Editorial #247: La absurdidad de una muerte

Cuando una madre pierde un hijo, lloran todas las madres del mundo

 

La muerte es siempre absurda. A pesar de que el ser humano busque la manera de encontrarle un sentido o de atenuar la devastación que deja, con la partida de un ser querido uno también muere un poco.

 

Todas las muertes son absurdas, mucho más cuando un niño de 14 años sucumbe antes de haber comenzado a vivir. El vil asesinato de Kluiverth Roa Núñez, un estudiante de 2do año de bachillerato, durante una manifestación justo a las afueras de la Universidad Católica del Táchira, en San Cristóbal, conmocionó al país y mostró su lado más oscuro.

 

Otro venezolano muy joven, un oficial de la Policía Nacional Bolivariana de 23 años, fue quien apuntó a su cabeza con un arma de fuego y, a pesar de que Kluiverth rogó que no lo matara, le disparó arrancándole la vida y esparciéndola por el piso de una calle que ahora estará manchada de sangre para siempre.

 

Ninguna muerte es un “hecho aislado”, como la calificó el gobierno. Menos en la coyuntura en la que hoy vivimos, porque todas son producto de un mismo origen: el resentimiento sembrado por un modelo cuya estructura se ha fundado justamente sobre ese pilar. La madre de Kluiverth, en medio de un llanto desconsolado y cuando le daba el último adiós a quien había sido su razón de vida, lo confirmaba: “A mi hijo me lo asesinó el odio”.

 

El asesinato de Kluiverth también tuvo una gran repercusión a nivel internacional. El mundo cada vez comprende menos como en pleno siglo XXI y en un país que en la centuria pasada había dado muestras de progreso y desarrollo, se vive hoy una trágica realidad: niños están matando niños.

 

Andrés Eloy Blanco afirma en uno de sus más conocidos poemas que cuando uno tiene un hijo, tiene todos los hijos del mundo. Cuanta razón tiene, y es quizás por eso que cuando una madre pierde un hijo, lloran todas las madres del mundo.

 

En Venezuela hoy le están matando los hijos a las madres, los estudiantes a los liceos, los amigos a los niños, el futuro a Venezuela.

 

El país ha alcanzado niveles de lo absurdo jamás antes vistos, tan altos como el de la absurdidad de una muerte.

 

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

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