Editorial #191: «Para vivir muriendo»

 

Mónica Spear no «murió», «falleció» ni «nos dejó», como reflejaron varios medios de comunicación la semana pasada. La asesinaron como a 24.763 venezolanos el 2013 y a más de 155.000 en los últimos 15 años.  Su asesinato, junto al de su ex esposo, el irlándes Thomas Henry Berry, en un intento de robo en el que también resultó herida de bala su pequeña hija de 5 años, conmocionó a todo el país.

 

La exitosa actriz venezolana, de 29 años, ex Miss Venezuela en 2004, ya triunfaba en las pantallas internacionales y vivía en el exterior. Pero decidió pasar las fiestas en su tierra junto a sus seres queridos sin imaginar que en ella encontraría la muerte dejando huérfana a su pequeña hija y destrozada a toda su familia.

 

La inseguridad no es un mal incurable que le ha tocado padecer al país, pero sí es un problema estructural consecuencia de la ineficiencia de las autoridades y de la casi inexistencia de la ley. Ser delincuente en Venezuela es el mejor “negocio” que existe: los beneficios son altos, los costos mínimos y la impunidad casi absoluta.

 

Desde 1998, la tasa de homicidios se ha cuadruplicado al pasar de 19 a 79 fallecidos por cada 100.000 habitantes, de acuerdo con estadísticas del Observatorio Venezolano de Violencia. Más de 20 planes de seguridad se han implementado durante el mismo periodo, pero ninguno ha reflejado logros concretos. Hoy las calles son más inseguras que nunca antes en la historia de este país.

 

Es imprescindible comprender que lo que está matando a los venezolanos no son las balas, es la ineficiencia de un gobierno y la indiferencia de la gente. Venezuela se desangra cada día un poco más y esta realidad no va a cambiar si nosotros no la cambiamos.

 

No es cierto que ya tocamos fondo ni que ya vivimos lo peor. Por muy doloroso que sea, debemos reconocer que las cosas pueden empeorar aún más y que no dejarán de recorrer su oscura marcha si no son los ciudadanos decentes los que la impiden. El miedo es el mejor aliado de quienes buscan destruir la República, sus libertades y sus derechos, como lo es el más fundamental de ellos, el derecho a la vida. 

 

A alguien, hace no mucho, se le ocurrió que la frase “Para vivir viviendo” podía sonar bien. Como eslogan, puede que haya tenido razón, pero la realidad es una muy diferente: en Venezuela hoy se vive muriendo.

 

 

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

 

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