Jane Austen y su concepción de una mujer inteligente
Por Mariana Zambrano
@zam_mariana
Jane Austen, nacida en el año 1775, en Inglaterra. Perteneció a una familia de la rama burguesa agraria, su padre era reverendo y su madre se ocupaba de la casa. La joven formó parte de ocho hermanos y solo tuvo una hermana. Su vida se ubica dentro de lo que se conoce como la época Georgiana e, igualmente, vivió gran parte de los cambios que llevaron a la sociedad hacia la revolución industrial, guerras napoleónicas y la expansión del Imperio Británico. La novela comienza a ser considerada como un género literario. Las mujeres debían ser bien educadas por institutrices o escuelas para damas, y las que no gozaran de este tipo de recursos eran mal vistas y rechazadas por la sociedad. De igual forma se les enseñaban ciertas conductas, en el ámbito social, doméstico y religioso; además, debían ser poseedoras de ciertas capacidades, bien sea en la música, dibujo o bordado.
Las obras de Austen son reflejo de la mujer educada y libre, sin ataduras, siendo lo más importante el cultivo de la sensatez.
A principios del siglo XIX – comenta Virginia Woolf – toda la formación literaria con que contaba una mujer (…) era práctica en la observación del carácter y el análisis de las emociones (1923, pág. 49). Jane Austen nos revela, mediante personajes femeninos, un estudio del carácter emocional de las mujeres y sus grandes cualidades.
Una de las obras más reconocidas de la escritora Jane Austen es la novela Orgullo y Prejuicio (Pride and Prejudice) del año 1813. Su protagonista, Elizabeth Bennet, es del tipo de mujer que no se conforma con que la sociedad le imponga contraer matrimonio con el primer hombre rico que se le presente. Austen nos ubica dentro de una familia, Los Bennet, que aparte de estar conformada por el Señor y la Señora Bennet, está integrada por cinco hijas que han sido presentadas a la sociedad, teniendo la mayor 21 años y la menor 16 años. Cada una cuenta con una personalidad particular y, por lo tanto una visión única del mundo. El título de la obra se explica bajo la representación de dos personajes que son centrales en la novela, Elizabeth Bennet (segunda hija) y el Sr Darcy. Lizzy se promete odiar de por vida al caballero después de un desplante que le hizo la primera vez que se conocieron y se lo hará saber con palabras y actitudes totalmente directas. El segundo, después de luchar consigo mismo, deja de lado su posición y se centra en ver a la joven como el motivo de su felicidad. No está de más decir que a la primera le domina el prejuicio y al segundo el orgullo.
Todas las hermanas están (en su mayoría) en edad y disposición de casamiento. Jane, la hermana mayor, es reconocida, en principio, por su indiscutible belleza, sumado a esto está que la joven es poseedora de los más nobles sentimientos, lo cual hace que ella sea incapaz de pensar mal de alguien. Luego tenemos a Elizabeth (llamada también Lizzy), una joven de asombrosa belleza, pero lo que la hace más auténtica y especial es su inteligencia. Ella pondrá en duda todo cuanto conoce de alguien y serán las pruebas lo que le indique la veracidad de un asunto. Es considerada como un personaje rebelde, porque es de libre pensamiento y se va sin rodeos al momento de manifestar sus ideas y esto, dentro de la época en la que la novela está ambientada, supone un distanciamiento de la imagen de la mujer sumisa y dócil. Para Elvira Lindo (2011) la inteligencia es considerada como un don, el cual está totalmente vinculado con la bondad, haciendo al personaje femenino acreedor de un buen sentido común y de libertad de pensamiento, el cual se distancia de la avaricia y estupidez que muchas veces parece categorizar a algunas mujeres, en este caso se usa como ejemplo a la madre de las jóvenes, la Sra. Bennet y, en un pensamiento particular, muy cercano al de Lydia.
En ninguna de ellas hay mucho que elogiar. Son tan ignorantes y necias como todas las de su edad; pero Lizzy es más vivaz que sus hermanas (Austen, 1813, pág. 19).
En Orgullo y Prejuicio, como sabemos, la historia se centra en Elizabeth y Darcy. Su amor no será algo convencional ni de interés social. Como hemos mostrado, la protagonista es de un carácter fuerte y dura de convencer. Cuando conoce al Sr. Darcy se da cuenta que es poseedor de un orgullo y altivez demasiado elevada para su paciencia. Después de un desplante indirecto que le hace Darcy a Elizabeth, en donde dice que la joven es bonita pero no demasiado para tentarlo, deja a la joven bajo la constante búsqueda de saber quién es el hombre que ha hablado de ella con tanta indiferencia y aparente vanidad. Es cierto que el final para ambos es feliz, pero no es una historia en donde la mujer se muestra siempre de acuerdo con lo que éste dice. Elizabeth pone sobre una balanza todo lo que su enamorado le manifiesta, hasta el momento en que le pide matrimonio:
(…) por qué se ha permitido decirme, con el propósito evidente de ofenderme y de insultarme, que me quiere contra su misma voluntad, contra los dictados de su corazón y aun contra su misma manera de ser. Si yo me he mostrado poco cortés, ¿no está bien disculpada con eso mi descortesía? Pero me ha ofendido de otra manera. Y usted lo sabe. Aunque mis sentimientos no me hubiesen impelido a rechazarlo, aunque hubiesen sido favorables, ¿ piensa usted que la reflexión hubiera podido inducirme a dar el sí a un hombre que tiene la culpa de que haya quedado destruida tal vez para siempre la felicidad de una hermana mía muy querida?
Aquí vemos que Elizabeth pudo aceptar esta propuesta, dada la condición social de Darcy, pero no puede hacerlo, primero por principios, ella lo acusa de ser el responsable de la infelicidad de su hermana, además está el hecho de que él, de manera indirecta, ha herido su orgullo. En este sentido, Elizabeth es una Kore (doncella), representada por Atenea que defiende su castidad porque no necesita de un hombre para ser feliz. Otra cuestión particular de Elizabeth es que nunca manifiesta a alguien sus problemas con Darcy, ella es, en cierta medida, autosuficiente para resolver los problemas y aceptar sus errores si es necesario. Darcy le explica que nunca vio en Jane las mismas intenciones que Bingley tenía hacia ella y por eso aconsejó que lo mejor era distanciarse, pero que los medios económicos no eran los motivos que lo inclinaron a tal decisión. Además fue Darcy quien encontró a Lydia con el soldado, Wickham, a las afueras de la ciudad, pagándole a éste con la finalidad de que se casará con la joven y, de hecho él fue testigo de la boda. Con esto Darcy y Elizabeth logran aclarar los malos entendidos y ella logra entender que estar con un hombre que haga las cosas que él hizo, por amor, vale la pena y que, siendo así, siempre le ha amado, solo que la primera impresión la había hecho ser prejuiciosa hacia él. Lizzy nunca contó con verdaderas pruebas para odiar al joven.
Darcy vuelve a hacer su propuesta de matrimonio, hablando él esta vez con el Sr. Bennet personalmente. Además de que las hermanas y el padre quedan totalmente impactados sobre la actitud de Elizabeth ante Darcy. La madre le hace los mejores elogios a su hija, considerándola ahora como inteligente y, además, de mayor posición que Jane, ya que el ingreso de Darcy asciende las 10.000 libras anuales.
Después del matrimonio Elizabeth se toma más libertades con Darcy, ahora como esposo. Le juega bromas y le pregunta sobre el por qué se enamoró de ella. Las razones que da la propia Elizabeth son:
Mi belleza te dejó frío al principio; de mi comportamiento contigo ni hablemos, porque anduvo bordeando la grosería, y siempre que te dirigí la palabra lo hice más bien con la intención de mortificarte. Sé franco… ¿me admiraste por mi descaro?
Y es totalmente válido creer que el hecho de que una mujer trate a un hombre de esa manera llamará su atención e interés, pero ya sabemos los motivos por los cuales ella lo hizo. Sumado a esto está la relación que Elizabeth establecerá con la hermana de Darcy, Georgiana, la cual llega a tenerle un cariño enorme, pero no deja de sorprenderle la espontaneidad con que Elizabeth trata a su hermano, lo que esta le explica que entre marido y mujer hay muchas libertades, que no existen entre hermanos.
En resumen, esta obra literaria es de las más emblemáticas y, por tal razón, no está mal echarle una buena lectura. Nos permite razonar, no solo acerca del amor, sino de nuestra posición como mujeres y el cumplimiento de nuestros más profundos sueños.
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