Un flash a la web profunda

Por Claudia Alizo

 @ClaudiaAlizo

 

 

 

El lado oscuro del internet somos nosotros

̶  Manuel Castells.

Sociólogo y académico de las Tecnologías de la Información (TIC)

 

Tratar de explicar la importancia del internet para el ser humano promedio en pleno siglo XXI es casi como intentar definir el sabor del agua. No por complicaciones conceptuales, desconocimiento del origen o la historia del fenómeno, considerado en el libro La televisión ha muerto, del español Javier Pérez de Silva, como “la tercera revolución industrial”, sino que la World Wide Web, además de haber logrado reunir en su seno a todos los medios de comunicación, reinventándolos y favoreciendo su coexistencia, ha transformado la manera de hacer negocios, viajar, entretenerse, producir, consumir información, y de relacionarse para siempre.

 

De lo exclusivo a lo público

Esta “red de comunicación interconectada” que conocemos como World Wide Web llega a manos de los usuarios comunes casi 30 años después de la creación de la ARPA net, una red instituida por científicos, académicos e investigadores de la Agencia para Proyectos de Investigación Avanzada de los Estados Unidos (DARPA por sus siglas en inglés y denominada así actualmente) que en la década de los años 60 intentaban crear una forma de compartir contenidos desde y hasta otros centros de investigación, como universidades y entes gubernamentales.

 

El auge de internet tal y como lo conocemos hoy se da a principios de 1990, gracias también al desarrollo de las tecnologías de informática, que facilitaron y popularizaron el uso de las PC. Lo que solía ser una vía de transmisión de datos con fines académicos y subvencionada por los gobiernos, pasó a ser la autopista de la información de acceso masivo en abril de 1993, cuando finalmente, la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) hacen de la World Wide Web, su software creado en 1989 por el inglés Tim Berners-Lee, de dominio público.

 

Los usuarios de internet en la actualidad van desde 1,2 y 1,9 internautas por cada 100 personas en países como Myanmar y Etiopía hasta 95,3 y 95,1 usuarios por casa 100 en Bermudas y Noruega, según datos del Banco Mundial.

 

Deep Web: Un árbol de muchas ramas

Al escribir “niveles de internet” en el motor de búsqueda más popular de la web, la mayoría de las imágenes que ofrece el buscador consiste en un iceberg con distintas “capas”. Muchos internautas han contribuido al mito sobre las profundidades que existen en el ciberespacio, alegando haber logrado alcanzar, a través de largos períodos de investigación, niveles 3, 4, 5, 6 y 7 como si se tratara de portales a otra dimensión. Este mito puede verse reforzado al existir pocas fuentes con información oficial al respecto.

 

De acuerdo a muchos de estos blogs, las redes sociales, los motores de búsqueda como Google, Yahoo, MSN, y todos los sitios a los que es posible acceder a través de ellos se encuentran en el nivel 0 del iceberg, es decir, la superficie. Mientras que debajo de esta se mueven todo un submundo de páginas prohibidas en las que es posible encontrarse con las manifestaciones del lado más oscuro del ser humano.

 

Luis Zambrano, estudiante de ciencias audiovisuales y antiguo cursante de programación de redes en la academia de Cisco Systems Venezuela, compañía líder en el desarrollo de tecnologías de conectividad basadas en el protocolo IP de internet a nivel mundial, es un aficionado de la emergente y dinámica cultura de internet y los videojuegos,  y desmiente el mito del iceberg explicando, desde su experiencia y conocimiento de las redes, que si tuviese que hacer una analogía para ilustrar la web “profunda”, se asemejaría a un árbol con muchas ramas. “La web normal es como un mar en un día soleado: todo está a la vista, mientras que la Deep web es un gran árbol con muchas ramas. Más que niveles, son ramificaciones”, explica Zambrano.

 

Google, por ejemplo, funciona como un recopilador de enlaces, de manera que una sola palabra puede remitir a cientos de sitios web que, a su vez, van siendo recopilados en una base de datos indexada. Es poco probable que Google, a través de su buscador y base de datos, consiga portales con información para elaborar bombas, vender armas o conocer los archivos clasificados de los gobiernos. En la Deep Web, el acceso a este tipo de contenido es posible con una dirección específica que no está interconectada con ninguna otra.

 

Muchos de estos links se proveen a través de la Hidden Wiki, una suerte de índice que guarda, por temas, las direcciones para algunos sitios web, gran parte de los cuales son bastante oscuros. “Si debe hablarse de niveles, en todo caso, serían los niveles de seguridad de las páginas que buscas. Las más difíciles de acceder serían las gubernamentales. Necesitas cierto conocimiento de programación para ello y si entras, además, lo sabrán. Es peligroso”, puntualiza Zambrano.

 

TOR: La cebolla del bien y el mal

Para los defensores de la privacidad y la navegación fuera de los radares de cualquier entidad virtual, se desarrolló el proyecto The Onion Router, mejor conocido como TOR. Según explica en su sitio web , “TOR es un software libre y abierto que ayuda a los usuarios a defenderse de los análisis de tráfico de información, una forma de vigilancia que atenta contra la libertad personal y la privacidad, así como también pone en riesgo la confidencialidad de negociaciones, relaciones personales y la seguridad de Estado”.

 

A diferencia de la web común, con TOR no es posible rastrear la identidad de los usuarios, conocido como dirección IP, que intercambian información a través de estas redes. Por esta suerte de anonimato para navegar, buscar y compartir contenido  en el ciberespacio muchos la consideran parte de la Web profunda.

 

Periodistas, activistas de ONG’s, ciudadanos en países con altos niveles de censura en internet e importantes acontecimientos como la Primavera Árabe y Wikileaks deben parte de su éxito a TOR y la Deep Web. Sin embargo, bajo el amparo de este anonimato, cientos de páginas de pornografía infantil, sicarios a sueldo, tráfico de armas, drogas y seres humanos crecen y se desarrollan en el ciberespacio, lo que ha generado el rechazo de cuerpos policiales alrededor del mundo hacia este software, alegando el encubrimiento que proveen a actividades ilícitas. “Puedes conseguir el lado más feo de la humanidad – si lo buscas-“, advierte Luis Zambrano, quien añade que TOR, si bien te ofrece más privacidad, te hace más vulnerable a los hackers. “Si navegas en TOR, es bajo tu propio riesgo”.

 

En la era de la información, nada está oculto. Cada año, cientos de miles de usuarios se unen a la comunidad virtual, abriendo espacios para defender la libertad y el acceso al conocimiento o haciendo un uso indebido, desinformador y poco humano de esta plataforma, en opinión de algunos, de incalculable valor para la evolución de las sociedades, para otros, exactamente lo contrario.

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