Le digo sí al diálogo
Ya son muchos años donde la dirigencia opositora no despliega un programa exitoso de lucha, en que se tengan tres armas fundamentales: “La propuesta, el liderazgo y el acompañamiento”, la gran mayoría de ellas no han podido ser consensuadas y terminan en catástrofe, tal como “La Salida” en el 2014, producto de siempre poner adelante el interés de grupos o personajes por encima del colectivo.
Hoy los venezolanos enfrentamos la última arremetida del gobierno como lo fue cerrar el Referéndum Revocatorio, producto de disidencias y divisiones en su seno, el PSUV no encontró otra alternativa que decirle “sí” a las proposiciones de diálogo de parte de la oposición desde el primer trimestre del año. Es por ello que, tras el descalabro cometido por un grupo de sus gobernadores asustadizos por la demarcación del CNE en cuanto a la circunscripción del revocatorio, esto significaba un previo de lo que les vendría a estos caudillitos regionales en los próximos comicios, por ello Maduro tuvo que acceder a la mediación del Vaticano, la UNASUR y la Embajada Americana a regaña dientes.
Mientras tanto en la oposición se abrió un ala disidente que pretende avivar las bajas pasiones que llevó a la MUD a su más estruendoso fracaso en el 2014 y ni hablar del 2002, voces que pretenden satanizar a quienes como demócratas le decimos “sí al diálogo”, ya que esto no hará condicionar ni mucho menos negociar nuestros principios.
Ahora bien, somos varios que nos preguntamos: ¿Sino es Diálogo, qué? Esa pregunta la dejamos abierta a la reflexión y al debate popular, porque no solo en la oposición tenemos extremistas que quieren dar fin a través de su presión mediática (opinadores, portales y medios de comunicación miameros), sino también en el gobierno existe un duro sector que necesita salvaguardar su pellejo, ya que una bien deseada transición, no habrán bancos en el mundo que puedan resguardar sus bienes manchados por el defalco a la Hacienda Pública en estos 18 años.
Sino hay diálogo, hay violencia y confrontación, sino abrimos los mecanismos democráticos de entendimiento y resolución pacífica, abrimos el escenario al gorilismo militar quienes son altamente famosos en las amarillentas páginas de la historia por destruir democracias. Y aunque si bien, ese gran edificio llamado democracia se encuentra parcialmente destruido, aún quedan sus cimientos intactos, quienes son representados por su gentilicio que hoy sigue confiando en que la crisis sea resuelta y se abran los caminos a la transición y la edificación de un nuevo sistema que consolide la participación democrática, la transparencia, la confianza en las instituciones, el desarrollo socio económico y la paz.
Quien no confié en el diálogo como mecanismo efectivo y democrático le dará pie a que avancen aquellos detestables personajes que desde trincheras ficticias y cuarteles burocráticos conspiran para socavar el espíritu y la virtud del venezolano que quiere cerrar este episodio con 18 años de tránsito en el que se nos ha dirigido a un camino lleno de obstáculos para la realización individual y colectiva, y a su vez han sumergido a nuestra nación en el más acentuado atraso frente al esquema global de desarrollo.
Es por esto que yo, un ciudadano más de éste país doy un voto de confianza al diálogo, ya que al no creer en la resolución por la vía de las armas por grupos montoneros y beligerantes sino que creo en una transición bien conducida. No olvidemos que hasta el más acérrimo chavista es nuestro hermano venezolano y padece esta crisis al igual que todos, esto nos debe llevar a no predicar la exclusión sino la inclusión en un proyecto marcado de nuevos tiempos para Venezuela, donde las razones ideológicas no separarán a las familias, por el deseo perverso de un puñado de dirigentes. Venezuela es grande así como su gente, y si hasta en las más cruentas guerras se han fijado espacios de entendimiento, este es el momento de que nosotros tengamos uno.
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