Defensa ante el COVID-19
Desde principios de este año, el mundo entero se ha visto forzado a cambiar radicalmente el modo de vida, para evitar la enfermedad y la amenaza de muerte representada por el COVID-19. A partir de su aparición, se ha desplegado una variada gama de comportamientos como resultado previsible de la gran alteración que este virus ha producido en el funcionamiento social, económico y familiar, en detrimento del bienestar de una gran mayoría, desafortunadamente.
Pudiera pensarse que esta situación ha causado en algunos grupos, conductas tan contrarias al más elemental sentido común que han rayado en el absurdo; sin embargo no es del todo cierto, pues si bien es indudable que el ambiente influye sobre nosotros, no lo es menos que también nuestro modo de ser determina en mayor grado, la forma en que respondemos ante cualquier evento.
Así, cada quien reacciona de manera distinta ante un mismo hecho o un problema. Para algunos la situación actual resulta tan dura que la única manera de manejarla es mediante la huida, configurando lo que en psicología se conoce como negación, que es un mecanismo de defensa ante una realidad tan insoportable que no puede enfrentarse por causar gran angustia. El ejemplo más frecuente en la actualidad es el de los convencidos de la falsedad de la pandemia; para ellos el COVID-19 es una ficción creada con la intención de controlar a la población.
Si bien cada quien es libre de pensar como quiera y de defenderse como pueda, esa libertad termina donde se afectan los derechos del otro, en este caso el derecho fundamental a la salud. Quienes caminan por las calles sin tapabocas o no guardan la distancia física mínima necesaria, se exponen a sí mismos y a los demás al contagio del virus, incurriendo en una conducta irresponsable; lamentablemente quienes actúan así, no se dan cuenta de las consecuencias de su comportamiento por estar convencidos de que el virus no existe, de modo que no están conscientes del riesgo que corren ni del daño que potencialmente causan.
Pero hay otras conductas que además de originarse en la negación de la realidad, se combinan con otros factores y se convierten en un auténticos disparates; es el caso de las llamadas “fiestas COVID” o “fiestas del coronavirus”, que se han venido realizando en diversas regiones del mundo, con la aparente finalidad de generar anticuerpos, transformando el evento en una competencia cuyo premio en dinero se lo lleva quien se contagie primero. En estos casos está presente lo que se conoce como negación omnipotente, muy frecuente entre los jóvenes, quienes suelen sentirse todopoderosos y por ello invulnerables ante cualquier evento negativo, a esto se añaden ciertos rasgos conocidos en psiquiatría como borderline o límite, consistentes en la ejecución impulsiva de conductas autolesivas, que conllevan riesgo de daño a la salud o a la vida.
En situaciones como la actual, se impone proteger a los otros y a nosotros mismos de los riesgos y eventuales daños que pueden causar el contagio de este virus; por ello es necesario estar informado sobre lo que podemos hacer para evitarlo, respetando los límites que con base en la ciencia se han establecido hasta hoy y que no son otros que el uso del tapaboca, el mantenimiento de la distancia física mínima de dos metros, no tocarse la cara mientras se permanece en la calle y el lavado de las manos al llegar a casa.
Debe tenerse en cuenta que escapar de una dura realidad no la cambia, solo agrava sus consecuencias.
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