América de fraude en fraude
El continente americano ha estado sumergido de fraude en fraude durante estos últimos años. Debemos iniciar recordando el fraude cometido en Bolivia en la elección presidencial que Evo Morales pretendía robarle a los factores de oposición. La Organización de Estados Americanos levantó su voz y cantó fraude. El pueblo boliviano se alzó y durante 21 días salieron a la calle denunciando un fraude electoral. Esa reacción popular logró que las Fuerzas Armadas bolivianas le quitasen el apoyo a Morales.
La Senadora Jeanine Añez, asumió la presidencia interina del país y logró apaciguar a las furibundas masas que al unísono cantaban fraude, pero luego de un año de mandato en donde trató de revertir los males que el socialismo había traído a la nación boliviana, sucedió lo impensable; el candidato del partido de Evo Morales, Luis Arce ganó la contienda electoral.
Las voces de fraude quedaron en entredicho. La Organización de Estados Americanos y su Secretario General fueron atacados por los factores de izquierda, sin embargo, la victoria de Arce en Bolivia no significa que Evo Morales no haya cometido un horrendo fraude electoral en octubre de 2019.
La victoria de Luis Arce es producto de la división entre los partidos de oposición bolivianos. La oposición boliviana no siguió el ejemplo de la venezolana en el año 2015, que con todas las desavenencias internas que puedan tener, acudieron a la cita parlamentaria de ese año bajo una tarjeta electoral unitaria y evitaron que en ese proceso el órgano electoral se prestase a cometer un fraude electoral.
¿Qué les espera a los bolivianos con la victoria de Arce? De seguro la destrucción del aparato productivo tal como ocurrió con el socialismo en Venezuela.
Así mismo, la nación más poderosa de la tierra no ha escapado de los fraudes electorales. Actualmente, el Presidente Donald Trump, ha alegado que el partido demócrata ha cometido un fraude en el proceso electoral presidencial e interpone acciones judiciales intentando revertir el fraude.
Hasta los momentos el Senado norteamericano no ha emitido pronunciamiento alguno sobre la proclamación del candidato Joe Biden, aunque los grandes medios estadounidenses ya lo dieron como ganador producto de sus proyecciones.
La historia en la nación norteamericana no ha terminado. La batalla electoral cambio de terrero, ahora es un batalla legal por la silla en la oficina oval. Veremos con el transcurrir de los días que sucede en los Estados Unidos, sí la persistencia de Trump rinde frutos o Biden y los demócratas consiguen llegar a la Casa Blanca.
Mientras la batalla por la Casa Blanca se da en los juzgados y en los medios norteamericanos, en Venezuela el gobierno nacional promueve unas elecciones parlamentarias en donde va a resultar ganador de la mayoría de los curules motivado a la forma fraudulenta como ha sido montado el evento electoral.
Desde el mismo momento que el Tribunal Supremo de Justicia nombró de forma inconstitucional a los rectores del Consejo Nacional Electoral, el proceso parlamentario se encuentra viciado de nulidad absoluta.
No conforme con elegir a los rectores del Consejo Nacional Electoral, el Tribunal Supremo de Justicia intervino las juntas directivas de los principales partidos de oposición (Acción Democrática, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo). En paralelo admitió una solicitud del Fiscal General de la República para declarar como organización terrorista al partido Voluntad Popular.
Con esas decisiones judiciales inconstitucionales, el gobierno nacional consiguió una oposición a su medida, consiguió unos partidos de una falsa oposición que decidieron acudir al evento electoral para tener una cuota mínima de poder, la que el gobierno les permita tener.
El Consejo Nacional Electoral también contribuyó al cumulo de situaciones que hacen en definitiva que el proceso parlamentario sea fraudulento. Inicio con el cambio en la cantidad de diputados que serán elegidos al parlamento, luego la modificación de las normas electorales tan sólo unos meses antes de la materialización del evento electoral, violentando con ello las disposiciones constitucionales que rigen la materia.
Todo ese cumulo de situaciones promovidas desde el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral, hacen que el venidero proceso parlamentario sea un claro fraude a la Constitución y en definitiva a la voluntad del pueblo, que no podrá elegir libremente a los representantes del parlamento, sino aquellos de una falsa oposición que le sigue el terrible y lamentable juego al gobierno nacional.
Con las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente del año 2017, las presidenciales del 2018, y las parlamentarias de 2020, Venezuela se ha convertido en un país en donde el derecho al voto libre ha sido anulado completamente por las instituciones que deben promoverlo y defenderlo, y no destruirlo ni violentarlo como lo han hecho. Venezuela se ha convertido en una nación en donde lo anormal se ha convertido en algo normal.
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