicos, respirando fuego y humo y arrastrando trenes imposiblemente pesados a velocidades inimaginables, a través de un paisaje transformado por los terraplenes y cortes, viaductos y túneles que su paso exigía». Stuart Hylton describe el poderoso papel que la industria emergente, a menudo aterradora y especulativa, ha tenido en Gran Bretaña, un caso seleccionado para una revisión exhaustiva.
El autor me enganchó en una narración informativa y entretenida, que parecía casi una retrospectiva paralela a la industria blockchain. Los ferrocarriles «transformaron la forma en que se llevó a cabo la guerra y se mantuvo la paz», por lo que la blockchain puede interrumpir los regímenes autoritarios y las máquinas de propaganda. Los primeros trenes demostraron ser uno de los motores clave del «dramático crecimiento industrial del siglo XIX», mientras que blockchain puede revolucionar las finanzas, que es la principal arteria que bombea sangre a la economía actual. Los ferrocarriles obligaron «al Estado a replantearse la política de laissez-faire que era su posición por defecto», mientras que blockchain todavía tiene que convertirse en la fuerza principal para liberar a las personas de todo el mundo y devolverles sus activos.
A continuación, muestro un resumen de lo que las criptomonedas hicieron por nosotros utilizando la analogía del ferrocarril (y la estructura para mis futuros artículos sobre este tema).
La conmoción y la primera criptomoneda
La moneda electrónica y la contabilidad de triple entrada han precedido a bitcoin. La propiedad de la blockchain de que un bloque reciente vinculándose con el anterior mediante hashing se remonta al menos a 1995. Entonces, los académicos Stuart Haber y Scott Stornetta imaginaron una forma de estampar el tiempo en los documentos digitales para resolver los derechos de propiedad intelectual. En 1991 inventaron una cadena cronológica de datos con hash para verificar su autenticidad, utilizada en las ediciones de The New York Times cuatro años después.
Aunque los criptógrafos no tenían la intención de crear un proyecto ambicioso, una serie de descubrimientos inspiraron a Satoshi Nakamoto a lanzar el protocolo Bitcoin como respuesta a una banca global injusta y poco transparente. Como destacan Burniske y Tatar en su libro Cryptoassets, las criptomonedas fueron cautivando poco a poco las mentes de diversas personas, desde los ciberpunks hasta los comerciantes y los traders, hasta que algún periodista postuló una interesante pregunta: En fin, ¿qué es la prueba de trabajo (PoW)?
Irónicamente, Satoshi nunca mencionó «blockchain» en su white paper de 2008. Fue el Banco de Inglaterra el que argumentó en 2014 sobre que un «registro distribuido» era la «innovación clave de las monedas digitales». Al año siguiente, dos populares revistas financieras dieron a conocer el concepto cuando Bloomberg Markets publicó un artículo titulado «Blythe Masters le dice a los bancos que blockchain lo cambia todo» y The Economist publicó «La máquina de la confianza».
«¿Qué puede ser más palpablemente absurdo que la perspectiva de que las locomotoras viajen el doble de rápido que las diligencias?», escribió la revista conservadora The Quarterly Review en 1825.
Del mismo modo, la gente no entendía el sentido de la blockchain al principio. Algunos la aclamaron como la premisa de bitcoin, haciendo más hincapié en el aspecto de criptomoneda de esta tecnología. Otros encontraron razones para que no tuviera éxito. Curiosamente, los propios bancos habían descuidado y, más tarde, se opusieron activamente a la idea de compartir sus registros distribuidos con otras partes. No pasó mucho tiempo antes de que abrazaran plenamente la idea y comenzaran a unirse a numerosos consorcios como We.Trade y R3.
«Vemos, en esta magnífica creación, el manantial de beneficios intelectuales, morales y políticos más allá de toda medida y de todo precio», mencionaba The Quarterly Review, tomando ahora partido por la inauguración del ferrocarril de Liverpool y Manchester, en 1830.
Los primeros ferrocarriles existían mucho antes de George Stephenson y se utilizaban principalmente para el uso de carga, como el transporte de carbón desde las minas. Cuando la máquina de vapor abrió las nuevas posibilidades, ya entonces la gente consideraba el ferrocarril como una voluminosa «solución sin problema», poco práctica o incluso peligrosa, puesto que ya existía una red de canales bien establecida. La locomoción a vapor tuvo que allanar su derecho al futuro mediante las pruebas de Rainhill de 1829. Me recuerda a la lucha de los defensores de blockchain por convencer a VISA y SWIFT de que sus días se dirigen al final o a Andreas Antonopoulos ganando puntos de entendimiento ante el Senado canadiense.
«Nadie pagará un buen dinero para ir de Berlín a Potsdam en una hora cuando puede ir en caballo en un día de forma gratuita», dijo el rey Guillermo I de Prusia en 1864.
«Los viajes en tren a gran velocidad no son posibles porque los pasajeros, al no poder respirar, morirían de asfixia», dijo Dionysius Lardner en The Steam Engine Familiarly Explained and Illustrated, 1824.
A pesar del gran escepticismo, los ferrocarriles siguieron mejorando, ya que algunos arriesgados supieron prever un tremendo potencial y pusieron en juego su dinero y sus carreras para aprovechar la nueva tecnología. De repente, los ferrocarriles desafiaron el propio tiempo y el espacio: Las personas que estaban limitadas en el territorio por la velocidad del caballo podían estar potencialmente expuestas a un continente mucho más amplio. Hoy en día, en plena Tercera Revolución Industrial, blockchain promete enfrentarse a toda la idea de intercambio de valores y a la naturaleza humana ofreciendo un mundo nuevo y valiente. Es inevitable. Entonces, ¿qué va a pasar ahora?
Fuente: Cointelegraph