EDITORIAL #194: La cumbre de la vergüenza

 

La cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) concluyó el pasado miércoles en La Habana con un gran éxito para el régimen que gobierna la isla desde hace 55 años. Cuba, excluida de la Cumbre de las Américas, logró reunir a 29 de los 33 mandatarios convocados y recibió un importante apoyo diplomático de los países de la región.

 

No deja de llamar la atención el hecho de que el gobierno de Raúl Castro no haya recibido críticas directas de ninguno de los países participantes. Lo más cercano a ellas provino del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quien pidió a la isla el cumplimiento de los pactos internacionales de Derechos Civiles y Políticos.

 

La disidencia cubana, por su parte, esperaba ansiosa un acercamiento con la comunidad internacional para plantear demandas que ya tienen décadas. Sin embargo, la decepción fue inmensa cuando, incluso mientras eran reprimidos violentamente los días en los que se realizaba la cumbre, solamente la delegación encabezada por el embajador y la jefa de Política Exterior de Costa Rica se reunió 25 minutos con ellos y de manera muy discreta.

 

Mientras tanto, ante la evidente debilidad actual de Venezuela, los gobiernos de Brasil y México se peleaban por lograr espacios en esta etapa de apertura económica que parece comenzar en Cuba. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, inauguró las obras del megapuerto de Mariel, construido por la empresa brasileña Odebrecht con un inversión de 1.092 millones de dólares, mientras que el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, se reunió de manera oficial con el gobierno cubano por más de cuatro horas.

 

Además de la indiferencia con quienes denuncian abusos contra sus derechos humanos y políticos y el interés en participar en cualquier nuevo espacio económico en la isla, la cumbre se caracterizó por el homenaje al fallecido expresidente de Venezuela, Hugo Chávez, a quien calificaron como “humanista incansable”. Las exageraciones no se quedaron ahí, ya que el comunicado oficial de la cumbre proclama a América Latina y el Caribe como “zona de paz”. Al parecer los líderes mundiales ahí presentes no se enteraron del último informe de la ONU, en el que se afirma que la región tiene el 40 por ciento de los asesinatos del mundo, a pesar de tener solo el 8 por ciento de la población. Además, la lista de las 20 ciudades más peligrosas se encuentra prácticamente tomada por aquellas ubicadas en nuestra región.

 

Quedó evidenciado, una vez más, que el objetivo principal de este tipo de cumbres es la foto en la que los presidentes se dan el espaldarazo unos a otros. Cada quien con su visión y sus intereses pero con un objetivo compartido: lograr legitimidad de liderazgo en sus respectivos países. Ellos proclamaron en su declaración final que se proponen “dar batalla a las grandes lacras del continente, la pobreza, el hambre y la desigualdad”, irónicamente en Cuba, rodeados de miseria.

 

Ese fue el resultado final de una cumbre cuya mayor protagonista fue la vergüenza.

 

 

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

 

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