NO HUBO FRAUDE, PERO ¡NO NOS VAMOS DEL PAÍS!
Por Alexander Gamero
Como a muchos otros venezolanos, el 7 de octubre me dejó loco. Y, a diferencia de muchos, no me refiero a fraude. Llevo semanas, quizás meses trabajando con el Comando Venezuela, y con mucho dolor tenemos que admitir que el oficialismo ganó.
Lo que me dejó asombrado es que no conocemos a Venezuela. Voy a ilustrar mi punto con una anécdota. El domingo estuve trabajando como defensor del voto, y me tocó contactar a una señora que era movilizadora de electores en la frontera con Colombia. Ella me dice “es que ustedes desde Caracas no entienden. Nosotros aquí tenemos amenazas constantes de la guerrilla, y de otros grupos violentos. Y las personas que llevamos a votar, que viven hasta a 15 km de distancia del centro, van con miedo a que los vean con nosotros; muchos no saben leer español, así que tienen que votar asistidos, y les da miedo que los fichen. Aquí hay muchos problemas de narcotráfico, y de contrabando de gasolina. Y no tenemos los recursos. No tenemos ni para pagar un taxi o comprar agua”. Yo quedé perplejo. Trabajaba en la defensa del voto, sí, pero a diferencia de la señora yo estaba cómodamente instalado frente a una computadora. Mientras yo hacía llamadas telefónicas y me tomaba un guayoyo (en serio), aquella valiente mujer parecía estarme describiendo otro país.
Los venezolanos, sobre todo los jóvenes, tenemos que empezar a reconocernos entre sí. Vi a muchos amigos en Twitter diciendo que en Venezuela habían triunfado los “ignorantes” y la “mediocridad”. Entendí que aún nos falta mucho camino por recorrer. Nos falta conocer el país, bajar el vidrio del carro y asomarnos en la ventana. Nos falta entender que en la inmensidad que es Venezuela no estamos solos, compartimos este territorio y esta “patria” con millones de personas que piensan distinto a nosotros. Que debemos tratarlos como iguales. Haber tenido la oportunidad de estudiar no nos hace mejores personas, no nos convierte en ciudadanos con “privilegios especiales” que han de decidir el destino de la nación.
Nos falta también entender que Venezuela es un país muy heterogéneo, y que desde nuestras cómodas butacas viendo televisión no podemos ponernos en los zapatos de todos. Que hay gente en Venezuela que no tiene para cenar, madres que dejan de comer para que su familia sí coma. Que esa gente, que es mucha, fue ignorada durante décadas mientras otra fracción menor de la población disfrutaba de muchos recursos. Es esa, y no otra, la razón del triunfo de Chávez.
No me malinterpreten, no estoy diciendo que el gobierno haya resuelto la aberrante desigualdad social que hay en este país. Pero nosotros, extranjeros a la realidad de la mayoría de Venezuela, no hemos logrado convencer al chavismo de que juntos podemos construir un país mejor. Nosotros, que sabemos que se puede tener mejor calidad de vida, no nos hemos acercado al otro bando a dialogar. A decirles que se puede vivir sin miedo a ser robado o asesinado, en una ciudad donde el gobierno recoge la basura y limpia las calles, donde no se va la luz y hay agua todo el día. Donde hay escuelas, liceos, hospitales, universidades, canchas y hasta centros culturales de los que todos podemos disfrutar. No hemos puesto el empeño suficiente en convencerlos de que todos unidos podemos transitar hacia una Venezuela más incluyente, justa, segura, independiente, productiva y libre.
Están también los que cantan fraude. Es comprensible, dada la frustración, y porque es la salida fácil: es mejor pensar que nos robaron las elecciones, a reconocer que el chavismo es mayoría y que nos falta mucho camino por recorrer.
Tengo 23 años, y por eso el domingo voté por primera vez en una elección presidencial. Como yo, muchos se sumaron desde 2006 al camino que proponía la oposición, el camino de la libertad, la seguridad y la paz. Tuvimos exactamente 2.175.984 más votos en esta elección que en 2006 (lo pueden comprobar en la página del CNE aquí y aquí). Los nuevos votantes, mayoritariamente jóvenes, parecen haberse inclinado más por la oposición que por el chavismo.
Decir que ganaron con “trampa” porque en las parlamentarias o en las regionales la oposición ganó en Zulia, Carabobo y Miranda, es desconocer la esencia del fenómeno Chávez. Hay muchos electores chavistas que sólo votan en elecciones presidenciales, cuando el Comandante Presidente está en la boleta. En esta elección salieron a votar por el gobierno 2.638.732 personas más que en las parlamentarias de 2010. Es un candidato que aunque dice no importa si se va la luz o no hay agua, “Lo importante es la Patria”, aún motiva a sus seguidores a votar por él.
Cantar fraude es desconocer nuestro propio esfuerzo, es un irrespeto a quienes trabajamos en la defensa del voto: casi 200 mil personas entre testigos y voluntarios. Por sobre todas las cosas, una elección se gana sumando votos, y decir que votar es inútil porque “hacen trampa” es exactamente lo contrario. Vamos a reflexionar, a aceptar nuestra derrota, y estemos a la altura de la campaña que hicimos. Liderados por Henrique Capriles Radonski los jóvenes, y muchos venezolanos de todas las edades, participamos en una campaña impecable. Sobran las palabras para describir la avalancha que recorrió más de 300 pueblos en 3 meses, que llenó a Venezuela de esperanza por un mejor futuro, en la que nunca se insultó ni ofendió, y en la que el odio fue el único vencido.
Es por esto que estoy convencido que el camino está en Venezuela. Por razones subjetivas y objetivas. Entre las subjetivas está porque he vivido en el extranjero y sé que uno se siente muy mal, que uno “no encaja”, no hay como vivir en este país. Porque si aquí hay gente como la señora de Apure, que lucha contra la guerrilla para sumar cada voto, este es un país por el que vale la pena luchar. Porque en mi modesto trabajo con La Fuerza Joven descubrí que somos muchos los que, aunque tenemos la oportunidad cierta de irnos del país, decidimos quedarnos y luchar aquí. Y porque queremos que los venezolanos todos, incluyendo a los que aún ven en el Presidente Chávez la solución de sus problemas – y lo honraron con su voto – vivamos mejor, nos entendamos, nos reconozcamos y abandonemos el odio. Porque queremos vivir mejor.
Entre las razones objetivas porque nuestro crecimiento electoral, aunque modesto, demuestra un esfuerzo loable contra un Goliat que usa indiscriminadamente los recursos del Estado para hacer campaña; contra un gobierno que enmendó la constitución para permanecer indefinidamente en el poder; contra un sistema presidencialista que le da demasiado poder a una sola persona. Con esa aberrante desventaja, logramos convencer a casi 6 millones y medio de venezolanos que podemos vivir mejor, que podemos encontrarnos y juntos trabajar por un camino hacia el progreso.
Los jóvenes heredamos este conflicto social. Nosotros no participamos en su creación. Nosotros no fuimos de los que ignoramos a la mayoría necesitada del país. Pero sí somos nosotros los que tenemos que resolverlo. Irnos del país puede ser la salida fácil, pero definitivamente no va a resolver nuestros problemas. Sólo reconociendo al país, encontrándonos con los que piensan distinto, y trabajando juntos y unidos lo lograremos. Ya está aclarando la mañana en Venezuela, aunque el guayabo nos impida verlo…
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