MÁS CERCA QUE LEJOS. El encuentro de dos cubanos con una venezolana [1ra entrega]

Por Gabriela Amorín

@Graby_

 

 

 

Hace unos meses tuve oportunidad de viajar a cierto país de Europa del Este, me atrevería a decir que lo mejor que ocurrió fue conocer a Roberto y a Julio.

 

Julio es un cubano exiliado desde hace casi 20 años en Suecia. Es periodista y se dedica al activismo por la causa de la democracia en Cuba. Tiene cuarenta y tantos, cuatro hijas y una personalidad y un espíritu increíblemente alegre y único.

 

Roberto vive en Cuba, es periodista y activista. Tiene una hija pequeña y me atrevería a decir que es la persona más valiente que he conocido en mi vida.

 

La convicción y entrega de estas dos personas me llevó a transcribir y compartir con ustedes algunas de las conversaciones que tuve con ellos.

Las transcripciones son prácticamente literales y las conversaciones completamente espontáneas.

 

SOBRE JULIO

G: ¿A qué edad saliste tú de Cuba?

J: A los 26. Yo llevo 19 años en Suecia. Conocí a la madre de mis hijas que estudiaba en la universidad ¡y ya! Yo pasé el llamado período especial en Cuba ¿ok?, yo ya pasé la prueba de fuego. Ahí fue cuando se perdió todo y cayó una cosa que se llama la neuritis hemorrágica que la gente se quedó ciega por falta de comida y cuando el Ministro de Salud Pública se lo dijo a Fidel Castro, lo destituyeron; y después vino un sueco que es el que le dijo al gobierno cubano: ¡Oye! Lo que le falta a esta gente es comida… ¡Coño! Que yo me pasé una semana… eso lo recuerdo así… comiendo col. Mi mamá me miró así y me dijo: Mijo, no te lo tienes que comer si no quieres [con voz de resignación]. ¡No mami, no! ¡Buenísimo! Y así me quito el colesterol… ¿Qué le voy a decir a mi madre si no tiene cómo alimentarme?

 

G: ¿Y cuándo estabas allá hacías resistencia?

J: Cuando estaba allá me portaba mal. Lo que me hicieron fue, y por eso la pasé tan mal, porque yo era “friky”; friky es que lo mío es el Rock and Roll, ¡me dejo el pelo largo y no voy a bailar salsa na’ porque no me da la gana! Porque bailar salsa era bailar con la revolución, ¡con el enemigo!

 

Los primeros opositores en Cuba de la época moderna fuimos los friky, que todo el mundo nos miraba así, [de arriba, a abajo]… Oye, mira, que a mí me cogieron un montón de veces así en medio de la calle y me tiraban, ¡Pah! Contra la pared, te abrían las piernas y te metían el bastón de mierda ese en el culo, y uno quería decirles así:

 

– ¿Qué, tú eres guapo?…

 

Imagínate tú, ¿cómo le vas a decir así, a un guajiro de esos que te está metiendo un bastón en el culo y tú estás solo ahí? Te van a dar una entrada de palos… entonces yo le tenía que decir:

 

-Discúlpeme oficial, ¿puedo bajar las manos?…

 

¡No es oficial ni nada, es un come mierda!…

 

-Sí, puede bajar las manos;

 

Me acuerdo que una vez le dije a uno así:

 

-Mire, le sugiero que no me maltrate; le voy a decir una cosa, mi padre tiene mayor rango que tu jefe. Si tú no quieres que tú, tu jefe y todo el mundo se vayan a recoger papas allá al campo ese…

 

-Bueno, bueno y ¿quién es tu padre?

 

Y cuando le dije, mi padre es Fulano de tal, trabaja en el Estado Mayor y es amigo de este, este y este… en seguida dijo:

 

-Eres un bochorno para tu padre. Te vamos a soltar para no darle dolores de cabeza a tu papá…

 

¡Maricón!, pensé, me vas a soltar porque sabes que no te he hecho nada. Te halaban el pelo y te llevaban a la estación y te pelaban, te cortaban el pelo y después te soltaba y te decían: Te tuvimos que pelar porque te estábamos procesando pa’ la cárcel y como en la cárcel no se puede tener el pelo largo te pelamos, pero ahora decidió el fiscal que te vamos a liberar; y eso era mariconada, no te iban a meter para la cárcel nada, lo que querían era pelarte, joderte.

 

G: ¿Nunca estuviste preso?

J: No, pero me hicieron un par de actos de repudio. ¡A mí me rompieron la ropa! Delante de todo el estudiantado. Me pararon así y me dijeron: ¡Esto! [Señalándole] es el ejemplo de lo que no es un pionero revolucionario. ¡Porque yo era friky! ¡Y me despeinaron todo!…

 

En ese momento Roberto, que se mantenía callado durante todo el camino, le interrumpió:

 

R: Todo el que era peludo, el que tenía un tatuaje… ¡ese iba preso!

 

J: Se llamaba ley de la peligrosidad; te aplicaban la ley.

 

R: No se podía ni tener un collar de estos [mientras señalaba su collar] ¡Nada!

 

J: Al final, cuando me busqué un lío fue cuando terminé la escuela de artes escénicas e hicimos una protesta estudiantil; y tu sabes que en los regímenes no se puede hacer ningún tipo de protesta estudiantil; porque ellos tenían un plan de estudio que venía del ministerio, pero del ministerio a su vez del partido y sabes, si tu criticabas algo de eso, pues estabas criticando a la figura del Comandante en Jefe; entonces pues nosotros decidimos que había que cambiar el plan de estudios porque había una cosa que estaba mal…

 

Julio explica que nadie le apoyó, sin embargo el decidió continuar la protesta…

 

J: Entonces yo encabecé eso. No armamos gritería así ni nada, pero hicimos una reunión así muy seria. Al final conseguimos cambiar el plan de estudios; ¿Qué pasó? Que cuando fueron a dar las carreras, a mi me dijeron: “Te toca irte pa’ allá, pal’ macizo montañoso en casa del coño de tu madre pa’ allá… [Julio se ríe mientras explica la experiencia]. Es decir, yo soy de la Habana y me mandaron al Centro Citrícola de no sé qué coño pa’ allá lejísimo; Yo les decía:

 

-¿Oye pero cómo me van a hacer esto?…

 

Y me decían:

 

-Es que les hace falta la revolución allí.

 

Hicieron cosas que me fueron poniendo bien radical ¿No?, porque me mandaron para un campo tres años trabajándole a la revolución…

 

 

G: ¿Entonces te mandaron para el monte?

J: Allá me encontré un alma caritativa que me dijo: ¿Oye, que tú le hiciste a esta gente? Yo le conté y él me dijo: Mira, eso es una mariconada lo que te han hecho; yo te voy a hacer una carta para que tú, en cuanto se acabe este curso, ya te puedas ir. Y entonces, así mismo fue. Yo tenía que preparar unos alumnos, porque yo soy profesor de artes escénicas… Los profesores que venían a evaluar, que eran mis propios profesores me decían: ¡Oye Jull! ¿Los aprobamos a todos ya? Y yo les decía que no, que quería probar si yo de verdad les he enseñado. Todos, todos esos campesinitos entraron en la Escuela Nacional de Artes Escénicas en la Habana, porque los entrené yo y para mí eso es un orgullo.

 

HUYENDO DE LA ISLA

G: ¿Cómo hacías si te querías ir de Cuba en ese momento?

J: Te tenías que ir casado. Te casabas en Cuba, tiene que pagarle al gobierno cubano ¡como si tú fueras una vaca del gobierno cubano! Te piden un montón de papeles innecesarios, te sacan todo el dinero que te van a sacar y después ya bueno, te puedes ir. Entonces me casé. Me acuerdo que cuando nos íbamos a sacar ella me dijo:

 

-¿Por qué te vas a casar conmigo? ¿Por qué estás enamorado o porque te quieres ir?

 

Yo realmente estaba enamorado de ella. Ella tenía 24 y yo 25 cuando nos casamos. Ella me dijo:

 

-Yo te voy a llevar estés enamorado de mí o no estés enamorado de mí porque nadie merece quedarse en este país como está.

 

Imagínate tú que la primera semana que nos conocimos, y yo con todo aquello de la revolución, porque hay muchos cubanos que utilizan a los extranjeros y se casan con ellos… yo no hice eso Roberto, ¿tú sabes lo que yo hice? Yo me llevé a la rubia para mi casa y vamos a comer lo que comemos aquí en la casa y no quiero tu dinero, ¿Tú sabes lo que pasó? Te lo juro, a la semana se desmayó, se cayó en la cocina. Me acuerdo que mi amiga Cuqui me dice: Julio, tienes que darle de comer a esa niña. Y yo le dije: ¡Pero Cuqui! ¿Qué le voy a dar si no tengo dinero? Cuándo se despertó me dijo: Oye, yo se que tú no quieres mi dinero pero yo no puedo vivir así.

 

EN UNA FAMILIA REVOLUCIONARIA

G: ¿Tu papá y tu mama eran del ejército?

J: Mi papá era coronel retirado de las Tropas Especiales de la Aviación, además con la medalla del Valor y una pila de cosas. Y mi mamá una empleada del Estado de la aviación. Vengo de una familia, súper, requeté comunista. Mi papá y mi mamá estaban divorciados y yo vivía con mi mamá en un barrio pobre y pasamos muchísimo trabajo. Mi papá, al ser un militar de estos, vivía como le daba la gana a él, y mis primos, por ejemplo, los hijos de mis tíos, que trabajaban directamente con el gobierno hacían lo que les daba la gana… y yo decía: ¡Asere! Si somos de la misma familia ¿Cómo es posible que mis primos vivan así y nosotros vivamos así? ¿Por qué mi mamá tiene que pasar tanto trabajo? Yo siempre me lo preguntaba…

 

G: ¿Y qué te decía tu familia al verte que llevabas el pelo largo y que eras “friky”?

J: Mi papá jamás me dio un sermón. Una vez, cuando Rafael del Pino, que era un General en Cuba, se robó un avión y se perdió, él era amigo de mi papá, yo fui a casa de mi papá y le dije: ¡Vamos a robarnos un avión y vamos a irnos! Se lo digo de jodedera… Mi papá hizo así, miró para los lados, porque en Cuba todo el mundo tiene puestos micrófonos en la casa, y me dice:

 

-¿Yo te he hablado alguna vez a ti de política, te he dado algún sermón?

 

Me dijo seriecísimo. Yo le dije que no.

 

-Entonces no me hables de política. Yo soy un militar. Punto.

 

(CONTINÚA LA PRÓXIMA EDICIÓN…)

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