Editorial #269: Ingredientes de una tragedia

La dirigencia política prefiere ignorar las señales de alarma

Las tragedias no siempre ocurren repentinamente. Algunas se ven venir, se siente cuando se aproximan y, al llegar, lo único que resulta incomprensible es cómo nadie hizo nada para detenerlas.

 

Eso es lo que ocurre hoy en Venezuela.  Desde hace algún tiempo, especialmente los últimos meses, se ha hecho evidente que la crítica situación que vivimos es insostenible y solamente tiende a empeorar, sin que nadie pueda pronosticar el final.

 

Los problemas económicos son la principal preocupación de los venezolanos en este momento. La creciente escasez de alimentos y medicinas tiene a gran parte de la población buscando la manera de conseguir lo básico para sobrevivir.  Las colas en las puertas de mercados y abastos son cada vez más largas. Los disturbios ocurridos el viernes en San Félix, estado Bolívar, como consecuencia de un intento de saqueo  que dejaron el saldo de un muerto y al menos 60 detenidos,  son solamente un síntoma de una crisis profunda y peligrosa.

 

Los precios, debido a una inflación que está a muy poco de convertirse en hiperinflación y que no tiene en la actualidad comparación con ninguna otra en el mundo, son inalcanzables. El poder adquisitivo de la gente se desplomó y el Bolívar nunca había sido tan débil desde que decidieron llamarlo “fuerte”.

 

Sin embargo, la económica no es la única variable que presenta graves problemas. Las áreas de seguridad, salud, educación, servicios básicos, infraestructura, entre muchas otras, enfrentan también serias dificultades. Todo esto influye para que el mundo político viva días de mucha inestabilidad de cara a unas elecciones parlamentarias que se realizarán, todo parece indicar, en medio de conflictos.

 

Son varias las voces locales que vienen alertando sobre el peligro del camino que estamos transitando. Pero también más allá de nuestra fronteras han empezando a darse cuenta de la realidad venezolana. La semana pasada, la organización International Crisis Group (ICG) advirtió que la “crisis amenaza con convertirse en una tragedia” en el país y llamó a los países de la región a involucrarse activamente en la búsqueda de soluciones.

 

En el informe alertan de que “el colapso de la infraestructura de salud y bienestar social probablemente dificulte aún más el manejo del conflicto político, y podría derivar en una mayor erosión de la democracia y una creciente probabilidad de violencia política. Esto a su vez podría tener repercusiones más allá de las fronteras de Venezuela”.

 

Mientras tanto, la dirigencia política, tanto oficialista como alguna opositora, prefiere ignorar las señales de alarma que se prenden por todas partes, preocupados por mantener sus cuotas de poder en las próximas elecciones. Prefieren vender ilusión antes que asumir con responsabilidad la verdad y el costo político que eso puede representar.

 

La irresponsabilidad, la inacción, el populismo y la desmedida ambición de poder son los ingredientes de una tragedia que está a la vista y que debe ser evitada.

 

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

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