Editorial #280: Los buenos somos más

Estamos viviendo el final de ciclo de la política como algo secundario

El pasado jueves, dos noticias competían por su surrealismo: mientras el exiliado político y excandidato presidencial, Manuel Rosales, era arrestado a su llegada al aeropuerto de la Chinita, luego de haber permanecido seis años fuera del país, Maduro decretaba en cadena de radio y televisión un nuevo aumento del salario mínimo de 30%. Se trata del cuarto aumento del salario mínimo en el año 2015: los anteriores fueron de 15% en febrero, 20% el 1° de mayo y 10% el 1° de julio.

 

Con éste último, el salario mínimo queda en 9.649 bolívares. El incremento equivale a 74,2 bolívares diarios, monto que no alcanza ni para comprar un café. El salario mínimo seguirá siendo uno de los más bajos del mundo: 12,2 dólares al mes; solo 41 centavos de dólar diarios, en términos reales.

 

La medida puede traer más efectos negativos que positivos. En una economía con las características de la venezolana -en recesión por tercer año consecutivo y con la inflación más alta del mundo- solo se transformará en mayor inflación y más escasez. Con este aumento, también subirá el valor del dólar real y, consecuentemente, los precios de muchos productos, ya que esta cotización es la que hoy por hoy rige la economía del país.

 

Medidas como la del aumento del salario mínimo deben analizarse políticamente, no económicamente. Ésta, como seguramente otras por venir de aquí al 6 de diciembre, no resuelven nada en lo económico, pero pueden ser usadas como excusa para justificar una «victoria» electoral oficialista.

 

Debemos estar atentos a cómo reflejan algunas encuestadoras el efecto de estas medidas. No porque en verdad lo tengan, sino porque el método que el oficialismo usa es siempre el mismo: crear una ilusión, poner a sus encuestadores a transformar esa ilusión en números y, luego, justificar con ellos una realidad que les conviene pero que no existe. Ha pasado muy poco tiempo como para que hayamos olvidado la ilusión del «Dakazo» y sus consecuencias electorales reales.

 

Lejos de solucionarse, la crisis que vivimos solamente se profundizará aún más. Por eso, a pesar de todos estos esfuerzos de última hora para evitar una derrota electoral en las próximas elecciones parlamentarias que pondrá en evidencia la derrota política del modelo chavista, lo más probable es que no haya manera de evitar la realidad: el cambio ya comenzó y es indetenible.

 

Pero también es importante comprender que estamos viviendo el final de ciclo de algo mucho más importante: de ver la política como algo secundario. Finalmente comprendimos que si no nos metemos en ella, tarde o temprano la política se mete con nosotros, en nuestras casas, con nuestra familia y nuestro futuro.

 

Es por eso que después de 17 años en los que se ha destruido todo en Venezuela, ahora, unidos, vamos a reconstruirla para vivir en ese país en el que la gran mayoría queremos. No puede haber un destino diferente: a pesar de que los malos son muy malos y han hecho mucho daño, los buenos somos más.

 

Somos muchos más.

  

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

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