No nos obliguen a ser héroes

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En esta temporada del año los niños y jóvenes han vuelto a sus respectivas escuelas y liceos, cosa que para la mayoría, incluso en situaciones normales, ya resulta complicada. Los adultos que somos cercanos a los más chicos del hogar notamos que las cosas no son como cuando nosotros pasamos por esa etapa, pues hoy existen muchos más factores por los cuales los niños no se sienten tan emocionados por volver a clases, y no son la pereza o el que se acaben las vacaciones precisamente.

Entonces, cuando los muchachos llegan al colegio o liceo, a sus respectivas formaciones en la primera hora de la mañana, o a sus salones de clases ¿Qué les dicen?… Cosas como: “Deben sentirse orgullosos de su país.” “No tienen que desear irse de su país, tenemos las playas más bellas, las mujeres más hermosas, la comida más deliciosa”, entre otros.

Señores profesores y tutores, representantes y orientadores, a los que profundamente respeto y admiro, mis palabras podrán parecer ofensivas y seguro me considerarán demasiado joven para ver las cosas con claridad -y tal vez tengan razón- pero supongo que eso me acerca más a lo que piensan los colegiales ante sus comentarios… ¿Quieren saber lo que piensan esos niños acerca de sus palabras? Pues se los diré:

Ellos simplemente no saben de qué sentirse orgullosos, y ustedes no están logrando persuadir a nadie.

Nos enseñaron que antes de decir algo hay que pensarlo dos, tres y hasta cincuenta veces antes de abrir la boca, y cuando nos portábamos mal nos hacían sentir culpables (con justa razón) y querían que intentáramos ponernos en sus zapatos como educadores. Todo eso estaba muy bien, pero ¿ustedes han reflexionado sobre lo que hablan respecto al orgullo? Mujeres bonitas, playas, clima tropical, la arepa… Ajá. ¿Podrían hablarme ahora de algo satisfactorio que los venezolanos podamos lograr? Algo que nos haga sentir orgullosos de nuestro país y gente en la actualidad, que no sea Simón Díaz, Jacinto Convit o Dudamel, pues dos de ellos están muertos y el otro al parecer vive en Los Ángeles.

¿Se quedaron pensando? ¿Sí? Yo también.

Miren, de repente se asomó por mi mente la gentileza y el desprendimiento criollo, que hoy es prácticamente nulo e incluso (ahora gracias al estudio lo entiendo) va de la mano con un problema histórico de despilfarro e impulsividad típica del venezolano.

¿Entonces? Es solo mi punto de vista, pero creo que estamos encaminando mal esos intentos de motivar a los jóvenes.

No les digan que no hagan lo que quieren hacer, no les digan que se queden porque aquí nacieron y aquí se tienen que morir así no tengan la oportunidad de realizar sus metas profesionales y personales. No los obliguen a sentirse orgullosos de una playa, de una mujer bonita, o de una arepa… Por el contrario, guíenlos en lo que quieran hacer y para que aquello sea algo que no los lastime a ellos ni lastime a los demás; si quieren buscar sus sueños en otro lugar enséñenlos a trabajar duro y motívenlos a encontrar su sitio en el mundo, aunque sea caro y complicado. Enséñenles a sentirse orgullosos de su familia, amigos, de sí mismos y sus logros, independientemente de si estos están aquí o en Pekín.

Dicen que hay que incentivar a los jóvenes a que se sientan orgullosos de su país, a quedarse y luchar por él y eso está bien, pero como decimos en derecho penal, nadie está obligado a realizar actos heroicos. ¿Y saben algo? Algunas personas mayores deben terminar de entender que no fueron los jóvenes los que metieron al país en este atolladero por sus malas decisiones, así que no pretendan que ellos los salven. Por el contrario, enséñenlos a hacerse responsables de sus propias decisiones, mientras ustedes también aprenden a hacerse responsables de las suyas…

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