Literatura, militarismo y autoritarismo

Por Henyerson Angulo

@heryens

 

 

 

El poeta está prestado a todo,

incluso a sí mismo.

Prestado en comisión de servicio

A cualquier ramo

del Mi(ni)sterio

de la existencia.

Juan Calzadilla

 

Durante el carnaval de 1998 fui disfrazado de militar, con boina roja y demás parafernalia, para asistir a la fiesta del preescolar Negra Matea en el Fuerte Tiuna, donde me relacionaba constantemente con militares. Recuerdo, imposible olvidarlo, que todos los militares que veía se llevaban la mano a la sien para saludarme. Oscuro momento. Ese día rechacé al militarismo y la figura autoritaria que representa el militar. Por ende, rechacé el autoritarismo en todas sus vertientes.

 

Hoy sigue incomodándome ese personaje, hoy esa figura llena de poder sigue intimidándome y sigo rechazándola. Pero no para todos siempre ha sido así. En el arte, por ejemplo, ha habido figuras a favor de regímenes políticos autoritarios, aun y cuando muchos pensamos que el arte debe enfrentar al poder de los amos que obligan siempre a sus esclavos a asentir. Pero, en efecto, todo régimen dictatorial tiene intelectuales de su lado.

 

Durante Hitler existieron miles de escritores contra el régimen, muchos de ellos lo padecieron, muchos de ellos murieron bajo él, de hecho. Anne Frank, Bruno Schulz, son al menos dos de esos nombres víctimas del opresor. Sin embargo, el nazimos promovía el arte a favor de su propio interés, donde muchos escritores tomaron ciertos beneficios. Günter Grass es uno de tantos que en su momento se vinculó con las Waffen-SS, siendo parte del ejército durante un tiempo. A su vez, el filósofo Martin Heidegger estuvo relacionado al nazismo; aunque muchos mantienen distintas teorías al respecto, no fue secreto que se relacionó amistosamente al régimen de Hitler.

 

En España, tras el derrocamiento del gobierno de la Segunda República Española, Francisco Franco tomó el poder, estableciendo un régimen dictatorial hasta el día de su muerte. Por supuesto, como en todo régimen autoritario, existió un grupo de la élite literaria que se mantuvo fiel a Franco: José María Pemán fue uno de los escritores que apoyó tanto la dictadura de Franco como la de Primo de Rivera. Rechazó en unos versos la libertad que clamaban algunos que rechazaban la opresión:

 

¿Para qué esas libertades

que nunca el pueblo ha buscado?

Libertad siempre la hubo

Para lo bueno y lo cristiano:

Si quieren otra…es que quieren

Libertad para lo malo.

 

El poeta Luis Rosales -muy amigo de Federico García Lorca- apuntó simpático al falangismo. A pesar de ello, durante la guerra civil española, ayudó a su amigo García Lorca a escapar del fusilamiento, escondiéndolo en su casa para impedirlo; sin embargo, no pudo hacer nada, fue asesinado. Este oscuro pasaje de su vida lo marcó hasta su muerte, le dolió la pérdida de un gran amigo que no pensaba igual.

 

El estalinismo tuvo nombres reconocidos en las letras. Hubo varios escritores que simpatizaron con el régimen dictatorial de Stalin. Pablo Neruda, por ejemplo, fue un fiel admirador de este período de dictaduras que abrazó a Rusia. Escribió Nuevo canto de amor a Stalingrado manifestando su afecto:

 

Honor a ti por lo que el aire trae,

lo que se ha de cantar y lo cantado,

honor para tus madres y tus hijos

y tus nietos, Stalingrado.

Honor al combatiente de la bruma,

honor al Comisario y al soldado,

honor al cielo detrás de tu luna,

honor al sol de Stalingrado.

(fragmento)

 

Jean-Paul Sartre también se manifestó a favor de los gobiernos comunistas y autoritario,. Sin embargo, se decepcionó posteriormente de mucho. Criticó agudamente al estalinismo, considerando incongruente al socialismo de Estado y exigiendo principalmente la libertad del individuo.

 

La revolución cubana y Sartre también tuvieron su acercamiento. El filósofo francés visitó a Fidel Castro en La Habana como muestra de simpatía a su gobierno dictador, de igual manera, se desencantó después.

 

En la revolución cubana existe un largo listado de escritores anti-castristas, sin embargo, también hay quienes se han manifestado a favor del autoritarismo de Castro y sus discípulos. El ex-director de la prestigiosa institución Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar, se conoce también por su fiel militancia al modelo castrista en la isla caribeña. Alejo Carpentier también manifestó su afecto a Castro, aunque bastante dudoso para muchos.

 

Eduardo Galeano ha adulado infinidades de veces a la revolución cubana. En el artículo A pesar de los pesares asegura que Fidel Castro es un símbolo de dignidad nacional. Para los latinoamericanos, que ya estamos cumpliendo cinco siglos de humillación, un símbolo entrañable.

 

El nobel Gabriel García Márquez fue otro seguidor eterno del prolongado gobierno de Fidel Castro, quien impidió la disidencia de tantos escritores, como Reinaldo Arenas, por ejemplo.

 

En Chile, tras el golpe de estado a Salvador Allende, Augusto Pinochet se montó en el poder por esta vía sin duda autoritaria. Jorge Luis Borges se relacionó con este dictador. Luego de recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Chile, se reunió con el militar.

 

En la actualidad existen escritores que son fieles seguidores de estos regímenes autoritarios y militaristas. La obra y el discurso político puede a veces contradecir al escritor. Estos intelectuales demuestran que no siempre la literatura y las expresiones artísticas han estado del lado contrario de quien ha privado de libertad al individuo.

 

El arte debe incomodar a los poderosos, como dijo Bolaño. Pero puede no ser así, puede también ser cómplice. La literatura, el militarismo y el autoritarismo pueden estar de la mano.

 

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