Aún huele a “dakazo”
Por Luis Rodríguez
@luisert
«Se acabó el pan de piquito» decía el presidente Nicolás Maduro hace poco más de un año, minutos antes de ordenar la ocupación inmediata de la red comercial de electrodomésticos y tecnología Daka. «Que no quede nada en los anaqueles» pidió, asegurando que era una operación para proteger las utilidades del pueblo venezolano.
A pesar de que se han reordenado los anaqueles, disminuyendo el espacio para la exhibición, hoy Daka resalta por el desabastecimiento que sufre. Los efectos de las largas colas que se generaron a partir del 8 de noviembre del 2013 para adquirir productos a bajo costo, se reflejan en el inventario de la tienda. Situación que repite en distintos comercios como Pablo Electronics e Imgeve.
Repercusión en números
En enero fue la última vez que el BCV publicó los números de la escasez, un alarmante 28% para diciembre de 2013. Sabiendo lo que venía luego de las drásticas acciones de fin de año, el órgano superior alegó que “El índice de escasez lo debe tener el Gobierno. No es un índice político. Nosotros le estamos suministrando al Ejecutivo la información correspondiente. No queremos que los índices se conviertan en índices políticos que favorezcan a unos y perjudiquen a otros”.
Pero de acuerdo a Hinterlaces, firma de investigación pública, los aires acondicionados y congeladores son los primeros dos productos que escasean en el país, las neveras y lavadoras ocupan el tercer y cuarto lugar de la lista. Para Edgar Berríos, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Fabricantes y Distribuidores de Electrodomésticos (Anafade), los problemas de desabastecimiento son consecuencia del remate de precios del 2013.
Berrios señala que este año se han adjudicado 323 millones de dólares a través de Sicad I, lo que representa un 53,8% menos dólares que en 2013, cuando recibieron 700 millones de dólares y 73% menos si se le compara con 2012, año en que el sector recibió 1,2 millardos de dólares. Para mantener un ritmo de abastecimiento regular en el territorio nacional, se requieren al menos 1080 millardos de dólares anuales.
Y a pesar de que el Gobierno aseguró que repondría los inventarios afectados por la medida, la falta o irregularidad de la asignación de las divisas para importaciones impide el abastecimiento de los anaqueles, esto último se evidencia en la inflación anualizada entre noviembre 2013-2014, 56% de acuerdo al Banco Central de Venezuela
Así luce actualmente
La mayoría de los anaqueles lucen unos pocos aparatos pequeños como licuadoras, planchas, arroceras, tostadoras y cafeteras. Las ventas en los comercios de electrodomésticos han bajado entre un 60% y 80%, dicen los dueños. Muchas tiendas se han visto en la obligación de diversificar los productos que ofrecen, para no correr con la misma suerte de otras que terminaron desapareciendo
Los lotes de productos importados se tardan hasta tres meses en llegar y la última subasta fue realizada en octubre. Sin embargo, el vicepresidente de Consecomercio, Elías Aponte, cree que para la Navidad «En líneas generales, habrá productos en el mercado. Quizá no en la variedad deseada, pero habrá oferta. Probablemente sucederá como en el sector de víveres y medicinas, en el que hay que caminar un poco más para conseguir lo que se necesita».
Nuevo año, mismo guion
El Estado venezolano parece estar dispuesto a utilizar los mismos mecanismo que en 2013, bajo el Operativo Navidades Felices. Esta vez el primer comercio intervenido fue General Import ubicado en el centro de Caracas, en cuyas puertas se aglomeraron personas desde la madrugada del lunes 3 de noviembre, esperando para aprovechar las «rebajas» decretadas por el presidente Nicolás Maduro durante ese mismo fin de semana. Sin embargo, las variaciones fueron poco notables, entre 80 y 100 bolívares menos por producto.
“Vamos a recorrer todos los centros comerciales y bulevares donde la gente compra sus juguetes, artículos navideños, electrodomésticos, calzados y textiles que muchas veces son objeto de usura y especulación en esta época decembrina”, indicó Andrés Méndez, superintendente de Precios Justos el 31 de octubre. Palabras que generan en los comerciantes un alto nivel de desconfianza.
