¿Prostituimos la moral?
Hace no menos de quince días se volvió a activar la mal llamada Operación de Liberación del Pueblo (OLP) en las parroquias del Distrito Capital. Increíblemente y, como se ha vuelto costumbre en los últimos dieciocho años las cifras oficiales se alejan de las cifras que dan a conocer las familias venezolanas. Esta operación consiste en la creación de lo que antes se conocía como “Grupo exterminio” de las policías nacionales, que integran oficiales de la Fuerza Armada Nacional (FANB), funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) y de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), en una jornada entre gallos y medianoche que busca terminar con la vida de los “antisociales” de las comunidades venezolanas.
Mucho fue el debate que se ha generado a raíz de las últimas actuaciones de dicha Operación gubernamental ya que, por ejemplo, en la parroquia 23 de Enero fueron asesinados vilmente 15 jóvenes de la comunidad. Los mismos fueron asesinados por miembros morbosos y ruines integrantes de la OLP quienes acabaron con las vidas de estos seres a las afueras de sus casas y haciendo uso de su poder mientras se burlaban satisfactoriamente por encontrarse colocándole el punto y final a las vidas de estos ciudadanos.
Es acá donde buscamos señalar la descomposición social en la cual nos encontramos. Al parecer, Venezuela, no solamente está afrontando la peor crisis social, política, ética, constitucional y moral de toda su historia republicana sino también, el régimen ha logrado ir descomponiendo la ética ciudadana y ha generado al parecer que le importe poco la vida de los demás ciudadanos. Es conocido en Venezuela que la aplicación de las políticas gubernamentales si bien, la política en sí misma es mala o cuestionable, también es cierto que la aplicación es completamente errónea y fuera de lugar.
Pareciera entonces que todo esto se nos olvida por el simple hecho de que los ciudadanos asesinados al frente de sus familias vivieran en la parroquia el 23 de Enero -cuna de colectivos armados, de grupos de antisociales mejor dotados de armamentos y municiones que toda la Policía de nuestro país- los hace ser culpables, antisociales o, peor aún, merecedores de la atroz manera en la cual acabaron con sus vidas.
Como venezolanos debemos tener claros que no puede ser una política de gobierno un grupo de exterminio que someta al terror a las familias de los implicados –si es que lo son- a sus vecinos y a comunidades enteras por un despliegue de balas y detonaciones durante todo una noche. No puede ser aceptable que el régimen que tanto ha dañado a Venezuela ahora se dedique a dañar nuestra moralidad, nuestra ética y nuestra condición humana.
Es la ciudadanía y el hecho de ser persona lo que nunca debemos perder ni permitir que se pierda. Cada venezolano debe lucha arduamente por volver al hilo constitucional que tanto Venezuela necesita. Esa constitución que parió Chávez para instaurar su mediocre socialismo y que él mismo patio más de mil veces porque no contemplaba todas sus locuras.
Nuestra mayor virtud es dar la lucha en todos los escenarios posibles pero, no dejando de lado la moral y nuestra dignidad, son esas virtudes las que nos permitirán seguir adelante en esta ardua lucha social, política, constitucional y electoral.
Todos nuestros mecanismos de salida a este desastre siguen tendiendo de un hilo. Todas nuestras soluciones se ven cuestionadas por el brazo ejecutor del régimen totalitario que mal dirige Nicolás Maduro. Hoy, Venezuela incrementa el alto índice de mortalidad gracias a una política de estado negligente y descarada que pone a malandros uniformados a acabar abiertamente y con “patente” para ello a quien se le atraviese por el frente.
La organización comunitaria hoy más que nunca debe prevalecer. Que cada comunidad denuncie los abusos, se active para la lucha cívica y no deje de denunciar agotando todas las instancias públicas apegadas a la constitución. Bien es cierto que todos los organismos del estado están secuestrados pero, cuando toda esta tormenta pase, debe quedar registro de que ningún verdadero venezolano se haya quedado callado.
“Decidle al General Monagas que mi cuerpo se lo podrán llevar pero, que mi moral no se prostituye”
Fermín Toro
¡Venezolanos: No permitamos que se prostituya nuestra moral!
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