El poder de la palabra “cambio”

Por Lorena Arraiz

@Larraizr

 

 

 

Para nadie es un secreto la importancia de la palabra. ¡Cuánto podemos alcanzar, lograr o fracasar con una buena o mala palabra! La expectativa que creamos en nuestros interlocutores cada día, a cada instante, debido a lo que decimos o dejamos de decir. El poder de la palabra es infinito. Pero el poder de la palabra “cambio” también.

 

Cuántos líderes, soñadores, altruistas, oportunistas, militares, civiles, intelectuales, analfabetos, elegidos o desterrados han logrado movilizar masas con tan solo una promesa hecha palabra: Cambio.

 

La delgada línea entre la reflexión y la manipulación se hace imperceptible al hablar de cambio. Cuando una persona está realmente cansada de su propia situación, basta cualquier pequeño impulso para cambiarla. Lo mismo con una sociedad agotada de los “monstruos de la democracia” –como lo llaman algunos- como la corrupción, el bipartidismo o las políticas económicas que acaban por empobrecer al pueblo.  Es entonces cuando cualquier personaje distinto a ese escenario, un ser novedoso y aparentemente con todas las soluciones a la mano, con discursos que hablan de igualdad, de democracia social, de oportunidades para todos, de acabar con la injusticia, de “ellos” y “nosotros”, de “malos” y “buenos”, de esperanza y de libertad… y resuma todo eso en una sola palabra (cambio), seguramente asaltará el poder con la complicidad de los propios ciudadanos embelesados por un discurso emotivo y –probablemente- reactivo, con un llamado a la acción inmediata resumido en la palabra: Ahora.

 

Es así como han llegado muchos de los gobernantes iberoamericanos de los últimos tiempos a las sillas presidenciales. Para ser más precisos, en 1998, cuando Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela, la izquierda solo gobernaba en la vieja Cuba de Fidel. Desde entonces, más de una decena de países de la región se fueron volcando hacia ese mismo discurso y esas mismas políticas impulsadas por una ideología trasnochada y perdida entre el marxismo, el comunismo y el socialismo, que hoy ha cruzado el atlántico para llegar a tocar España, Italia y hasta la “cuna de la democracia”: Grecia.

 

Y es que nadie está exento de manipulación cuando habita un mundo tan convulso como el nuestro, donde además, como vaticinó en gran Winston Churchill, “el problema de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes”.

 

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